Para elaborar un duelo, hay que trabajar la personalidad

martes, 27 de junio de 2017
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Mateo 6

27/06/2017 – Una vez más, en el programa “Hoy puede ser”, disfrutamos de las enseñanzas del Padre Mateo Bautista, máster en Pastoral de la Salud y Licenciado en Teología Moral y Espiritual. Seguimos aprendiendo con el Evangelio de Lucas 7, 36-50.

Para comenzar la charla, el sacerdote explicó que en el proceso de duelo, nuestro cerebro funciona en red, de manera transversal, haciendo que todas sus dimensiones trabajen al unísono. “Se calcula que las personas tenemos cien millones de neuronas en el cerebro y el manejo de las mismas se llama plasticidad neuronal. Esto significa que tenemos múltiples inteligencias y debemos aplicarlas a la hora de elaborar un duelo”.

“En texto de Lucas, podemos ver que la mujer no dijo ninguna palabra pero practicó la plasticidad neuronal, utilizó todas sus inteligencias y superó su narcisismo para encontrarse con Dios. Ella es un auténtico ejemplo de dejarse ayudar en los procesos del duelo”, dijo el especialista.

A la hora de analizar el personaje de Simón en el Evangelio, el Padre afirmó que tenía una actitud muy farisea: “Simón tenía una actitud de prepotencia, no tuvo ningún gesto de hospitalidad. Lo invitó para ver quién era y qué hacía”.

Frente a estos personajes, Jesús no se quedó en una mera compasión, si no que actuó empáticamente, “les presentó un nuevo planteamiento, les abrió los ojos”.

En este sentido, el sacerdote dijo que nadie puede elaborar un duelo si no trabaja su personalidad y presentó una herramienta para hacerlo que se llama “la ventana del autoconocimiento” y consiste en imaginar que la personalidad es como un cuadrado, con cuatro partes, cuatro cajones o secciones, a saber:

  • La primera área se caracteriza por los aspectos de la personalidad que uno ve y los otros también ven.
  • La segunda sección de la personalidad es el área oculta, de la intimidad. Son aspectos que uno ve y que los demás no ven porque uno los reserva.
  • La tercer parte tiene que ver con lo que los otros ven de uno, y que uno no ve (o no le interesa o no quiere ver). “Lo que nos vuelve ciegos es la falta de humildad. Si no soy humilde y no permito que los demás opinen sobre mí, habrá aspectos míos que nunca conoceré, porque nunca escucharé lo que ven de mí”, aportó el especialista
  • La cuarta sección es lo que uno no ve y los demás tampoco, pero Dios si conoce.

“En realidad, Dios conoce, ve y está en todas estas secciones de nuestra personalidad. Cuanta más intimidad tenemos con Dios más nos conocemos a nosotros mismos”, expresó el Padre Mateo.

En un proceso de duelo, el encuentro con Cristo nos da una nueva visión. “Dios no quiere sólo curar nuestra herida y nada más. Jesús nos sana, nos educa, nos abre los ojos, nos convierte, nos humaniza y nos hace maestros para ayudar a los demás”, finalizó el especialista.