“Historia de la Sierva de Dios Madre Isabel Fernández”, por Hna. Mirta Echarri

lunes, 6 de mayo de 2019
image_pdfimage_print

03/05/2019 – “La madre Isabel Fernández, sierva de Dios, nuestra fundadora, fue una mujer con mucho empuje, con mucho entusiasmo misionero que lo demostró desde chiquita”, comenzó contando la hermana Mirta Echarrii, postuladora de la causa de canonización de la religiosa Isabel del Monte Carmelo Fernández,  fundadora de la Congregación de Hermanas Misioneras de San Francisco Javier.

“Ella nació en el año 1881 y en 1892 tuvo que emigrar desde España, junto a su hermana y su padre a la Argentina desde España, y allí quedaría su hermano, del que no tuvo más noticias y este fue un hecho muy doloroso para la madre Isabel”, manifestó.

Desde los doce años se le despertó en ella un gran espíritu misionero y llegada a la Argentina trabajó en los hacinamientos que había en Capital Federal porque le preocupaba principalmente falta de conocimiento de Dios y la pobreza no sólo material sino también espiritual”.

“Entra luego a los quince años al apostolado de la oración acompañada por los jesuitas, ya que vivía muy cerca de la iglesia de los jesuitas”.

“A los dieciocho años comenzó a trabajar como telegrafista para ayudar a su papá”. “Todos los días antes de ir a trabajar participaba de la misa y tenía un grupo de muy buenas amigas quienes la acompañaban en su misión, hacían meditaciones juntas, daban catequesis, ayudaban a los pobres”.

El llamado

“Un día de Navidad siente el llamado a la vocación de la vida religiosa y es así que entra en el Instituto del Buen Pastor, pero providencialmente, decimos nosotras, le dicen allí que esa vida tan austera no le favorece a su salud”.

“Ella mejora, pero sigue buscando la voluntad de Dios”. “Finalmente, el 3 de diciembre del año 1925, funda el Instituto tan deseado con sede en Villa Raffo, Saenz Peña, el Instituto de Hermanas Misioneras de San Francisco Javier, siendo su primera Superiora General hasta el 28 de septiembre de 1942, día en el que falleció”.

“Su lema fue: <Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás se les dará por añadidura>”, esto va a marcar su vida, indicó la hermana Mirta.

“La hermana Isabel tenía una gran fe y todo lo que logró con los pocos medios que tenía fue porque Dios le dio toda la ayuda que necesitaba para seguir con la obra que Él le había inspirado”, expresó la religiosa.

“Ella escribía sus libretitas, sus conversaciones, que son una riqueza grande, porque sus escritos nos ayudan a vivir el amor a Jesús Eucaristía y a nosotras a poder transmitirlo a los niños”.

“La hermana Isabel cuando corregía lo hacía con toda caridad y con todo amor, sin generar enojos, era una verdadera pedagoga en su manera de formar a los niños y a los jóvenes”. “Las hermanas que la conocieron dicen que nunca se iba a acostar sin dirigirle unas palabras de consuelo a esa hermana que había corregido”, concluyó la hermana Mirta Echarri.

Para comunicarse con las hermanas: [email protected]