El trabajo de San José como fruto de su fe obediente

viernes, 1 de mayo de 2020
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01/05/2020 – Hoy celebramos a San José y el Evangelio no los presenta como un trabajador, así se habla de Jesús, como el hijo del carpintero, un trabajo que era multioficio, es decir una capacidad para recrearse y reinventarse frente a las necesidades que van surgiendo en el camino, algo que pudo haber sido entrenado en la experiencia vivida en el exilio en Egipto.

Nosotros estamos en un escenario en donde lo laboral se presenta incierto para nosotros, pero cierto en Dios que crea y recrea. Jesús, la Palabra hecha carne, viene a quedarse para reinventarnos.
No tengas miedo son tiempos donde en Dios podemos encontrar los caminos que hasta ahora no habíamos hallado. No vivas esta crisis con angustia sino con esperanza.

 

 

Llegó a su pueblo. Se puso a enseñarle a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. ¿De dónde le viene esta sabiduría y este poder de hacer milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todos sus hermanos? ¿De dónde le vendrá todo esto? Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su familia y en su pueblo”, no hizo ahí muchos milagros a causa de la falta de fe de esta gente.

Mateo 13; 54 – 58

 

 

 

Los textos bíblicos en su origen, utilizan un sustantivo que puede ser traducido como carpintero, pero que, en realidad, se parece más en el contexto en el que aparece el oficio, de José, en como estaba construida su sociedad y allí los trabajos que había. Se parece más la traducción a lo que nosotros podríamos decir un changarín, y en esto le ayudaba Jesús. Es un trabajador, en definitiva. Y por eso este trabajador de servicios varios es como que abraza a todos y a cada uno de los trabajadores que tenemos responsabilidad como él de participar como él del trabajo como transformación del mundo. Como lugar de cambio del mundo.

El trabajo, que como ha dicho San Juan Pablo II, en su génesis, tiene como un plus, que no lo da la ganancia que genera el hecho de trabajar en términos monetarios, sino el valor subjetivo que el hombre le pone a su quehacer cotidiano, y justamente, en la significación de esa subjetividad en relación al trabajo es la que hace que éste tenga un sentido de dignidad, que ayude verdaderamente a la realización y que sea lugar donde el hombre coparticipa con Dios de la obra creadora constante con la que Dios sostiene al mundo.

Es justamente esta dimensión del carácter subjetivo del trabajo, el que hoy queremos contemplar. Juntos, reflexionar y recuperar el valor que tiene nuestra tarea. Dicho de una manera simple, sencilla, si yo no le pongo un plus de pasión, de ofrenda, de entrega; de respuesta vocacional, al hecho de ser convocado al trabajo, y sólo me vinculo a él por una cuestión más de mercado, por el plus que me significa en términos económicos, participar de un hecho laboral, se cosifica el trabajo. Se hace un objeto de mercado.

Es justamente el valor subjetivo que viene por lo que yo le pongo de más, al trabajo que hago, lo que nos hace participar de aquella gracia que Dios nos comparte de ser él mismo un trabajador. Desde el momento de crear y de recrear la creación herida por el pecado.

Cuando Dios crea pone todo su ser en el acto creador. Y al llamar a las cosas a la existencia en ese gran trabajo de la creación pone toda su impronta allí, hasta llegar al punto más alto de la creación según el relato del libro del Génesis el hombre hecho a su imagen según su semejanza. Donde no solamente Dios pone todo de sí sino que nos crea y nos hace como Él. Parecidos a Él.

Como si quisiera verse en la obra de la creación, habiendo creado al hombre a su imagen y su semejanza. Toda la existencia del hombre, todo nuestro ser, como corolario, coronación del acto creador de Dios es haciéndonos a imagen y semejanza suya.Consiste esto en abordar la vida desde ese lugar creador y laborioso de Dios, para aproximarnos como seres humanos a esa semejanza cada vez más a identificación con él y a partir de allí nosotros como el culmen de la creación arrastrar la creación toda para la gloria de Dios.

Esta creación de la mano de Dios acto primero del trabajo gime en su interior, está como de parto, podríamos decir, porque espera la manifestación de los hijos de Dios. Es decir, la manifestación de nuestra más profunda identidad, como hijos de Dios, que estamos llamados, invitados a parecernos a Dios.
Este parecernos a Dios, como fruto de su creación no puede ser independiente de la creación, mucho menos independiente de los demás hombres, cuanto menos independiente de Dios.

