“Es un cóctel muy peligroso el que La Nación ha tenido ayer en su editorial”, aseguró monseñor Marcelo Colombo

martes, 31 de julio de 2018
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31/07/2018 – Ante la editorial publicado ayer por el diario La Nación, el administrador diocesano de La Rioja y arzobispo electo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, afirmó que “hay un desborde de la función periodística que se arroga, en el caso de estos editorialistas, la función de jueces con una especie de omnipotencia para poder expresarse sobre lo actuado en su momento por la Justicia argentina”.

Monseñor Colombo también indicó que “llama la atención los argumentos utilizados por La Nación que son propios de los que utilizaba un pasquín riojano de la década del 70 llamado El Sol, que buscaba permanentemente desacreditar a monseñor Enrique Angelelli”. Y agregó: “En ese diario había algunos personajes vinculados a los servicios de inteligencia de la época. La verdad es que es un cóctel muy peligroso el que La Nación ha tenido ayer en su editorial y con el que pretende callar a la Iglesia, ponerla en ridículo, desacreditarla. Pero la Iglesia de Jesús, gracias a Dios, está más allá del diario La Nación y tiene que ver con la acción de Dios y de su pueblo. Pero mientras tanto, como pastor en funciones en La Rioja, me he visto obligado a destacar la grotesta y grosera afirmación de este periódico que no tiene otro fundamento que este encono con la Iglesia católica. Esto nos llama la atención por lo inusual y nos provoca perplejidad”.

Este es el texto del comunicado que difundió más temprano el obispado de La Rioja sobre este tema:

Mis queridos riojanos: Una vez más les escribo en el contexto de la evocación en los próximos días, del martirio de Monseñor Angelelli, nuestro buen pastor asesinado por el Terrorismo de Estado cuarenta y dos años atrás.

Con sorpresa e indignación, leí ayer el editorial de un diario de Buenos Aires que ensuciaba con arteras consideraciones no sólo la vida, sino también la muerte y lo que ha constituido el juicio a sus responsables y el proceso canónico establecido para la verificación de las virtudes y la muerte martirial del prelado riojano.

Sin ningún fundamento, con afirmaciones altisonantes, carentes de sustento salvo el odio y la búsqueda permanente del descrédito de la Iglesia, el autor anónimo de este editorial que atribuiremos por tanto al mismo diario en la persona de su director, menosprecia el rigor jurídico de la justicia humana que en sucesivas intervenciones, primero en La Rioja a partir de la actuación ejemplar del doctor Aldo Morales y años después de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos, en la justicia federal, tuvieron a su cargo el estudio de las circunstancias y los autores del atentado que terminó con la vida de monseñor Angelelli.

Más tarde, en el mismo escrito, el diario cuestiona la ecuanimidad y el rigor del análisis teológico y canónico que precedió a la declaración del martirio. Parece que el diario La Nación todo lo sabe y todo lo juzga porque es la medida absoluta de la objetividad y la independencia periodística al punto de “tener la justa” inclusive en materia canónica. Las mismas falacias de “El Sol”, aquel pasquín riojano de los años ’70, que atacaba a la Iglesia en la persona de su obispo y celebraba impúdicamente su muerte, aparecen redivivas en el editorial de ayer.

Enrique Angelelli, pastor de tierra adentro, molestó y molesta a los poderosos. Su palabra sencilla y sincera, nacida del Evangelio, preocupaba y preocupa a quienes quieren disciplinar a la Iglesia de Jesucristo para que responda a sus intereses y tranquilice sus conciencias, de quienes entonces pretendieron acallar la voz del pastor y ahora ensucian su memoria y buscan paralizar las energías de una Iglesia en salida, dispuesta a caminar con paso firme, sin negar sus errores y fragilidades, para llegar a todos los hombres y mujeres, especialmente los más pobres y excluidos.

Con frecuencia semanal leemos en ese y otros diarios algún editorial cuestionando a la Iglesia en la persona de sus pastores. Ciertamente puede haber motivos válidos para ello en más de una ocasión pero a partir de la inusitada violencia y la frecuencia, podríamos preguntarles con respeto y firmeza, ¿No será mucho, señores? ¿Tanto les molestamos? ¿No deberían ocuparse de los problemas reales del país, de las víctimas de los que juegan con la especulación financiera y nos despojan del futuro? ¿No deberían preocuparles las cortinas de humo que desde los espacios de poder económico y político, cada día nos apartan de la realidad para enfrascarnos en nuevas y más cínicas grietas que debilitan a este alicaído cuerpo social? Ojalá este periodismo recupere la cordura y la objetividad.

Mis queridos hermanos, en pocos días, el cuatro y cinco de agosto, en Catedral y Punta de los Llanos respectivamente, nos reencontraremos para celebrar con entusiasmo la declaración de martirio de monseñor Angelelli. Será para mí la oportunidad de despedirme y abrazarlos con gratitud por estos años compartidos. Con toda serenidad, más allá de estas palabras que me veo obligado a pronunciar para poner de manifiesto los ataques de quienes nos dicen cómo tenemos que vivir y apacentar al rebaño de Dios, les renuevo mi afecto paterno y los bendigo en nombre de Jesús, nuestro Niño Alcalde y buen Pastor.

 

Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo.