El vino en la Biblia nos invita a orientar nuestra vida hacia el banquete definitivo

miércoles, 22 de agosto de 2018
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22/08/2018 – El simbolismo del vino, “por los efectos que produce”, fue el que la profesora María Gloria Ladislao eligió para compartir en torno a él en el programa. “Esta bebida evoca varios aspectos religiosos; los profetas nos aseguran que brindaremos en el banquete del Reino. Jesús comparte su vino en comunidad y nos invita a orientar nuestra vida hacia ese banquete definitivo”, indicó la biblista.

Asimismo, Ladislao manifestó que “todas las civilizaciones que cultivan la uva y producen vino conocen el poder de esta bebida. El vino es poderoso, eficaz, produce efectos buenos y malos. Por esto, y por su color rojo que lo asocia a la sangre, tiene un fuerte simbolismo. El Antiguo Egipto y la Mesopotamia asiática conocían el vino y lo usaban en los rituales religiosos. En Grecia, el vino puro y muy concentrado se mezclaba con agua a la hora de servirlo; a esta acción se llamaba ´escanciar el vino. Para los griegos, el vino era una bebida sagrada asociada a la sangre de Dionisos. Este era el dios de la vegetación y del vino, y se lo representa con una guirnalda de hojas de parra y racimos. Las fiestas dionisíacas y bacanales eran eventos de carácter orgiástico, donde se sacrificaban animales y se celebraban banquetes. Todo esto tenía un carácter religioso, ya que a través de la embriaguez se buscaba llegar a quedar poseído por la fuerza del dios”.

La especialista en sagradas escrituras indicó que “en la tradición bíblica, el vino es, en primer lugar, signo y símbolo de alegría y, por extensión, símbolo de todos los dones que Dios hace a los hombres. El vino está presente en los festejos y acontecimientos comunitarios. Por eso, estará presente también en el Reino definitivo, como Dios anunció por medio de los profetas y como prometió Jesús, cuando dijo: ´Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios`”. Ladislao agregó que “desde la experiencia cotidiana, el vino puede tener también una carga simbólica negativa, por su carácter peligroso, nos puede hacer perder la razón. Por eso existía la prohibición de beber vino durante el ejercicio de las funciones de enseñar y de juzgar”.

Finalmente, destacó que “en el capítulo 15 del evangelio de San Juan, Jesús retoma con un simbolismo que ya había usado el profeta Ezequiel, con la parábola de la vid arrojada al fuego. Pero Jesús, en lugar de hablar de una vid seca, expresa por medio de una alegoría la forma en que esa vid dará buenos frutos cuando dice: ´”Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer`”.