Hoy es el día…

jueves, 7 de junio de 2007
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Después dijo a sus discípulos:  “No se inquieten por la vida pensando que van a comer ni por el cuerpo pensando con qué van a vestir, porque la vida vale más que la comida y el cuerpo más que el vestido.  Fíjense en los cuervos, no siembran, no cosechan, no tienen despensa ni granero y Dios los alimenta.  Cuánto más valen ustedes que los pájaros del cielo.  Y ¿quién de ustedes por mucho que se inquiete puede añadir un instante al tiempo de su vida?.  Si aun las cosas más pequeñas superan sus fuerzas, ¿por qué se inquietan por las otras?”.  Y les decía Jesús:  “Fíjense en los lirios, no hilan, no tejen, sin embargo les aseguro que ni Salomón en el esplendor de su gloria se vistió como uno de ellos.  Si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa al fuego, cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe.  Tampoco tienen que preocuparse por lo que van a comer o beber.  No se inquieten, porque son los paganos de este mundo los que van detrás de estas cosas.  El Padre sabe lo que ustedes necesitan.  Busquen más bien el Reino de Dios y lo demás se les va a dar por añadidura.  No temas pequeño rebaño porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino”.

Mateo 6, 25 – 34

Hoy es un día para la alianza con Dios, para este compromiso de amor y de fidelidad.  Hoy es el día.  Hoy es el día en que el Señor quiere actuar en tu vida, necesita ver tu agenda, y en esa agenda quiere regalarte un corazón, un centro, un lugar desde donde puedas descubrir que Él, allí presente, hace brotar todo, como un manantial de agua viva que riega toda tu jornada, todo tu día.

Cada rincón, cada momento y cada encuentro, el descanso, la comida y los silencios, también los compartires, los vínculos de amistad y el fragor que mete la jornada de hoy, las responsabilidades que ya tenemos asumidas de antes.  Pero hoy es.  Hoy es el momento.

En tu día, en tu jornada hay un hecho, hay un momento pensado, puede ser un encuentro de amigos o algo que tenés que resolver, puede ser lo de todos los días vivido de una forma distinta o un momento de compartir con el Señor en la oración, sencillamente un espacio de esos que nos tenemos que dar para que la vida se renueve todos los días, esos espacios que nacen de la amistad y que brotan de las relaciones en las que hacemos bien y las que nos hacen bien.

Hoy es un día para que Dios sea Dios en tu vida y para que tu agenda tome un color distinto.

Cuando pienso en tu agenda pienso en lo que vos ya sabés, en lo que está por delante tuyo, en tu cosa cotidiana, en lo de todos los días, pero en tu rutina hay algo que le da vida al resto, es la presencia de Dios que está escondida allí.

Te invito a que la descubras, a que metas la mano en tu corazón y la saques fuera, para que poniéndola en tu propia mano descubras cuanta riqueza se esconde detrás de ese momento, de ese lugar.

Cuando uno tiene expectativas, cuando uno prepara el encuentro, el Señor de la Vida llega con un terreno trabajado, como le decía el zorro al principito, “cuando yo me voy a juntar con vos a las cuatro, a las tres ya estoy mirando por la ventana a ver si estás llegando”.

Así también en el comienzo de nuestra jornada, mirando hacia aquel momento que es el corazón de nuestro día, queremos sencillamente detenernos para ver como es que va a ser, como va a llegar sobre él; simplemente nos proyectamos con la expectativa de encontrar allí la paz, la alegría y el gozo que el corazón humano necesita mientras se va haciendo presente en lo de todos los días.

Vos y yo necesitamos a Jesús para sostenernos en el camino que nos lleva a la paz, al gozo que no va a tener fin, a la felicidad que será para siempre, para Él hemos sido creados.

Mientras tanto, hay momentos donde lo definitivo se adelanta y da un paso hacia el presente, son espacios de eternidad donde nos encontramos con el hoy absoluto, para que no haya ni ayer ni mañana, sino solo hoy, con Dios.

Cuando nosotros descubrimos este corazón de nuestro propio quehacer cotidiano, la eternidad se hace presente en el tiempo y el tiempo adelanta su paso a la eternidad, lo cual es, como dice Jesús hoy en su Palabra, “el Reino en medio de nosotros, ustedes busquen el Reino”, por eso estamos buscando el corazón del día de hoy.

Es como cuando te sentís mal, porque te bajó la tensión o tuviste alguna descompostura, entonces llega el médico de urgencia o la doctora y dice:  “a ver, adónde está el pulso”…

Queremos tomarle el pulso al día de hoy, ¿dónde está el pulso, dónde está el corazón del día de hoy?.

Hoy.  Hoy es el día.  Hoy.  Hoy es el día para descubrir esto en tu propia vida.

