La concepción virginal y el nacimiento de Jesús

lunes, 15 de septiembre de 2008
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“Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José, cuando todavía no habían vivido juntos concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era un hombre justo no quería denunciarla públicamente, resolvió entonces abandonarla en secreto, mientras pensaba en esto.

El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo, ella dará a luz un hijo, a quién pondrás el nombre de Jesús, porque el salvará a su pueblo de todos sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el Señor en el profeta, la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros”.

Mateo 1; 18 – 23

Los evangelios apócrifos son aquellos textos que en los comienzos de la vida de la iglesia, aparecen como queriendo rellenar la austera expresión de la vida de Jesús y en aquellos espacios donde los evangelios no tienen un relato construido que venga a calmar la curiosidad a cerca de cómo fue la vida de Jesús.

Los apócrifos aparecen como describiendo entre leyendas y fábulas, espacios que no están dichos en el evangelio.

Así entre otros aparece el propio evangelio de Santiago, que introdujo una gran cantidad de datos, bastantes pintorescos en torno al nacimiento y a la infancia de María. Joaquín y Ana, sus padres, el nacimiento maravilloso de María, siendo sus padres ancianos y estériles, su presentación en el templo, su niñez consagrada, el matrimonio con el anciano José, la gruta como lugar de nacimiento de Jesús, etc.

Este evangelio apócrifo, se divulgó por muchos lugares de oriente y entraron los datos construidos en el fácilmente en la piedad de los fieles, por ejemplo este dato que te daba recién, los padres de María se llaman Joaquín y Ana.

Estrictamente en términos bíblicos no podemos decir que esto sea así, es mas bien una tradición que tiene su origen de construcción en este evangelio apócrifo.

En muchas iglesias se instituyeron fiestas, como por ejemplo esta, de Joaquín y Ana, la presentación de María en el templo y la natividad de María, a partir de lo dicho en este evangelio apócrifo que generó una tradición.

Un documento del Papa Gelasio 1º. en el 495, rechazó y ordenó retirar los evangelio apócrifos, esto se incluyó expresamente en este decreto al propio evangelio de Santiago. Sin embargo las fiestas originadas en este evangelio persistieron en el calendario litúrgico y se mantienen, muchas de ellas, hasta hoy.

Por influencia del propio evangelio de Santiago, en el siglo 6, se celebraba en Jerusalén una fiesta que conmemoraba el nacimiento de María, esta fiesta se celebraba y se celebra todavía el 8 de Septiembre.

Como sucedió en la fiesta de la asunción, también en la natividad de la virgen, fue extendida a todo el imperio por orden, en este caso, del Emperador Mauricio en el 582 y mas tarde el Papa Sergio 1º. le dio una gran solemnidad en Roma.

Este es el origen histórico de la festividad de la natividad de María, estos son los lugares donde la tradición se ha apoyado para esta celebración.

Sin embargo el sentido mas teológico y profundo de la festividad del nacimiento de María lo esclarece en varios momentos la iglesia, a través de su misma tradición, celebrada su fe crecida y algunas expresiones como la de Juan Pablo 2º, que en perspectivas doctrinales pone mucha claridad al respecto de este acontecimiento.

En el jubileo milenario del nacimiento de Jesús, Juan Pablo, dice que nuestra mirada se orienta a María y que en estos años previos, decía el Papa, muchas voces he escuchado que se alzaban para exponer la oportunidad de hacer también un jubileo mariano, dedicado a la celebración del nacimiento de María.

Lo dice Juan Pablo 2º en Redemptoris Mater, donde está la mas rica, a mi juicio, de las enseñanzas últimas en torno a esta festividad y en torno a la cual nos vamos a valer para entrar en el sentido teológico, en el sentido profundo, espiritual, en el sentido cercano a nosotros que tiene esta celebración que hoy compartimos, el cumpleaños de María, su nacimiento en este 8 de Septiembre.

Todo el misterio mariano hay que entenderlo a la luz del misterio de Cristo, su nacimiento, su concepción inmaculada, su maternidad, están pensadas desde siempre por el Padre, en relación a los méritos que llegan a María, por los anticipados por supuesto, en el tiempo cronológicamente hablando del misterio de la redención y encarnación de Cristo Jesús, todo ha sido pensado en esta particular creación por parte de Dios, de la sin pecado concebida, en función de aquel don maravilloso que por ella nos llegaría, el misterio de Cristo Jesús.

La plenitud de los tiempos, decía Juan Pablo 2º, o sea el aconteciendo salvífico del Emmanuel, es el que ha estado destinado, desde toda la eternidad, pensado para que la madre, existente ya en la tierra, este como anticipando de alguna manera, el regalo grande que Dios nos hacía, y en este sentido decía el Papa “María es como el adviento, es el preanuncio del gran acontecimiento” y agregaba el Papa, mientras se acerca el segundo milenio, lo decía en Redemptoris Mater, “es plenamente comprensible que en este período deseemos dirigir de un modo particular a la que la noche de la espera de adviento comenzó a resplandecer como una verdadera estrella de la mañana, Stella matutina, decía Juan Pablo.

