La oración de intercesión

martes, 15 de agosto de 2006
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Les dijo también: “Supongan que uno de ustedes tiene un amigo y va a medianoche a su casa a decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. Y el otro le responde a usted desde adentro: “No me molestes; la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos”. Yo les digo: aunque el hombre no se levante para dárselo porque usted es amigo suyo, si usted se pone pesado, al final le dará todo lo que necesita.
Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta, se le abrirá.
¿Habrá un padre entre todos ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide pan? Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡Cuánto más el padre del cielo dará espíritu santo a los que se lo pidan!”.
Lucas 11, 5 – 13

Una pregunta que surge de la oración donde nosotros elevamos al cielo nuestro clamor es, cómo es que Dios recibe nuestra oración de intercesión, nuestra súplica de intercesión, cómo logra su efecto la plegaria de intercesión, cómo actúa sobre Dios y cómo sobre aquel por quien se reza. Lo más sencillo sería pensar que todo ocurre de manera análoga a lo que pasa entre nosotros, buscamos a la persona que está en condiciones de procurar el favor que se desea para el otro, yo necesito hacer una gestión por otro hermano que necesita un favor de alguien y busco vincularme con esa persona que tiene la posibilidad de dar esto que mi hermano está necesitando, después de hacer esto nos esforzamos por convencerla defendiendo la causa de aquel por el cual tengo que interceder, por aquel al que queremos socorrer, buscamos la influencia para que se haga y se procure el bien que esa persona está esperando, algo semejante ocurre con la oración de intercesión, Aquel que tiene para darnos todos sus dones que necesitamos, es el Señor, que intercede delante del trono del cielo al Padre en el Espíritu por lo que nosotros de corazón necesitamos recibir y a Él nos dirigimos en nuestra súplica pidiéndole, esta es la oración de intercesión, es análoga a la acción que hacemos cuando una persona nos pide algo. Una primera etapa de la oración es ascendente, es decir, son nuestras oraciones puestas en el cielo por aquellas necesidades que sabemos, el cielo puede cubrir de lo que nosotros no alcanzamos por nuestras propias fuerzas, si el cielo no viene en nuestra ayuda es imposible alcanzarlo por nuestro esfuerzo, por nuestro trabajo, por más organizado, puesto en práctica, planificado, evaluado, si el cielo no sale a nuestro encuentro es como que nada podemos, como dice Jesús “Sin mí nada pueden” es el primer movimiento de un corazón que confía, que se eleva, que suplica por aquello que sabe que de suyo no lo puede recibir por su propio esfuerzo, por su propia entrega. El segundo movimiento es descendente, es lo que el cielo responde a aquello que nosotros hemos clamado, Dios interviene en el curso de los acontecimientos y cumple con lo que nosotros no hubiéramos podido lograr por nosotros mismos.

Dios cuanta con nuestra oración en su plan de salvación, porqué oramos, si Dios podría hacerlo sin que nosotros oremos, porque Dios ha querido que nosotros participáramos con Él de la gracia en la oración, esta gracia de oración y de súplica nos hace entrar en sintonía de amor con el plan de salvación de Dios y en cierto modo Dios se hace obediente a nosotros.

