Eterno, permanece

viernes, 30 de julio de 2021
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04/08/2021 – El Señor es el Eterno, más allá de todos los tiempos. ¿Nos sirve para algo saber eso? ¿Qué significa para tu vida que el Señor sea eterno? Dedicaremos tres programas a este tema. Hoy recordemos que todo pasa y Él permanece. Nosotros estamos limitados en el tiempo, y a veces nuestra mente es tan cerrada que nos parece que lo único que existe es lo que nosotros estamos viviendo ahora, olvidando que hay miles de años de historia detrás de nosotros.

Con más razón, olvidamos que Dios no está sometido a esos límites, sino que es eterno, que vive “desde antes de todos los siglos” (2 Tim 1, 9) y vivirá siempre, cuando todo se acabe. Nosotros pasaremos, terminaremos, pero él seguirá viviendo en su plenitud inagotable de un eterno hoy: “Ellos se acaban y tú permaneces. Se desgastan lo mismo que la ropa… Tú, en cambio, eres siempre el mismo y tus años no tienen fin” (Sal 102, 27.28).“Él existe desde siempre y para siempre, nada le ha sido añadido, nada le ha sido quitado” (Eclo 42, 21). “Señor, tu fama es eterna, tu recuerdo por generaciones” (Sal 135, 13). “Tu reinado es un reinado por los siglos, tu gobierno de edad en edad” (Sal 145, 13). Cuando en los Salmos repetimos continuamente que su amor es eterno (Sal 136, 1s) esa insistencia “parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor” (Francisco).

Mar de eternidad. En esa eternidad, su amor no cambia, su misericordia no se deja vencer, su poder no se debilita, y él mismo nos recuerda: “Yo soy el mismo desde siempre” (Is 43, 13). Cuando alabamos, de alguna manera nos liberamos de la prisión de este tiempo y entramos en su abismo de eternidad. Entonces, contemplamos al Señor en su eternidad: “El que es, el que era y el que viene… que vive por los siglos” (Ap 4, 8-9). Al mismo tiempo nos gozamos y deseamos que él sea siempre alabado, que ningún tiempo quede privado de la fiesta de la alabanza: ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Amén! ¡Amén!” (Sal 41, 14). “¡Bendito sea el Nombre de Dios, desde siempre y para siempre!” (Dan 2, 20). “¡Que tu Nombre sea glorificado eternamente!… Alabado y exaltado eternamente… ¡Alábenlo y glorifíquenlo eternamente!” (Dn 3, 26.52.57). “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal… sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Tim 1, 17).