Invitados a dejarlo todo para abrazar la riqueza de su propuesta

lunes, 28 de mayo de 2018
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28/05/2018 – Los primeros versículos del texto de hoy nos introducen en la temática de esta catequesis. Que tiene que ver con esta actitud con la que este joven, poseedor de muchas riquezas, se acerca a Jesús corriendo, dice Marcos. Se va corriendo hacia el Señor y se arrodilla, atraído por un impulso del corazón, que brota seguramente de esta predicación de Jesús, que ha conmovido su estructura y le ha dejado un mensaje de gozo, de paz, de alegría. Frente al cual él dice: “tengo que hacer algo”.

Catequesis en un minuto

 

Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”.

San Marcos 10,17-27

Cuando Jesús habla del Reino de los cielos, también lo compara a un niño. “Si ustedes no vuelven a hacerse como este niño, no entrarán en el Reino de los Cielo”. Se llamaba niño o niñas, a los humildes servidores, los que no participaban tanto de la cosa de la mesa importante de la familia, cuanto que permanecían en todo caso, alrededor de ella como aquellos que la servían, la atendían, se fijaban para que nada faltara. Si ustedes no tienen esta condición, que es en realidad la que asume Jesús, en la última cena, no van a entender el mensaje del Reino de los Cielos. Que en verdad está hecho- dice el Señor, para los humildes, para los sencillos.

No es la actitud que tiene el joven rico en el evangelio. El viene impulsado posiblemente por un espíritu que probablemente primero fue, como tomado por Jesús por la grandeza de su obra, pero agarró este otro costado suyo, donde él pensó que era cuestión de una muy buena voluntad. Sólo con esto bastaba para entrar en el camino de Jesús. Jesús le dice “no, hay que hacerse pequeño y entregarlo todo”.

Radicalmente el seguimiento de mi persona, supone abandonarlo todo y quedarse con todo. Esta es la lógica de Jesús. Dejar todo lo que uno es, para quedarse con todo lo que Dios propone para el camino en lo de todos los días. Aquí está la clave.

Si vamos por este sendero, seguramente, no nos vamos a pasar de mambo, no nos vamos a extralimitar, de lo que nos toca. Es la voluntad de Dios en lo cotidiano donde se juega la historia. Es el querer de Dios hoy, aquí, y ahora. Es en este momento donde Dios me pide esto, donde se juega en lo simple y en lo sencillo de mi quehacer, su voluntad y su querer que hace grande mi vida.

Tener esa conciencia en mi vida de un Dios que es presente. Que es aquí y ahora. Que se ha comprometido con las coordenadas del tiempo y del espacio para que yo despertando de mi sueño de la noche, descubra que está vivo y que me invita a vivir en comunión con ÉL. Desde ese lugar podemos dar mucho fruto.

Y nuestros sueños se van haciendo realidad sólo si nos animamos a morir en Jesús y con Jesús resucitar. Es lo que no se anima a hacer el joven rico. Tiene mucha riqueza. Como muchos deseos. Pero no los puede concretar en el camino porque puede más esto que la conciencia, de que ahí, en esa persona, en esa propuesta que se le está haciendo en ese día, está Dios escondido.

¿En qué rincón de tu agenda estará Dios? ¿conscientemente que te das cuenta? ¿Dónde hallás la expectativa de encontrarte con Él?

 

Catequesis completa