La vida que Dios nos regala nunca va a terminar

miércoles, 3 de noviembre de 2021
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03/11/2021 – “Consuelen a mi pueblo”, es un gesto misionero de la Arquidiócesis de Buenos Aires cuyo objetivo es acompañar a las personas que se acercarán a los cementerios porteños el día de la conmemoración de los Fieles Difuntos.

En “Ecos misioneros” Favio Rosso dialogó con el padre Antonio Panaro, responsable para la atención pastoral del cementerio de Flores.

“Consuelen a mi pueblo es un gesto que nace de lo que Jesús hace con cada uno de nosotros cuando ve dolor, enfermedad, postración, esclavitud, Él tiene compasión. Esa compasión es la que recibimos como creyentes para poder nosotros consolar a nuestros hermanos especialmente en una situación periférica existencial que es la muerte misma, donde aparentemente ya no hay nada que hacer”.

“Jesús nos da esa compasión para que sintamos que la vida que Dios nos regala nunca va a terminar entonces uno da testimonio a las personas de que no hay un castigo, no es una desgracia la muerte, sino que Dios en su sabiduría sabrá por qué a algunos llama a edad temprana y a otros ancianos pero que la vida no va a terminar con una muerte de este tipo”.

“La esperanza es contra toda esperanza y a veces no hay palabras que uno pueda decirle a la gente especialmente cuando se trata de jóvenes. Esa resurrección que él nos da es una experiencia que no hay que esperar morirse para ir al cielo, es una experiencia del presente ya que uno siente que ha pasado varias crisis, situaciones casi de muerte y que Dios no nos abandonó y tuvo compasión. Uno tiene que transmitir eso”.

“Soy testigo de la esperanza que la Palabra de Dios le da a la gente. Aprecien la vida de tal manera que sientan que es sagrada, no es una posesión sino un regalo, y se plenifica cuando uno la entrega de corazón. El acto más hermoso que Dios nos va a pedir al partir es dar la vida porque nunca se va a perder si uno la ama y la brinda de corazón. Cuando uno mira la tumba no pensar que está ahí la persona, esto es muy necesario, sino mantener una memoria viva de ella ya que está en otra dimensión y tendremos que aprender a verla no con los cinco sentidos sino con el corazón”.

Podés escuchar el programa completo de “Ecos misioneros” en el audio que acompaña esta nota