La paz interior camino de santidad

martes, 28 de octubre de 2014
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“Sin mí no pueden hacer nada” Jn 15, 5

 

Para comprender lo fundamental y el don de la paz, lo principal es estar totalmente convencidos de que todo el bien que podemos hacer viene de Dios y solo de Dios. El horizonte que nos ubicamos para la catequesis de hoy es que todo bien que podemos hacer depende de Dios, entonces el gran protagonista del bien es el Espíritu Santo. Este que dice “sin mí no pueden hacer nada” es el mismo que ha dicho “yo les enviaré al paráclito y Él les recordará todo”.

Es en el Espíritu Santo y desde el Espíritu donde podemos obrar cómo Dios quiere. ¿Por qué Dios permite que nuestra naturaleza se vea al límite de sus posibilidades? Pasamos por situaciones de dolor y prueba y a la luz de esta verdad Dios todo lo puede en nosotros reconfortándonos con la gracia de su amor. La sobervia, el orgullo o el creer que somos nosotros, dificulta. En cambio las enfermedades y las dificultades puestas en este marco de referencia nos hace entender que en la lección de la “humillación” Dios obra para prepararnos a que sea Él el gran protagonista.

Yo te invito a que releeas las situaciones más dolorosas, las más humillantes, las que no nos animamos a afrontar, en donde nos vemos superados, en donde sentimos que nos pasó una creciente por encima en situaciones no queridas ni deseadas pero sí permitidas por Dios… en el momento de sufrir la tribulación y el dolor uno no siente que pase por un momento que puede ser fecundo, y por el contrario, rápidamente queremos salir de ahí. Jesús mismo lo decía “si es posible aparta de mí este caliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Si el mismo Jesús lo experimentó cuánto más nosotors. Dios nos purga el corazón y el alma y dispone de esa manera la actitud interior para ser en nosotros el gran protagonista. Este pueblo que sufre y padece las penas de las injusticias, pueda comenzar a descubrir de la mano de María, aquella a quien después de sufrir mucho Dios la enalteció: “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Aquí la Madre de Itatí nos muestra un gran camino. “El Señor hizo en mí grandes cosas, miró la humildad de su servidora. Desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz”.

Dios no abandona a sus hijos y está siempre del lado de los más pobres y de los más sufrientes, porque sabe que entre ellos se mueve con total libertad. Dios es Señor como en ningun lugar y si nosotros así lo reafirmamos veremos la grandeza del obrar de Dios en un pueblo que sabe que por sí mismo no puede y espera en Él. “Sin mí nada pueden hacer” dice Jesús y lo refererimos nosotros a la vida del Espíritu Santo que nos hace cantar y gozar en medio de las situaciones de dificultades.

 

Las 3 virtudes teologales (Doña Jovita)

“En tanta debilidad van a ser los tres puntales,
tres aguitas celestiales: fe, esperanza y caridad.

¡Qué lindo que las parábolas nos van dejando un mensaje

que son como el equipaje para el rigor de los caminos:

si el amor es el destino, la vida ya es más que un viaje.

Es cosa de ir aprendiendo con menudas narracianos

cuentos que a los corazones le encaminan el amor

que no hay brújula mejor para rumbear nuestros envianos.

 

Para poder hechar a andar el don de la libertad,

y a que nuestra voluntad mirando estas enseñanzas.

Pongamos en la balanza el error y la verdad.

¿Qué hacemos con los pertrechos (rtalentos) que nos han sido entregados,

al que mucho ha casechado mucho le van a pedir,

es bueno saber vivir para no andar desparramado.

 

Así cada uno gobierna los dones con que nació,

feliz el que aprovechó y supo en cada momento

hacer rendir los talentos que le ha dejado el Creador.

Porque somos la semilla que el labrador esparció

la que en el surco logró abrigarse y ser fecunda

ganó por ser más profunda y en eso murió y vivió.

Las otras qu een las piedras, o en el camino han quedao

las qeu el sol ha resecado o los bichos han comido

inutilmente han vivído porque no han fructificado.

 

Si se nos hecha la burra cuando las fuerzas no alcanzan,

si nos merma la confianza al punto de abandonarnos,

si no hay a dónde ampararnos y perdemos la templanza

como fogata encendida en la noche oscura y fría

como farol que nos guía para encontrar

como la luz de una estrella, nos ha de asistir María.

 

Y tres compañeras de ruta de primera calidad

en tanta debilidad, van a ser los tres puntales,

tres aguitas celestiales: fe, esperanza y caridad.

 

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Dios hace en medio de nuestra debilidad. La fe, la esperanza y la caridad no se ganan trabajando mucho sino que es un don, regalo de Dios y hay que pedírselo. “Sin mí no pueden hacer nada” dice Jesús. El don de la paz que proclamamos por éstos días, tan necesaria, sólo es posible desde la fe, la esperanza y la caridad, estad tres compañeras de camino.

Navegar mar adentro es estar en las correntadas y en los remansos de la familia y no esquivarle el bulto.

“Señor, no te voy a pedir lo que todas las personas te piden ,
porque, seguramente, de eso no te queda nada.
No te voy a pedir la tranquilidad del alma,
ni la del cuerpo, ni siquiera la fortuna y tampoco la salud.
Eso te lo piden tantos que seguramente no te queda nada.
A mí dame lo que te sobra, lo que se te rechaza.
Yo quiero la intranquilidad y la tormenta.
La insatisfacción y la lucha , y dámela para siempre,
que yo esté seguro para siempre

porque no siempre tendré el coraje
de pedírtelo de nuevo”

Esta oración es propia de tiempos en donde nos sentimos fuertes y confiados, y como dice San ignacio, estando consolados, podemos pedir la gracia de que el Señor nos sostenga en medio del dolor y de la bravura de la tormenta. Lo hacemos confiando en Él. Es el mensaje de las bienaventuranzas: felices los pobres, felices los que lloran, los que trabajan por la paz, los que siendo hijos de Dios son insultados… sean felices, porque la presencia de Dios es mucho más que eso, “sin mí nada pueden hacer” en cambio conmigo lo pueden todo.

 

Padre Javier Soteras