Igual que esta estrella junto con la aurora, precede la salida del sol, así María desde su concepción inmaculada, ha precedido la venida del Salvador, la salida del sol de justicia en la historia del género humano para prepararnos a las gracias que esperamos recibir de Dios en Cristo, es bueno saber que en este sentido de precedencia y nos abrimos al encuentro en la fe con María que es medianera de todas las gracias.

Que estamos diciendo con esto, que todo don, que toda bendición, toda comunicación de gracia que Dios nos quiere hacer en la persona de Cristo, la tienen a Ella como la puerta a través de la cual nos llega.

Es el camino que Dios eligió, lo eligió desde Jesús, lo eligió en Cristo. De allí que al final de su vida, Jesús cuando nos quiera dejar la puerta abierta para el don de la redención, que se ofrece plenamente en el misterio pascual, nos entrega al pie de la cruz, a su madre. Hay tiene a tu madre, que es como decir esta es la puerta. Mujer, estos son tus hijos, te los confío. Entrar por la puerta, entrar por este lugar, donde Dios nos comunica toda su gracia, es lo que estamos celebrando hoy. Celebramos el nacimiento de este lugar, la puerta por la que Dios entró a la humanidad, y habiendo entrado a la humanidad, nos regalo en la segunda persona de la trinidad, ya carne en el seno de María, el don maravilloso de la redención.

No podemos sino verdaderamente a lo grande festejar para toda la humanidad, este regalo inmenso que Dios nos ha hecho en el nacimiento de María.

Toda gracia de la iglesia esta unida al misterio de María, toda gracia, ella como madre de Crista esta unida de una forma muy especial a la iglesia. La iglesia que el Señor constituyó como su cuerpo.

El texto conciliar del Concilio Vaticano 2º acerca significativamente esta verdad sobre la iglesia, como cuerpo de Cristo siendo estas enseñanzas que nosotros hemos compartido en estos días en las cartas paulinas.

La iglesia que es el cuerpo de Cristo ha sido formada en el seno de María y como su ser se sigue formando, sigue siendo María su formadora. En este sentido María es el lugar de gestación de toda la eclesialidad, de todo el ser iglesia nuestra. Es la puerta por donde toda la gracia nos llega y el lugar donde el ser iglesia se va gestando, se va formando.

También nosotros podríamos decir siguiendo las enseñanzas de Juan Pablo 2º, que María es un anticipo y un modelo de la plenitud de ser hombre/mujer, de ser comunidad también.

En el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo, dice Juan Pablo 2º, María es anticipo y modelo.

Este preceder suyo como modelo, como tipo se refiere al misterio íntimo, como dice el Papa, de la iglesia, la cual realiza su misión salvífica, uniéndose a María. Uniéndose en Cristo a María.

Ella es virgen que guarda pura e íntegramente la fe, prometida al esposo Jesús, que se hace también madre, engendra ella misma una vida nueva, la de los hijos concebidos nosotros por obra del espíritu santo y nacidos de Dios.

Se abre en este sentido decía el Papa Juan Pablo, un amplio espacio dentro del cual, la bienaventurada Virgen María sigue precediendo al pueblo de Dios. Esta peregrinación suya de la fe, es la que representa un punto de referencia constante para la iglesia, para cada uno de nosotros en particular y para las comunidades, para todos los pueblos y las naciones, para toda la humanidad, decía el Papa y agregaba “es difícil abarcar y medir su radio de acción, es amplísima su presencia.

El Concilio Vaticano 2º subraya que la madre de Dios es ya el cumplimiento final del modo de ser iglesia. La iglesia en María ha alcanzado su perfección.

Ella, como dice la Carta a los Efesios en 5,27, no tiene ni mancha ni arruga, al mismo tiempo los fieles luchando todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado y por eso levantando los ojos a María, buscamos resplandecer como ella, que es un modelo de virtud, para todos los que nos sentimos en la mirada de Dios, elegidos y llamando a otros a participar de esta gracia inmensa, de ser una nueva humanidad en Cristo.

Decía el Papa en Redemptoris Mater, contemplarla a María como el término, la plenitud, la perfección del modo de ser humano y del modo de ser humano en lo personal, en lo comunitario, contemplarla a ella es una peregrinación. Una peregrinación desde el corazón, una peregrinación que nos la tiene a ella como modelo, María es modelo del peregrinar en la fe. En este sentido nosotros somos invitados a seguirle, como la estrella que nos guía en nuestro peregrinar o en nuestro navegar. También decía Juan Pablo, ya introduciéndonos en ella como estrella del mar, Maris Stella, la que va a conducir este meternos mar adentro, hacía donde el Señor nos quiere conducir, navegando en los comienzos de un nuevo milenio.

Decía el Papa, si nosotros alzamos los ojos hacia ella en los diversos lugares de su existencia terrena, vamos a descubrir que dio a luz al hijo, a quién Dios constituyó primogénito entre muchos hermanos y también que nosotros hermanos y hermanas, engendrados también en ella cooperamos con ella en Cristo, al camino que lleva la gracia a todos los hermanos.

