La misión de las religiosas en el acompañamiento a los pueblo de la Amazonía

martes, 8 de octubre de 2019
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08/10/2019 – Durante la primera rueda de prensa posterior a la primera reunión general del Sínodo de la Amazonía, la religiosa Alba Teresa Cediel Castillo, de las Misioneras de la Madre Laura, y participante del Sínodo ha indicado que ellas en la Amazonía bautizan, son testigos del amor cuando una pareja se quiere casar e incluso escuchan confesión aunque no puedan dar la absolución.

«La participación de nosotras como mujeres, como dicen en italiano: Piano, piano, piano, `poco a poco vamos caminando hacia la Iglesia que nos reconozca. La presencia de la mujer en la selva de la Amazonía es muy grande y hay muy pocos sacerdotes y tienen que ir de un sitio a otro, sin embargo nosotras hacemos una presencia constante», ha comentado la religiosa.

Además, la hermana Alba ha puntualizado que en cada uno de esos lugares donde las religiosas están presentes, no solo de su congregación sino también de otras, hacen «lo que puede hacer una mujer desde el bautismo como mujeres sacerdotes y profetas».

Cediel Castillo explicó: «Acompañamos a los indígenas en los diferentes eventos, cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos, si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor, y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión, no hemos dado la absolución pero en el fondo de nuestro corazón hemos dicho: ‘Con la humildad de que este hombre o mujer se acerque a nosotras, por situaciones de enfermedad o ya próximos a la muerte’, nosotras creemos que Dios Padre también actúa ahí».

El relato de la religiosa describe la situación y las dificultades vividas en las aldeas amazónicas y el hecho de que en ciertas ocasiones hay parejas que se juran fidelidad en el pacto matrimonial en presencia de las religiosas cuando falta el sacerdote. Y hay personas -al final de sus vidas o en situaciones difíciles- que, al no poder confesarse ante el sacerdote que no está allí, se dirigen a las religiosas y les confían los pecados cometidos. Es evidente que las hermanas no pueden dar la absolución: son conscientes de que no pueden administrar el sacramento de la penitencia e, incluso, las personas que confían en ellas lo saben. Pero pueden escuchar y rezar. Las hermanas saben que no pueden celebrar matrimonios, pero pueden asistir.