“La ansiedad es enemiga de la oración” – Por el Padre Héctor Espósito

martes, 20 de febrero de 2018
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Momentos-de-reflexión

20/02/2018 – Continuando con el Retiro espiritual radial, el Padre Héctor Espósito, meditó sobre la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios, capítulo 2, 10ss, donde San Pablo nos dice que el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo del hombre, y aunque no sabemos orar es el Espíritu el que ora dentro de nosotros, (Rom, 8,26).

Agregó diciendo que San Pablo “Nos sugiere que aprendemos a orar no por esforzarnos, sino por suspender y dejar de lado nuestro esfuerzo y por el contrario aprendiendo a ser. La meditación es la práctica espiritual universal que nos encamina a esta dimensión de oración, ¿Cuál? a la oración de Jesús, y nos lleva al silencio, a la quietud y a la simplicidad”, expresó.

Y como cristianos meditamos porque creemos en Cristo resucitado que vive y que vive dentro de nosotros. Y lo creemos cuando Él nos llama para dejar de lado las preocupaciones del ego, el tuyo, el mío y para seguirlo donde Él vaya”.

El Padre Héctor citó a San Juan de la Cruz, quien dijo que la oración es “La atención amorosa en Dios”.

Siete enseñanzas de Jesús para la meditación

El padre Héctor enumeró esta siete enseñanzas: la humildad; la interioridad; el silencio; la confianza; la espiritualidad; la paz y atención. Y agregó que Jesús nos dice que no nos preocupemos por el mañana. Por eso es en la meditación donde dejamos de pensar en el pasado y en el futuro y aprendemos a vivir plenamente el momento presente, y recordó que este era el ideal de San Juan XXIII.

Dejó claridad sobre lo que la oración es y no es. Indicó que la oración es estar con Él. No son técnicas, estas son una preparación pero no es la oración, la oración es estar a gusto con Él.

¿Cómo orar Padre? ¿Cómo hago?

Cómo se aprende a orar, se preguntó el Padre, a lo que respondió, orando.

Siéntate en quietud en actitud de reverencia.

Mantén la espalda derecha, el cuerpo alerta y despierto.

Respira normalmente.

Permanece relajado y atento.

Delicadamente cierra los ojos y comienza a recitar la palabra que elegiste, la jaculatoria, la oración. Repite tu palabra de oración durante todo el tiempo de la meditación. Ej.: “Ven Señor Jesús”, “Señor mío, Dios mío”, o la que tu quieras.

Mantener la misma hora y el mismo lugar para la oración. Trata a tu meditación como un tiempo prioritario. Un espacio que no se negocia. Esto ayuda a profundizar el ritmo de oración.

¿Qué hacemos ante la distracción?

 

  • No procures luchar contra ella (ya sea que se trate de imágenes, pensamientos, sentimientos…).
  • Presta toda tu atención a la jaculatoria retornando suave y fielmente a ella durante toda la meditación. Agárrate fuerte de lo que elegiste como palabra sagrada o jaculatoria.
  • No te concentres en la distracción, trátala como la música de fondo.
  • Sé humilde, paciente, fiel, mantén el sentido del humor. Reíte de vos. La oración no es para ir a amargarse. No es el momento para que una nube se transforme en una noche oscura.

Por último, el Padre Héctor relató una anécdota donde un sacerdote indio comparaba la mente con la trompa de un elefante.

“Los elefantes se usan mucho para las procesiones en la India, pero si no se los conduce, tiran de todo, comen de todo”. “¿Qué hacen los indios?, le ponen una caña en la trompa del elefante, él la anuda con su trompa y sigue sin romper nada, así pasa con la palabra sagrada, con la oración que hemos elegido, gracias a esa caña que le pongo a la trompa, puedo terminar la oración de silencio desde el principio hasta el final”, concluyó.