En este sentido María es medianera de todas las gracias, es la puerta que abre a la gracia que es su hijo Jesús.

Ella en este sentido, mientras vamos en camino, nos va guiando.

La iglesia va peregrinando entre persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz y la muerte del Señor. Hasta cuando, hasta que El venga.

Así como el pueblo de Israel, según la carne, en el desierto peregrinó, es llamado alguna vez iglesia de Dios, así el nuevo Israel se llama iglesia de Cristo.

El ser iglesia como nuevo pueblo de Dios, nos pone en esta condición del antiguo pueblo de Dios, como peregrinos en este sentido María es el modelo y la guía en ese peregrinar, con ella nos hacemos peregrinos en la fe.

La contemplamos a María naciendo, apareciendo en la vida por la gracia anticipada en su condición de inmaculada en la concepción de los méritos de su hijo Jesús, la descubrimos como la puerta que Dios ha elegido o a credo para que la redención pueda entrar a nosotros y liberados del pecado, naciendo de la sin pecado, por el que nace sin pecado, ser nosotros conducidos al proceso de la liberación de nuestra condición de esclavos, por la fuerza que genera el pecado en nuestro corazón.

María en este sentido aparece como el modelo ya acabado de la humanidad, al mismo tiempo como el modelo a alcanzar y en este sentido es una invitación a caminar y a peregrinar, como lo hizo el pueblo de Dios mientras buscaba la tierra de promesa, sostenido por la presencia del arca en torno a la cual, la alianza que Dios había sellado con su pueblo iba siendo portada.

Ella es la nueva arca de la alianza, con la que el pueblo de Dios, bendecido por El, se anima a peregrinar en la búsqueda de la tierra de promesas.

Así podemos decir nosotros que todas las gracias nos llegan por este adviento, por este preanuncio que Dios nos va haciendo en María.

Cuando uno se prepara de algún modo para recibir una gracia grande por parte de Dios, es bueno prepararse desde este lugar, desde el corazón de María, porque la gracia de Dios que es Cristo Jesús, nos viene por este camino, no nos llega por otro, siempre llega por este camino, sea que lo sepamos o no lo sepamos, sea que lo reconozcamos o que nos cueste reconocerlo.

La gracia de Dios ha elegido un lugar por donde arribar a nosotros, un puerto en torno al cual hacerse presente en su barca, ese puerto es María, donde arriba de todas las bendiciones con las que Dios quiere colmar nuestra vida.

Vamos a pedirle a la madre de Dios que nos haga crecer en esta conciencia, que nos permita agudizar nuestro vínculo con ella, que nos permita relacionarnos con ella, con el modo natural y sobrenatural con el que Dios se comunicó y nos quiso bendecir en su persona.

Anticipo de toda gracia, puerta de la gracia, modelo de peregrinar.

María, en su fiesta, quiere llenarnos ella de regalos, sobre todo del gran regalo que nos trae una vez mas, la presencia de su hijo Jesús

Ella es la puerta, ella es la que nos enseña a caminar mientras nos regala todas las gracias que necesitamos para vivir en plenitud, a su hijo Jesús, invitándonos a vivir en plenitud, como ella lo vivió sin arruga ni mancha, luchando contra la fuerza del mal que atenta contra la vida de Dios y nosotros vamos recibiendo todas las bendiciones que nos llegan en el día de hoy, en el día de su cumpleaños, participamos de su fiesta y somos nosotros regalados, recibimos un montón de regalos y de gracias.

Queremos verdaderamente aprender a recibirlos, mientras caminamos en la fe como ella, no hay otro modo de recibir la gracia que Dios nos tiene preparada por delante, sino animarnos a dar un paso en la fe y creer en que las promesas de Dios se harán cumplimiento.

María es pura, es casta y es mujer de la cocina, del patio, es mujer de bolsa en mano para hacer las compras, así que es muy nuestra en este sentido, lo maravilloso es que su pureza, su condición de casta, de inmaculada, no resulta extraña, sino cercana.

Es madre y es hermana. Te invito que la hagas presente allí entre tus cosas mas familiares y mas tuyas, las mas cercanas.

La imagen por ejemplo de la Virgen Gaucha con el mate en mano puede ayudarte o puede ayudarnos a los argentinos particularmente a descubrirla como muy nuestra, muy con nuestras cosas en nuestras manos, te quiero acercar esta imagen que responde a lo que el evangelio nos muestra, a una mujer del pueblo, que vive las cosas que vive su pueblo, que siente con el sentir de su pueblo, que como dice Pablo en la Carta a los Romanos, es capaz de llorar con quién llora, reír con quién ríe, estar cerca en su sentir de todo lo que acontece, esto es lo que ha formado justamente el corazón de Jesús, quién ha educado a Jesús y nos ha regalado esa humanidad tan hermosa, la del Cristo que aparece en los evangelios en la vida pública, derrochando tanta humanidad.

Esta humanidad ha sido formada en el corazón de María.

Te invito a que te encuentres con ese corazón cercano y humano de María.