Para que podamos ser lo que estamos llamados a ser la creación toda tiene que caer bajo la mirada responsable de los hombres, llamados a hacerla de nuevo, y en ese hacerla de nuevo no se puede manipular el acto creador de Dios de cualquier manera, y para eso, nada mejor que vincularse al origen, a la fuente, a la razón de ser de todo lo creado. Para que en la inteligencia del primero que puso en marcha la historia con la creación podamos nosotros comprender sabiamente el decurso de todo lo creado llamado a dar gloria a Dios. En esa tarea no nos podemos desvincular unos de otros.
Porque en el mismo acto creador de Dios, participa Dios en carácter comunitario. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y nosotros como parte de la creación hechos a imagen y semejanza de Dios y llamados a llevar a toda la creación a la gloria de Dios tenemos que hacerlo según aquel sesgo, aquella marca que nos ha dejado Dios cuando nos creó, nos creó también en clave comunitaria. Y también en este sentido, el trabajo es trabajo en equipo, un trabajo en común. Se lo plantea hoy desde la necesaria interdisciplinariedad en la que hay que vincularse para llevar adelante la tarea de la labor en cualquier emprendimiento que se asuma. Pero es mucho más que una puesta en marcha de distintas disciplinas que confluyen para colaborar en un quehacer. Si bien en la práctica hay un llamado a la multiplicidad de las ciencias que colaboran en cualquier acto de trabajo, es una razón aun mas de fondo la que nos invita a colaborar mutuamente en el quehacer. Es que somos a imagen y semejanza de Dios una comunidad que recrea desde el trabajo lo de todos los días. Y en este sentido es bueno darle este valor hondo al trabajo comunitario.

Dios comunidad trabajó durante seis días para llamar a la creación. Uno descansó. Y Dios que le confió al hombre, la transformación del mundo, nos invita a repetir ese mismo acto suyo de amor creativo en el trabajo coparticipando mutuamente en ese sentido.

El gran desafío que presenta hoy el mundo del trabajo es el trabajo común. En este sentidolos discursos hegemónicos, únicos, los discursos en el mundo del trabajo diseccionados sólo desde un sentido jerárquico tienden como a desaparecer para dar lugar a la complejidad de lo humano. También cuántas inteligencias, cuántas capacidades, cuántas disciplinas participan desde lo tecnológico para poder lograrlo. Cuánto también del recurso humano para poder llevarlo adelante, para poder integrar toda y cada una de las partes. Como el ámbito del trabajo requiere del mejor clima para que pueda ser bien llevado adelante.

Cuando se pone en marcha una tarea siempre participan otros. Es el grado de participación y es el modo de planificar cómo y de qué manera cada uno de los actores del quehacer participa lo que permite llevar adelante con eficacia la tarea. Pero no con la eficacia que marca el mercado. Sino con la eficacia con la que Dios quiere que trabajemos para darle gloria a Él.

El hacerlo en clave comunitaria y el trabajo en equipo se enfrenta con una mentalidad que cuando plantea el trabajo en equipo lo hace de una manera solamente pragmática y en muchos casos mecanicistas. Sin tener en cuenta toda la complejidad de lo humano y muy lejos de querer darle gloria a Dios que comunitariamente llevó adelante la primera tarea de la creación.

¿Qué hay que tener en cuenta para hacer un trabajo en equipo? Algunos puntos que pueden dar luz:
Antes de una críticaacerque un aliento.No para mantener un buen clima solamente sino para poder atraer y predisponer a los otros a que sean receptivos después a la necesaria crítica. En torno a la cual el trabajo se desarrolla, porque se va como purificando de lo que no sirve para abrir paso a lo nuevo que viene. En ese sentido el trabajo siempre es dinámico y creciente. Deja atrás etapas y se abre a la nueva. Justamente cuando eso ocurre es el momento de la aplicación de toda la técnica humana para acompañar los procesos de transformación.

Cuando se trabaja en equipo es muy importante comunicarse siempre. Aunque esto nos parezca que tenga un costo. Hay que evitar rodeos. Hay que evitar detalles que no vengan al caso. Es muy importante que en la comunicación, de la tarea que tenemos seamos puntuales. Claros. Directos. Para poder llevar adelante la tarea es muy importante que los otros participen en el diseño de la tarea. No en un modo de responsabilidad igual de las partes que participan. Pero todos participando. No es una anarquía organizativa en donde todos dicen algo y nadie termina por definir por donde se va a realizar lo que se realiza. Una vez que todos han participado de alguna manera en la elaboración del proyecto que se tiene entre las manos es muy importante dedicarle algún tiempo a la evaluación. De aquel objetivo que nos planteamos y del modo de llevarlo adelante si se pudo hacer.

La evaluación es lo que permite la reevaluación de la tarea. Proyectar en conjunto de manera participativa. Dar espacio para evaluar y evaluando resignificar, reevaluar. Redefinir. Volver a ajustar sobre los objetivos. El lenguaje en este sentido es muy importante. El lenguaje es importante recordarlo también no sólo es un lenguaje verbal. Es un lenguaje corporal. El ambiente, el detalle del modo de todo lo que rodea a la reunión de trabajo es muy importante.

Es muy importante ir incluyendo en el hecho laboral el nosotros más que el yo para reflejar el rostro de Dios, él es nosotros. El Padre, Hijo y el Espíritu Santo, y parecerse a Dios supone aprender a incluir esta primera persona del plural.