La causa de beatificación de los Mártires del Zenta ya cuenta con la aprobación de los cardenales

miércoles, 29 de septiembre de 2021
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29/09/2021 – La religiosa franciscana Isabel Fernández, postuladora de la causa de los Mártires del Zenta, informó que la junta de cardenales de la Santa Sede en Roma dio el voto positivo para avanzar en la beatificación de los sacerdotes Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas y de 18 laicos. La muerte de estos misioneros ocurrió en el valle del Zenta, en el norte de Salta, el 27 de octubre de 1683. Este grupo de misioneros fue atacado por tobas y mocovíes. Ahora, monseñor Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, deberá presentar todo lo resuelto al papa Francisco, quien será quien finalmente proceda a decidir si están dadas las condiciones para llevar adelante la beatificación. En caso de que el proceso resultara positivo, el santo padre decidirá la fecha y el lugar donde se va a realizar la ceremonia en la cual los Mártires del Zenta serán beatificados.

En diálogo con Radio María Argentina, el padre Rubén Gutierrez, párroco de San Jorge en Pichanal y difusor de la obra de los Mártires del Zenta, reconoció que tomaron la noticia con “una alegría maravillosa porque estamos convencidos de que la Iglesia se nutre de testimonios sencillos como los de nuestros mártires. Desde la diócesis de Orán queremos contagiar esta alegría que tenemos a toda la patria. Superamos los peritos en historia, luego pasamos por los peritos en teología y ahora nos aprobaron los cardenales”.

La hermana Fernández añadió que “el Señor nos da el privilegio y el gusto de ser testigos de que esta causa llegue hasta esta etapa de aprobación. Este es un proceso largamente trabajado y hace mucho que se esperaba esto. Hoy comenzamos a ver los frutos de un trabajo tan arduo y tan difícil”. Luego, el sacerdote y la religiosa explicaron de qué manera el entonces cardenal Jorge Bergoglio, cuando era arzobispo de Buenos Aires, ayudó con todo lo necesario para poder llevar adelante la causa de los Mártires del Zenta ante las carencias evidente de recursos humanos y materiales de la iglesia de Orán. “En ese momento nuestro obispo era monseñor Jorge Lugones, también jesuita, quien le pidió a Bergoglio que nos ayudara. Y yo me encargué personalmente de ir a verlo a Buenos Aires, mientras estaba en una formación”, indicó Gutiérrez. En las próximas semanas, será el mismo Jorge Bergoglio, hoy convertido en el papa Francisco, quien decida sobre el curso de esta causa en Roma.

En octubre de cada año parte una tradicional de la terminal de ómnibus de Pichanal y termina en la capilla de Santa María. Los Mártires del Zenta fueron un grupo de sacerdotes, misioneros y laicos, entre ellos criollos y aborígenes, que en el siglo diecisiete se internaron en la zona del Chaco salteño, con el objetivo de llevar la Palabra de Dios a los pueblos originarios de la región que hoy comprende el departamento de Orán. El padre Pedro Ortiz de Zárate acariciaba el sueño pastoral de organizar una acción misionera en el Gran Chaco, en la amplia zona de selva entre los ríos Bermejo y Pilcomayo. Los mártires fueron asesinados el 27 de octubre de 1683, en la capilla de Santa María, erigida en las cercanías del río Bermejo y del río Santa María, después de la celebración de la Eucaristía.

Ortíz de Zárate había nacido en Jujuy, era casado y tenía dos hijos. Fue tres veces alcalde de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Al morir su esposa en 1654, dejó a un lado su destacada vida civil e inició sus estudios sacerdotales en Córdoba y fue ordenado sacerdote en 1658. Realizó sus primeros servicios pastorales en Humahuaca, Cochinoca y Casabindo y se dedicó durante 24 años a la actividad evangelizadora. Su obispo lo consideraba un gran párroco, celosísimo de la honra de Dios, gran queredor de los indios y su favorecedor. Asistía con cariño a los enfermos y sustentaba con su propia renta a los sacerdotes más pobres. Era austero en todas sus costumbres. El padre Ortíz de Zárate recorrió el territorio de las provincias de Jujuy y de Salta, hasta que encontró la muerte junto con el sacerdote jesuita Juan Antonio Solinas y 18 compañeros laicos, mientras realizaban su labor misionera entre tobas, mocovíes y mataguayos. El legado del siervo de Dios está fuertemente vinculado a la devoción mariana por Nuestra Señora del Rosario, a la que construyó la actual capilla del santuario de Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya.

El padre Solinas había nacido en la isla italiana de Cerdeña en 1643. En su educación tuvieron un papel determinante los padres jesuitas, que se establecieron en la zona  pocos años después de que naciera Juan Antonio. Allí oyó hablar de los misioneros en tierras lejanas, de Francisco Javier y de las reducciones de los guaraníes en Paraguay, en cuya capital, Asunción, se encontraba trabajando un paisano de Juan Antonio, el padre Bernardino Tolu. Cuando creció y descubrió su vocación sacerdotal se convirtió en un incansable misionero jesuita que recorría el Litoral argentino y otras zonas cercanas. Así conoció a Ortíz de Zárate. Lamentablemente las crónicas dicen muy poco de estos laicos martirizados. No transmiten ni siquiera sus nombres. Sabemos sólo que eran dos españoles, un negro, un mulato; dos niñas, una mujer indígena y once indios.