El Vaticano publicó un documento para dar una respuesta interreligiosa al COVID-19

viernes, 28 de agosto de 2020
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28/08/2020 –El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso junto con el Consejo Mundial de Iglesias (WCC) publicaron el documento conjunto “Servir a un mundo herido en la solidaridad interreligiosa: una llamada a la reflexión cristiana y a la acción durante la COVID-19”.

Este documento busca animar a las iglesias y organizaciones cristianas a reflexionar sobre la importancia de la solidaridad interreligiosa en un mundo herido por la pandemia del COVID_19.

Ofrece una base cristiana para la solidaridad interreligiosa que puede inspirar y confirmar el impulso para servir a un mundo herido no solo por el coronavirus sino también por otras muchas heridas.

La publicación también está destinada a ser útil a otras religiones que ya han respondido a esta pandemia con pensamientos similares basados en sus propias tradiciones.

El documento reconoce el contexto actual de la pandemia como un tiempo para descubrir nuevas formas de solidaridad para repensar el mundo post-COVID.

Está dividido en cinco secciones y reflexiona sobre la naturaleza de la solidaridad sostenida por la esperanza que ofrece la base cristiana de la solidaridad interreligiosa, algunos puntos principales y una serie de recomendaciones de cómo la reflexión de la solidaridad puede ser trasladada a una acción concreta y creíble.

El Cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, aseguró que el servicio y la solidaridad cristiana en un mundo herido es parte de la agenda del Pontificio Consejo y del Consejo Mundial de las Iglesias desde el último año.

La pandemia de COVID-19 ha hecho que se ponga en acción este proyecto como “una respuesta ecuménica e interreligiosa” y añade que “la pandemia ha expuesto la fragilidad y las heridas de nuestro mundo, revelando que nuestras respuestas deben ser ofrecidas en una solidaridad inclusiva, abierta a los fieles de otras tradiciones religiosas y a las personas de buena voluntad que se preocupan por la familia humana”.

Entre las recomendaciones que incluye el documento está “encontrar maneras de dar testimonio del sufrimiento, llamar la atención sobre él y desafiar a cualquier fuerza que pretenda silenciar o excluir la voz de los heridos y vulnerables entre nosotros, haciendo responsables a las personas y estructuras que están detrás de este sufrimiento”.

Además de “promover la cultura de la inclusión” y “alimentar la solidaridad a través de la espiritualidad”.

También animan a “ampliar la formación del clero, agentes de pastoral y los fieles en la importancia de la cooperación con otros” así como fomentar el compromiso y el apoyo a la gente joven; “crear espacios para el diálogo” y “reestructurar proyectos y procesos que permitan la solidaridad interreligiosa”.