Enviados a anunciar la Buena Noticia de dos en dos

jueves, 7 de febrero de 2019
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El evangelio de hoy nos mete de lleno en la dinámica misionera de Jesús y de la Iglesia. El Señor envía a los doce como anuncio de lo que va a ocurrir después de la Pascua y Pentecostés. Una Iglesia misionera, en salida, peregrina en la historia. Una Iglesia que decidida en sus convicciones, sale a anunciar lo único importante: el Reino de Dios y su justicia; la persona mismísima de Jesús.

Muchas veces el riesgo que se corre es el de pensar que los cristianos somos misioneros por ir a misionar durante el año a algún lugar. Sin embargo resuena la palabra de Jesús: quédense en las casas.

Claro que esto nada tiene que ver con estancarse y ceder frente al miedo y encerrarse en uno mismo. Lo de Jesús más bien pasa por pedir que lo que se haga es lo que él vive permanenetemente en su Encarnación: hacerse uno más. Meterse en la realidad. Embarrarse. Muchas veces creo que hemos hecho de la misión un “toco y me voy”. Es decir, paso unos días en algún lugar que no es el mío y comparto con la gente. Yo creo que es una muy linda experiencia. Pero si nos quedamos con eso solo, nos quedamos cortos. Porque como decía allá en los pasillos de la villa 31 de Buenos Aires Carlos Mugica, “yo me puedo ir, ellos no…”

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Mc 6,7-13