Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre

martes, 6 de abril de 2021
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04/04/2021 – Hoy compartimos la catequesis junto al padre Daniel Cavallo, de San Francisco-Córdoba. Comenzamos rezando la Secuecia Pascual.

 

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”.Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes’”. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

 

Jn. 20, 11 – 18.

 

 

¿ Dónde lo buscas al Señor?.
¿Lo descubrís fácilmente entre tus hermanos o te encerrás en sueños de Cristos imaginados?

. Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre. Hay que descubrirlo desde la fe y anunciarlo con toda la pasión del amor.

. Las lágrimas de la “acedia” no permiten al crryente tener la claridad para descubrir su presencia activa y operante.

. La “acedia” es la tristeza por el bien del que goza la caridad . Es la ceguera para el bien de Dios que toma los bienes por males y los males por bienes.

. La alegría del discípulo en Cristo resucitado ” es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. No es un sentimiento pasajero de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios” (Aparecida 29).