Llamados a la misión

miércoles, 11 de julio de 2018
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11/07/2018 – En el Evangelio del día vemos a  Jesús que llama a los Doce y los envía a que proclamen “que el Reino de los Cielos está cerca.” Ellos, los doce, forman el colegio apostólico, misionero.  Después de la ascensión de Jesús, los apóstoles van a ir fundando distintas comunidades misioneras. Es por esto que desde nuestros orígenes, estamos llamados a ser Iglesia misionera.

Debemos orar por cada uno de  nosotros los bautizados, debemos intentar vivir en comunión. Si bien habrá cabezas de Iglesia, como por ejemplo los sacerdotes, los obispos y el Papa, obviamente; también nosotros tenemos que animarnos a ser misioneros unos de otros. Todos contamos con todos, cada uno de nosotros es importante en ésta iglesia misionera.

Jesús buscó personas disponibles capaces de seguirlo hasta el final, por eso cada uno de nosotros somos responsables de la obra del Señor. La obra de la misión está siempre iniciando, nunca acabada. Cada uno de nosotros tenemos que hacer lo que está al alcance de cada uno para poder traer a cada oveja perdida al redil.

Para poder prepararnos para la misión de la construcción del Reino, para poder ser misioneros uno de otros, que importante es reconocer, primero, nuestro nombre en la boca de Jesús y preguntarnos: ¿Se lo que significa mi nombre?¿Tengo conciencia de  que mi nombre está escrito en el corazón de Dios Padre?

“Toma, Señor, y recibe toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad.
Todo mi haber y mi poseer, Vos me lo diste,
a Vos, Señor, lo torno. Todo es tuyo.
Disponelo a tu vuestra voluntad,
dame tu amor y gracia que ésta me basta”

Que linda oración de San Ignacio para cuando descubrimos que somos llamados por Su nombre y llamados para la misión.

Conviene de vez en cuando hacer inventario de nuestros bienes materiales y espirituales y ponerlos a Su disposición para saber como quiere que utilicemos lo que él nos da.

Cada uno de nosotros somos responsables de buscar la voluntad de Dios para nuestras vidas. El mensaje de Jesús es salvífico, la salvación quiere llegar a todos y para que esto sea una realidad Jesús necesita de nosotros.

Jesús no elige a los más preparados sino que los prepara para la misión, él quiere que vayamos preparándonos mientras vamos misionando. Que bueno descubrir entonces que en medio de los discípulos, en cada uno de esos nombres también aparecen nuestros nombres.

Somos lo más sagrado para Dios, él nos llamó y desde ese llamado somos considerados sagrados ante el Padre .