La vida comunitaria, lugar de encuentro con Jesús

martes, 28 de enero de 2020
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28/01/2020 – “En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»

Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»

Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»”

 San Marcos 3, 31-35

Dice el texto de este Evangelio que Jesús estaba hablando a la gente cuando llegaron sus familiares a hablar con él, y Jesús al plantear la cuestión de quienes son sus parientes declara la condición de los nuevos vínculos de los que son engendrados de dios y no de la carne ni de la sangre, es decir, de la escucha y puesta en práctica de su palabra.

Los discípulos que escuchan su palabra se abren a la comunión más profunda posible con él, Jesús mismo es la palabra, quien la recibe llega a ser en Él hijo del padre, hacer la voluntad del padre es la condición que debe cumplir el hijo auténtico, como Jesús que ha venido al mundo no para hacer su propia voluntad sino la voluntad del padre que lo ha enviado y al decir esto Jesús pone de relieve la grandeza de su madre, María que lo engendro según la carne precisamente haciéndose discípula, es decir, acogiendo la voluntad del padre por eso dice ella dice aquí está la esclava del señor hágase en mi según tu voluntad.

Pero en este pasaje bíblico Jesús va más allá de la cuestión de la filiación sanguínea y de la filiación espiritual con Dios padre y con Jesús, Cristo hace referencia también a la relación entre los integrantes de las comunidades que sirven al Señor.

El sentido familiar y la solidaridad entre los miembros de una familia tienen una especial relevancia en la comunidad judía. Sin embargo Jesús pasa por encima de ellas. Tiene mayor valor la novedad que en él se origina: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” El acento recae en la escucha y vivencia de la voluntad de Dios. El principio de solidaridad está en hacer la voluntad de Dios. Jesús es la máxima expresión de entrega a la voluntad del Padre; María ha escuchado y vive la voluntad de Dios, sometiéndose a ella. Por lo tanto todo el que se sitúa en ese plano, goza de una nueva forma de relacionarse: con Dios, filialmente y entre sí, como hermanos, por tener un mismo origen: hacer la voluntad de Dios.

Esto se llama comunidad, y es allí en donde, junto a nuestros hermanos encontramos un lugar en donde encontrarnos con Jesús.

 

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