La Palabra en Malaquías nos dice: “Tu, Yahvé permaneces para siempre, de edad en edad durante tus años, desde antiguo fundaste Tu la tierra y los cielos son obra de Tus manos, ellos perecen, Tu no, Tu eres siempre el mismo, no tienen fin tus años”. “Yo, Yahvé, no cambio”. Cómo es entonces que Dios puede cambiar según nuestro pedido sus designios, cómo es que Dios puede mutar porque nosotros le pedimos que el curso de los acontecimientos tome un rumbo distinto del que supone el encuentro nuestro con todo aquello que no nos hace plenamente felices o no nos hace alcanzar lo que estamos llamados a ser, cómo es que Dios que no cambia, que es eterno, que es inmutable puede cambiar, si la misma Palabra dice que así ocurre “Yo, Yahvé, no cambio”, cómo es que Abraham se para delante de Dios, intercede desde cincuenta a diez justos para ver si Dios para su mano de ira, si suelta su misericordia para bien del pueblo, cómo es que Jesús adelanta su designio de eternidad, de transformación, de pascua en las Bodas de Caná, cuando su hora no ha llegado y adelanta aquella hora de la pascua en la transformación del agua en vino al pedido de su Madre. Óseas 11, 8 dice: “Dios está emocionado, conmovido, trastornado, hasta lo más íntimo de sus entrañas”, porqué, por nuestras desgracias y Dios reacciona, interviene según nuestra súplica, cómo es que Dios interviene, si Dios no cambia y es eterno o no será que en la eternidad y en los designios eternos de Dios estaban incluidas también nuestras oraciones como parte del proyecto que Dios tenía para llevar adelante su obra, esta es en realidad la respuesta porque si Dios no cambia y es eterno y Él ya tiene todo en un eterno presente sabido de qué sirve que yo rece si Dios ya lo sabe a no ser que entre las cosas que Dios ya sabe estén también aquellas mociones interiores que Dios pone en mi corazón para hacerme orar por aquello que Dios mueve en mí a orar y Él lo incluye dentro de su plan de salvación.

En la vida de Teresa de Lisiex se encuentra un tal Prancini que ha sido condenado a muerte para ser ahorcado, por que ha cometido un grabe delito, Teresita del Niño Jesús se conmueve profundamente, siente un gran temor de que muera en estado de pecado y esta persona se condene, él ha tenido expresiones no solamente violentas y ha cometido grandes delitos en lo civil sino que sabía que Prancini montaba en cólera fácilmente y que en ese momento blasfemaba y negaba a Dios, sin embargo, en el momento en que va a ser ahorcado se lo ve en una foto besando el crucifijo, qué ocurrió para que esta persona cambiara de esa manera, no es tan fácil decirlo, podemos pensar que la plegaria de Teresita obtuvo de Dios un aumento de la gracia, lo que dio a Prancini la humildad necesaria para arrepentirse y la fuerza para convertirse. Las disposiciones íntimas de Dios o sus designios pueden decirse que hayan sido, por la oración de Teresita, modificado, no porque sin duda Él desearía aun más que Teresita la salvación de Prancini y ciertamente no es contra su deseo que pueda haberle acordado este aumento de gracia, lo ha hecho sin embargo en respuesta a la plegaria de Teresa, pero no queremos decir con esto que el designio de Dios haya cambiado, que la plegaria de Teresa haya sido parte también del designio de Dios, sí, dentro del designio de Dios para que Prancini recibiera esta gracia, este aumento de mas gracia para terminar por mover su corazón a la conversión estaba la oración de Teresa de Lisiex, dentro del plan y del proyecto de Dios estaba la súplica de ella y Dios contaba con Teresa para el aumento de la gracia, por que Dios quiere hacer las cosas con nosotros, el que nos creó sin nuestro consentimiento no lleva adelante el plan de la salvación sino con nuestro consentimiento, Dios cuando nos llamó a la vida no nos preguntó si queríamos ser creados por Él, sin embargo para llevar adelante el plan de la salvación Dios dice: “quiero contar con vos” el Señor quiere contar con nuestra oración de súplica.

“Señor tu me sondeas y me conoces, tu sabes si me siento o me levanto, de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso y todos mis pasos te son familiares, antes que la palabra este en mi lengua, tu Señor, la conoces plenamente, me rodeas por detrás y por delante, tienes puesta tu mano sobre mí, una ciencia tan admirable me sobrepasa, es tan alta que no puedo alcanzarla. A dónde iré lejos de tu Espíritu, a dónde huiré de tu presencia si subo al cielo allí estas Tu, si me tiendo en el abismo estás presente, si tomara alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me llevaría tu mano y me sostendría tu derecha, si dijera que me cubre las tinieblas la luz sea como la noche en mi alrededor y las tinieblas serían oscuras para Ti y la noche sería oscura como el día”, este Dios del que habla el salmista es el Dios eterno, antes de que llegue el pensamiento y la palabra a mi lengua, tu Señor lo sabes, qué paso voy a dar, además de cuáles son los que ya di porque Dios en su eternidad es presente, para Dios la eternidad le da la posibilidad que es eterno presente de conocer qué será y lo que vendrá, los que no conocemos lo que vendrá somos nosotros, ponernos en comunión de oración e intercesión clamando al cielo por lo que vendrá es ponernos en sintonía con el querer de Dios y disponernos para que se haga el querer de Dios, que Dios lo revela y por eso nosotros podemos caminar según ese querer en y a través de la oración personal y comunitaria. Todo desenvolvimiento del tiempo para Dios es eterno presente, desde toda la eternidad Él prevé, Él ve qué plegaria de intercesión le va a ser dirigida y cómo es esto, ¿nosotros perdemos libertad por esto? No, muy por el contrario, crecemos en libertad, en la libertad que viene de los hijos de Dios que viven en la gracia, Dios desea y por la gracia del Espíritu suscita la plegaria de intercesión, por eso cuando vamos a orar intercesión lo primero que hacemos es invocar al Espíritu porque la Palabra dice que no solamente Dios nos dice que pidamos lo que queramos y Él nos va a otorgar si lo hacemos con insistencia sino que nos va a dar aquello que mas nos hace falta para llevar adelante este clamor y este pedido, el don del Espíritu Santo.

