Entren por la puerta estrecha

martes, 23 de junio de 2015
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23/06/2015 – No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.

Mt 7,6.12-14

La imagen de la puerta estrecha es tridimensional. “Entrada estrecha” en la mentalidad de Jesús Buen Pastor es senderito de montaña que se angosta a medida que uno sube; es también la puertita del corral de las ovejas, cuya estrechez permite que el pastor las haga entrar y salir de a una, sin que se le amontonen, y poder así llamarlas a cada una por su nombre, y rascarles cariñosamente la cabeza. Pero la puerta es estrecha también por otros dos motivos: porque es mucha la gente que quiere entrar y porque el tiempo de que quede abierta se termina. Las imágenes que usa el Señor son claras y apuntan a movernos. Salí de las cavilaciones, focalizate en la puerta, apurate que se cierra, no te perdás la oportunidad.

¿La oportunidad de qué? ¿La puerta estrecha que me lleva a donde? ¿Qué significa para mí la salvación?

Convengamos que las respuestas tradicionales a estas preguntas van a contrapelo de nuestra mentalidad actual. No visualizamos como interesante una puerta que nos lleve al cielo (al menos no por ahora, no en este preciso momento). Nuestros ojos están puestos en las mil puertas que nos llevan a este mundo, no en la única que nos “sacaría” de él! (Aunque Jesús no pide al Padre que nos saque sino que nos cuide del Maligno). Pero nosotros estamos interesados en entrar por las puertas de los shoppings, por los portales de Internet, deseamos tener tarjetas que nos abran las puertas de los cajeros de los bancos y que nos permitan ingresar a lindas casas y pertenecer a clubes y círculos de gente amiga…

O quizás no. Quizás alguno esté interesado en el Padre. Existe Jesús. Existe el Padre. Si todo el evangelio fueran consejos morales para aplicar a este mundo sería poca cosa. El evangelio es para abrirnos una puerta a la Vida infinitamente rica en Amor que es la Vida de Dios.  *

Algunos padres del desierto ubicaban a la puerta estrecha en el costado abierto del Señor. Una puerta estrecha no es lo más llamativo, al contrario, preferimos las grandes puertas de shopings y hoteles. El evangelio de hoy nos invita a hacer foco, y a centrar la mirada en el camino que se hace estrecho, no por estrechez de corazón o de mentalidad, sino porque esa puerta a la que nos invita Jesús supone caminar por cornisas. Para elegir necesitamos capacidad de discernimiento. En el apuro y en la ansiedad, y en el decidir sin pensar está la tentación que nos puede llevar a caer.

Todos los días decidimos; acertar o errar no está mal, sí el no ponderar lo que decidimos. A elegir y a crecer en libertad se aprende en lo de todos los días. Y también todos los días podemos ir dando pasos en la estrechez a la que nos invita Jesús. Este camino estrecho a la vez es un camino de gran libertad interior. Por ejemplo, Maximiliano Kolbe que vivió con gran libertad interior aún en el horror de Austwitch… En Van Thuan que celebraba la eucaristía con una gota de vino y una miga de pan en largos años de cárcel, sin embargo las recordaba como las eucaristías más maravillosas de su vida. A veces la estrechez de las circunstancias nos eleva el corazón a lo más grande. Nuevamente, Jesús, va a contramano de lo que entiende el mundo por libertad. De hecho en el evangelio paralelo en Lucas, aparece la respuesta de Jesús “muchos quieren entrar pero pocos lo consiguen”.

Seguramente lo que atrae del Señor es esa gran libertad con la que nos invita a seguirlo: “Las zorras no tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde cobijar la cabeza” “el que quiera seguirme que cargue con su cruz y que me siga”.  La elección hacia donde el Señor nos conduce por la puerta estrecha es la cruz, lugar del costado abierto de Cristo que nos lleva al cielo. Hay lugar crucificantes de la vida, en donde el camino aparece bien estrecho y sin embargo el Señor nos invita a vivirlo en libertad. 

La mirada atenta al decir de Dios y en fe obrar con amor dando respuesta, es un ejercicio interior que supone esfuerzo y constancia. Por el camino de la fe Dios nos lleva a la estrechez, donde la razón queda en segundo lugar para acompañar y sostener lo que Dios nos pide. Lo estrecho del camino es desde nosotros estrecho, pero en Dios es amplio. Nos resulta estrecho porque nuestras “buenas razones” intenta otros caminos.

Ir por el camino de la fe supone, de alguna manera, dejar en suspenso la libertad yendo por donde en fe entendemos que Dios nos conduce. Hay que estrechar la voluntad y el afecto, en fe a este modo nuevo donde Dios quiere conducirnos por el camino estrecho. En el texto de ayer, por ejemplo, aparece Abraham a quien Dios le pide que deje su tierra y vaya a nuevas tierras. Dejarlo todo sin ninguna seguridad más que lo que Dios le dice es estrechez… Sin embargo, en fe emprende el camino, que lo llevará a la Tierra prometida y le dará una innumerable descendencia.

Cada uno puede hacer recuento de las oportunidades de cada día en las que el Señor pasa, invita y llama. Para Teresita del Niño Jesús estas puertitas eran las ocasiones de hacer algo que al padre le agradara. Eran esos instantes en que ella se jugaba y obraba por amor para darle gusto a Dios.

Para Hurtado esta puertita era decirle siempre sí al Señor… en cada “sí patroncito”, “encantado patroncito” a cada fragil y sufrimiente a los que servía. Decir sí era entrar por la puerta estrecha porque no le dejaba margen de seguir avanzando hacia Dios quien lo recompensaba con la paz.

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Contaminación, basura y cultura del descarte

20. Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.

21. Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. (…)

22. Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura. Advirtamos, por ejemplo, que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos.

Encíclica “Laudato si” (alabado seas)

 

* Material tomado del blog del  P. Gustavo Fares