La historia de Talocho, por doña Jovita

miércoles, 20 de noviembre de 2019
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20/11/2019 – Doña Jovita, una vez más y como cada semana, nos alegró con su presencia. Con su picardía de siempre y una gran algarabía, nos trajo algunos consejos de su vida cotidiana en la huerta, reflexiones y una historia muy particular: la de Talocho, el “Pinocho” de las sierras, que escribió con su amiga la “Iguana”.

“Pinocho estaba hecho de pino y Talocho de Tala que es una madera que no sirve para los muebles pero sí para hacer un muñeco“, aclaró.

Transcribimos la historia y te invitamos a escucharla completa por doña Jovita. ¡No te pierdas la oportunidad de compartir, en tus redes sociales, las reflexiones llenas de alegría de nuestra sabia abuela de Traslasierra!

“Cuentan que hace muchos años
cerquita de Mina Clavero
hubo un viejito tornero
que torneaba artesanías
y que después las vendía
en un puestito rutero.

Abajo de un “angarrobo”
pasaba el invierno entero
torneando los ceniceros,
los mates y las yerberas.
Trabajando la madera
sus manos se hacían cuero.

Lo mismo hacía una horqueta
Con un nidito de hornero
Que un caballo con su apero
Una cabrita, un cencerro
La cabeza e`Martín Fierro
Y las vendía en enero…

Los de “Todo por dos Pesos”
Lo dejaron a la ruina
Gusta más una gallina
De color inalterable
Articulada, lavable
Importada made in China

Los hijos lo habían dejado
Cuando tuvieron la edad
Rumbeando pa`la ciudad
Campeando otros horizontes
Y el viejo en medio del monte
conoció la soledad

Viviendo de tiempos idos
sus recuerdos repasaba
y güelta a güelta pensaba
en la historia de Geppeto.
Calladito y en secreto
una idea germinaba.

Desempolvó bien el torno
y se puso a trabajar.
Los vecinos del lugar
escuchaban sorprendidos
que el viejo metía ruido
meta tornear y cantar…

Y al cabo de pocos días
el viejo había fabricao
un muñeco articulao
con ojos de piquillines
Y en la cabeza unas crines
de pelo alazán tostao…

Mientras dormía esa noche
sobre su catre tijera
sintió unos ruidos ajuera
y cuando se acercó a bichar
encontró meta bailar
al muñeco de madera.

Ya tenía compañero,
el viejito estaba chocho.
Se lo ponía a cococho,
trepaba por las laderas
Y pasaba horas enteras
chivateando con Talocho.

Del mundo de atrás de la sierra
el viejo le había hablao
Y el chico taba intrigao
y una güelta aprovechando
que el viejo estaba siestiando
se escapó para el poblao.

Vió sulkis, autos y motos
Onimos de 20 asientos
Casas hechas con cemento
Por las calles retozaba
Todo brillo lo alumbraba
Andaba lo más contento

Iba cayendo la noche
y la niebla se cerraba.
El muchacho maliciaba
que lo estaban esperando
pero siguió chuncanenando
de tan contento que estaba…

El pobre viejo en el rancho
se había asustao y mucho.
El chico no era muy ducho
para andar por el poblao
ingenuo poco avispao
más bien tirando a canducho..

El muñeco frente al biógrafo
un afiche atropelló.
Era la Briyí Bardó
una barbi, una princesa,
y viendo tanta belleza
clavó el asta y hocicó…

Quedó estirao largo a largo
al costao de la vedera,
calculó la boletera
las ganancias que obtendría,
si en el biógrafo exhibía
al muñeco de madera…

Lo hizo dentrar a la cas,a
le convidó unas galletas,
le enseño a hacer morisquetas,
le dio unos chocolatines
pero le ató unos piolines
igual que una marioneta…

Colgado lo encontró el viejo
¡hijo mío! le gritó
el facón desenvainó
cortó los hilos de un tajo
¡Venga conmigo carajo!
Y en los brazos lo cargó…

Quería retar al chico
pero de tanta alegría
lo retaba y se reía.
Mientras lo llevaba alzando
el viejito iba notando
que es chico se adormecía…
El cuerpo se hacía suave
y despedía calor.
El viejito presintió
que el muñeco entre sus manos
se estaba volviendo humano
a juerza de puro amor

En chico de carne y hueso
Talocho estaba cambiao
sólo le habían quedao
los ojos de piquillines
y en la cabeza unas crines
de pelo alazán tostao”