La amistad social: el valor que hay que construir en este tiempo

viernes, 14 de mayo de 2021
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14/05/2021 – En el Evangelio de hoy Jesús nos invita a permanecer en Su amor, esto significa crear vínculos de amistad, amistad social que nos plantea el Papa Francisco en Fratelli Tutti. Esa que sea capaz de superar las diferencias que a veces agrietan la convivencia cuando no valoramos lo positivo que hay entre los distintos. Tal vez este sea el gran desafío: corrernos de ese lugar desde donde el poder crea y genera división.

Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.» Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»

Jn 15,9-17

 

Jesús crea amistad incluyendo las diferencias

Si hacemos un recorrido por los lugares de pertenencia de los que forman parte de la comunidad de los doce, nos encontramos entre otros con: cuatro pescadores, dos que pertenecen a un grupo de revolucionarios llamados de los zelotes, un cobrador de impuestos, uno considerado por Jesús un judío de pies a cabeza, sin dobles. A los que después se les suma uno que de perseguidor de los discípulos del camino se constituye en apóstol de los gentiles.

Los modelos mentales de pertenencia a la sociedad de su tiempo y como se vinculan desde esos lugares a Jesús, son bien distintos. Sin embargo pudieron construir desde una perspectiva nueva, un modelo comunitario surgido del orden nuevo que propone el anuncio del reino. Es remanido y conocido el dicho: “los une el horror”. Acá lo que une es el amor.

Todo fue posible gracias a la fuerza aglutinadora de Jesús Amigo, el que pone en sinfonía a los opuestos a modo de un gran director de orquesta.

Pablo lo dice hermosamente en Ef 2,14 como es que obra esa gracia de armonía y alianza entre los diversos modos de ser de la comunidad:”Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad”.

Ser amigos en el Señor

San Ignacio de Loyola escribe así a Juan Verdolay desde Venecia el 24 de Julio de 1537: “De parís llegaron aquí nueve amigos míos en el Señor” Que mejor lazos de relación humana sostenidos y construidos en Cristo. Encontrar esta dimensión de la relación de amistad es construir el vínculo desde un lugar muy sólido y es vivir la fe en el Señor con la certeza de haber entendido el misterio de Alianza que supone el trato íntimo con El.

Cuando la amistad es en Jesús la relación fluye, se puede compartir toda experiencia, se puede confiar todo pensamiento, por que el fondo de pertenencia mutua en El protege y valoriza el entendimiento y el sentimiento sincero.

Así describe San Agustín esa experiencia de amistad:

“Lo que más me reconfortaba y reanimaba eran los consuelos de otros amigos, con quienes yo amaba lo que en lugar de ti [Dios] amaba. … Cautivaba mi ánimo: conversar y reír juntos, dispensarnos mutuamente pequeños favores, leer en común libros amenos, divertirnos unos con otros y darnos pruebas de mutua estima, discutir de cuando en cuando sin apasionamiento, como lo hace uno consigo mismo, y sazonar con este rarísimo descuerdo las múltiples ocasiones en que estábamos de acuerdo, enseñar o aprender algo unos de otros, echar de menos con nostalgia a los ausentes, acoger con alegría a los que llegaban. Con estas manifestaciones y otras semejantes, que nacen del corazón de los que mutuamente se aman, y que se expresan por el rostro, por la lengua, por los ojos y por mil otras gratísimas demostraciones que se funden como combustible las almas, y de muchas se hace una sola”1
Jesús puede llegar a ser el mejor amigo

Cuenta el padre Carlos Valles:

“La amistad personal con Jesús es la mejor realidad de nuestras vidas y el vivirla puede llegar a ser una experiencia tan intensa, tan llena de gozo intimo y de placer sin mancha que nada más y nadie más parecen hacer falta para la felicidad completa y el desarrollo total de la persona. Se por propia experiencia lo que eso significa, he vivido no solo en mi juventud, sino en mi edad madura, y bien madura, períodos de gracia y de luz, en que Dios se acerca y todo lo demás palidece; y he gustado la verdad , la alegría, la profundidad, la ilusión y el idilio de decir: “ Jesús es mi mejor amigo. Es el fruto más exquisito de nuestra fe y permite que el vínculo de ligazón con el cielo sea posible en nosotros. Dios puede y de hecho lo hace satisfacer todas las necesidades humanas, por si solo. Sin embargo habitualmente llega por medio y de la mano de otros, por eso Jesús crea la comunidad de amistad”2

En el evangelio de San Juan donde la categoría de amistad aparece propuesta como el modo de vinculo de Jesús con los discípulos la comunicación de esta gracia viene mediada, leemos el capitulo 1, 35 -49
“Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.

Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.»Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscan?» Ellos le respondieron: «Rabbí – que quiere decir, “Maestro” – ¿dónde vives?»

Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.

Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.

Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» – que quiere decir, Cristo.

Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» – que quiere decir, “Piedra”.

Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme.»
Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.

Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»

Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»

Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»

 

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