La oración nos abre a la gracia que Dios quiere, si insistimos en esa oración para que seamos realmente felices, lo hagamos viviendo en profunda comunión con el espíritu de Dios, en comunión con el querer de Dios, Él quiere mas que revertir la historia como viene hacer que sea como Él quiere de absoluta plenitud y felicidad para nosotros, para eso cuenta Él con nuestra oración.

Dice San Gregorio, el grande, “Merecemos por medio de la plegaria recibir aquello que desde antes de los siglos Dios que es todopoderoso había dispuesto darnos”, y también dice Santo Tomás de Aquino “No rezamos para cambiar las disposiciones de Dios sino para que sea realizado aquello que Dios mismo había dispuesto cumplir a pedido de los creyentes”, según Santo Tomás la plegaria es una de las causas segundas por medio de las cuales Dios, que es la causa primera de todo, cumple sus designios. Así como cuando uno quiere ir a un lado, para ir a ese lado donde tiene que dirigirse tiene que mover sus pies, el fin a donde va es el lugar a donde a decidido ir, el camino que debe recorrer es el lugar por donde va, el modo de hacerlo es caminando, así también en lo que se refiere a las gracias que Dios está dispuesto a darnos, el modo de alcanzarla es por la oración, la oración es el camino que nos conduce a las gracias que Dios siempre estuvo dispuesto a darnos.

En la oración de intercesión, con fe de poder sabiendo que Dios realiza en medio de nosotros aquello que le pedimos cuando se lo pedimos sabiendo que Él quiere para nosotros lo mejor y lo pedimos a favor de otros, también a favor nuestro cuando el pedido de intercesión es por una necesidad que tenemos, cuando oramos de esta manera y en conformidad con la voluntad de Dios, con su querer, abriéndonos al querer de Dios dejándolo en manos de Él, que todo lo sabe, todo lo puede, lo que hacemos es crecer en el amor, el acto de oración de intercesión básicamente es un acto de amor, pero cuando uno va a hacer fuerza sobre una situación determinada con la que debe combatir, luchar, como son los combates que tenemos en la oración contra la fuerza del mal y contra la acción del pecado y el espíritu del mundo que atenta contra el proyecto de Dios uno tiene que saber que es mejor si hace fuerza con otros. Cuando oramos intercesión qué mejor que sumarnos a los ángeles y a los santos del cielo que interceden constantemente con Jesús ante el trono del Padre en el Espíritu Santo clamando por la obra de la redención que el Señor ha confiado al Hijo como aquel que se hace puente para acceder al misterio de la felicidad para siempre, para la redención eterna que Dios la quiere ya, aquí, para nosotros, la felicidad Dios no la quiere solo para la otra vida la quiere en esta vida, el reino de los cielos ya está aquí, clamamos y hacemos fuerza juntos en nuestra oración de súplica en el Espíritu pidiendo por nuestras necesidades, lo hacemos con los ángeles y con los santos que acompañan nuestro camino con los que Dios ha puesto en tu camino para sostenerte en la búsqueda de lo que Dios quiere como plenitud, como felicidad para tu vida.

Padre Javier Soteras