Elegir el camino por el discernimiento

martes, 26 de junio de 2018
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26/06/2018 – La gracia del discernimiento en el escenario de la evangelización lo primero que el Señor nos enseña es estar atento a las circunstancias. Ver qué actitud o gesto hace falta hacer presente en ese lugar y en ese momento.

 

Catequesis en un minuto

 

No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.

San Mateo 7,6.12-14

 

El discernimiento como ciencia adquirida es el juicio prudente que nos formamos acerca del posible estado interior propio o ajeno, fundándonos en la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y nuestra propia existencia.

Como fruto de la caridad, el discernimiento supone un verdadero aprendizaje y en este sentido lo llamamos un arte o una ciencia, la cual consiste en identificar o reconocer qué espíritu está actuando en una persona, a partir de ciertas señales externas e internas-es decir, objetivas y subjetivas-siendo la principal, que su mensaje concuerde con la Revelación.

“La Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que una espada de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu (…) y es capaz de discernir los pensamientos y los sentimientos del corazón” (Heb 4, 12)

Conocer vivencialmente la Palabra es indispensable para reconocer la mano de Dios en la historia y en los acontecimientos, y para no dejarse imponer las falsas salvaciones, que propone Satanás. Frente a la cruz se realiza el mejor discernimiento; allí los secretos de los corazones se revelan y cada uno manifiesta cuál es el espíritu que lo guía.

El discernimiento entonces, es “la capacidad de penetrar, a través de las apariencias exteriores para descubrir en el fondo si el origen de una moción es: Dios, el hombre con sus impulsos naturales, o el mal” (Mons. Vicente Walsh)

Por medio del discernimiento intentamos reconocer la acción del Espíritu Santo en nuestra vida y la de nuestros hermanos de todo el Pueblo de Dios y tratamos de cooperar con nuestra respuesta. La cooperación con el Espíritu supone que por la asidua contemplación de la Palabra viviente hemos adquirido ya la mentalidad humana de Cristo, que nos familiariza con la manera de ver y obrar de Dios.

Por supuesto que el discernimiento nunca es obra exclusiva del hombre: discernimos ayudados por la gracia. La suave acción del Espíritu se manifiesta en la capacidad de tomar en toda situación dada, la decisión moral conforme al Evangelio y a la historia de la Salvación. El Amor de Dios en nosotros nos ilumina y capacita para optar por el Reino.

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