Claro, en todos nosotros hay un deseo de mejorar, de crecer, de ser más importante, de desarrollarnos, pero esto no tiene que llevarnos a estar pendientes del futuro, que es como no terminar de vivir el presente, ni disfrutarlo, ni gozarlo.

¿Por qué?, porque esta actitud interior de la dependencia de lo que vendrá nos genera ansiedad y hace que el presente se vuelva insoportable.

Te digo sinceramente, así me reconozco a veces frente a algunos hermanos, cuando, ante todo lo que tenemos por delante yo no termino de vivir el presente y pienso en las radios que vendrán, en las tareas que tenemos, y con sus gestos me parece que por ahí me dicen:  “Padre, pare un poquito porque está un poquito cansador, un poquito insoportable…”.

Es la ansiedad que nos gana el corazón cuando tenemos mucho por delante y no terminamos de darnos cuenta que lo que mas cerca tenemos es el próximo segundo por vivir y el próximo momento por compartir.

Lo que sí tengo que decir, es que en el último tiempo he tenido la Gracia de poder hacer foco sobre lo que voy haciendo, es realmente una Gracia, entre todo, lo más importante hoy es estar en este momento con vos compartiendo esta catequesis, ¡y que grato que resulta poder estar ahí donde uno está!.

Alejandro siempre me solía decir:  “te estoy hablando, mirame”, yo le decía lo mismo a él por otros motivos, es prestar atención a esa necesidad de que cuando a uno le hablan, el otro sepa que lo estás atendiendo, y la verdad, que como Alejandro me conoce, sabe cuando yo me desconecto de lo que me están diciendo y mi cabeza ya está puesta en lo que viene, no ayuda esto, tampoco uno puede vivir el hoy de una manera aplastante, hay que ir paso a paso, siguiendo el ritmo de todos los momentos que vamos viviendo, eso es lo que determina esta posibilidad de gozar desde adentro del corazón, con lo que vamos teniendo a la mano.

Ayer pasó, mañana no está, hoy es el día.

Cuando nos despertamos tempranito, o a la hora que nos toca despertar, que bueno es poner el corazón en su lugar y ordenarlo, que bueno cuando uno se da cuenta que el orden no nace de lo externo, aunque esto colabore y ayude, sino de la interioridad.

Como hoy dice la Palabra, la liturgia de este jueves, en el Evangelio de Marcos, el mandamiento del amor es para esto:  “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, con todo el corazón, con toda el alma”.

Jesús, ante la pregunta de cómo van ordenados los mandamientos y la respuesta de aquel escriba, lo único que hace en el diálogo es justamente ayudar a poner las cosas en su lugar, en orden.

¿Cómo necesitamos pararnos en una agenda?, cuando uno arma la agenda lo que hace es marcar la actividad que toca hacer, y destacar dentro de la actividad, aquello que guarda mayor importancia, porque tiene una jerarquía en función de distintos factores:  afectivos, de trabajo, económicos, un valor de organización determinado, el que sea que le demos.

Cuando nosotros organizamos nuestra agenda en Dios, si despertamos a la mañana con la consciencia de que Dios viene con nosotros, Dios nos va a mostrar cual es el momento más central, donde Él quiere verdaderamente darnos el pulso de la jornada, eso es lo que estamos buscando, el corazón de tu agenda, hoy.

Al día de hoy le basta con lo que tiene, no hace falta otra cosa, sólo por hoy, ¿te acordás?, como compartíamos la semana pasada hablando del sabio Juan XXIII, “sólo por hoy…”.

Si pudiéramos hoy por hoy darle valor a lo que tenemos entre las manos, descubriríamos como la angustia o la ansiedad por lo que vendrá desaparecería, y los rencores y los remordimientos de lo que no pudo ser del pasado también desaparecería, es sanante vivir este hoy en Dios y vivirlo con intensidad.

Hoy es un día valioso, hoy estoy llamado a vivirlo, el pasado fue, el futuro no está, lo que fue no lo puedo borrar, ya terminó, el pasado no tiene que arruinar mi presente.

Hoy es hoy, eso es lo que Dios me está ofreciendo hoy generosamente, tengo que vivir de tal manera hoy, que pueda sentir que vale la pena que yo exista, y eso es vivir en los brazos de Dios, sabiéndome amado, profundamente amado, entregándome a su amor, a su proyecto.

Si siento que mi pasado no me da derecho y que hace que desprecie mis fuerzas, lo importante es que hoy viva con amor, que hoy trate bien a una persona, por ejemplo, que hoy haga algo bueno, que hoy elija hacer un gesto de caridad, que hoy pueda descansar, aunque sea tan solo un minuto, en los brazos de Dios Padre en la oración, que hoy dé un paso positivo, que hoy camine, aunque tenga motivos para avergonzarme de mí mismo, con la frente alta.

Si me parece que tengo que pedir perdón por algo que hice o que tengo que reparar un daño que causé, es bueno intentar hacerlo hoy, o al menos tomar ahora mismo la decisión de llegar a ese paso, a ese momento.

Porque no puedo escaparme de lo que me toca, pero sí puedo vivir lo que me toca de una manera libre interiormente, como una opción y una elección, no como un peso que cargo sobre mis espaldas y que me resulta insoportable, ¿cuándo hago esto?, cuando descubro que el Dios, que era tan lejano, se hizo tan cercano que ahora me dice:  “porque estoy cerca tu yugo, tu carga se hace ligera, se hace liviana”.

¿Sabés que pasa?, pasa que el Cielo bajó, y nosotros hemos dado un paso a la eternidad, en la conciencia de este Dios de la historia, que nos hace vivir el presente como un anticipo de la eternidad. 

Por eso dice hoy la Palabra:  “ustedes busquen el reino de Dios”, esto aligera la carga, esto hace que vivamos hoy con la intensidad con la que Dios quiere que la vivamos.

Es a vivir el hoy, a vivir el presente, para vivir la eternidad anticipadamente en la búsqueda del reino, a la que nos invita la Palabra, no tiene que ver con esto de la postmodernidad.  Donde no hay historia y donde todo parece definirse ansiosamente en un presente de “si no la vivís hoy, fuiste”, porque la vida se te acaba.

Para nosotros vivir el hoy con intensidad es tener claro que la vida continúa, y tanto hoy como mañana, si tenemos la oportunidad de vivirlo será igualmente intenso que hoy, por lo tanto, es un vivir el hoy lo que estamos proponiendo, y un captarle el pulso a la historia del presente en medio de nuestra agenda, que tiene carácter proyectivo sobre el futuro, pero no dependiente del futuro, sino proyectivo sobre el futuro.

Por eso podríamos decir que el espacio que comenzamos a compartir a partir de ahora es para aprender a construir el futuro desde el hoy, viviéndolo como Dios quiere que lo vivamos:  en plenitud.

Quizá algunos errores que hemos cometido han destruido una parte del proyecto, son esas metidas de pata que seguramente ocurrieron en nuestra historia, que cuando las divisamos percibimos que no fue de golpe, que fue de a poco, que fue casi sin darnos cuenta, sin haber tomado el toro por las astas antes, y de golpe nos vemos ya en el último paso, como viendo jaqueada nuestra vida en un proyecto familiar, laboral o de comunidad que no supimos cuidar y que nos ha perjudicado, y hoy viene a hacer añicos con lo que en algún momento fue nuestro sueño.

Tal vez porque ese motivo está presente en lo que estamos viviendo, en lo que me toca vivir o lo que te toca vivir, la vida no me ofrece a veces las posibilidades que yo sé que tenía y que ya no las tengo, pero, no todo está dicho… ya que la vida es cambio, y así como en su momento la equivocación no permitió que yo haga lo que hoy podría estar haciendo, si hoy comienzo a cambiar, seguramente mañana será un día mejor, porque lo comencé a construir hoy.

Nelson Mandela, por ejemplo, pasó por terribles calumnias, su propia historia se vio bajo situaciones muy humillantes y sin embargo,, después llegó a ser presidente de un país.  Después de estar años en la cárcel.  Después de que su presente no se presentaba ni halagüeño ni bueno.

Otras personas que cometieron grandes faltas, grandes pecados, como sucedió con San Pablo y San Agustín, fueron capaces de comenzar algo nuevo, y le dejaron algo bello al mundo.

Cuanta gente uno ve con esfuerzo resurgir de situaciones verdaderamente complicadas, ciertamente difíciles, diría yo más bien crucificantes, cuando no limitadas, que no permiten pensar en el futuro, cuantos hermanos que en un accidente quedan con algunos miembros imposibilitados, y sin embargo no bajan los brazos, entablan la lucha desde ese lugar limitado, empiezan a pensar y a reconstruir la vida desde un lugar distinto, y son un canto a la vida, le ponen sinfonía al canto de la vida, con una voz maravillosa… es la voz de quienes verdaderamente dicen la vida es vida, y merece ser vivida con intensidad.

No hay límite ni hay situación que nos pueda deprimir, si uno se deja llevar por su fuerza termina por encontrar cauces y caminos donde parece que se habían terminado las posibilidades para uno, si vos sos uno de esos, ¿sabés lo bien que nos haría que nos cuentes tu historia?, ¿sabés que nos ayudarías a encontrar el pulso a todos?.

Porque muchas veces nos pasa, ¿no?, que vos decís, “y el día de hoy ¿para qué vivirlo?, no tiene sentido, pasará como el de ayer y será como el de mañana”.

No, no, no, no y no.  

Para nosotros tiene un valor único el día de hoy.

Hoy es el día.