Mirarse con ternura – Mirar hacia arriba – Mis palabras

lunes, 5 de mayo de 2008
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Mirarse con ternura

 

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

 

Una hoja de papel, puesta sobre un escritorio junto a otras hojas iguales a ella, se encontró un día cubierta de señales. Una pluma, llena de tinta negra, había trazado sobre ella muchas líneas y palabras.

 

            – ¿Por qué me has tratado así?, dijo resentida la hoja de papel a la tinta. ¿No has podido evitarme esta humillación? ¡Estaba tan blanca y limpia…! Pero me has ensuciado, me has estropeado para siempre…

 

            – Espera, respondió la tinta, yo no te he ensuciado, te he revestido de símbolos. Antes tú no eras más que una simple hoja de papel; ahora te has convertido en un mensaje. Guardas el pensamiento del ser humano; eres un instrumento precioso (Leonardo da Vinci).

 

            Hemos de amar y amarnos con todo lo que somos y tenemos. “Hemos de amarnos a nosotros mismos lo mismo que a cualquier otro pobre miembro del cuerpo místico de Cristo… Hemos de aprender a mirarnos a nosotros mismos con ternura” (Bernanós).

 

            Se habla mucho, casi constantemente, del amor al prójimo. Y está muy bien. Pero tendríamos que educar para valorarnos y amarnos a nosotros mismos porque, entre otras razones, en cada ser humano vive y actúa Dios. Quien se ama a sí mismo:

 

– Se aprecia, descubre sus cualidades y disfruta de ellas.

 

– Siente afecto, se siente bien consigo mismo y se trata con cariño.

 

– Se acepta como es, con sus virtudes y defectos.

 

– Se cuida, presta atención a todas las necesidades y cuida todo con amor.

            El que se estima no es envidioso ni egoísta, no se cree superior ni es autoritario. Se ama y se acepta como ama y acepta a los demás. El que se ama y ama a los otros será capaz de comprometerse para que todos sean iguales en dignidad. La persona con baja autoestima, en vez de amar a los otros, tratará de manipularlos.

 

 


 

 

        Mirar hacia arriba

 

 

        Iba un pequeño barco pesquero saliendo de la orilla del mar y ¡vaya movimiento que se siente en la pequeña embarcación!, se necesita ser muy del mar para no sentir el mareo y las ganas de bajarse y echar a correr.

        La barquilla se movía graciosamente al ritmo de las olas, pero los marineros sufrían las consecuencias de aquel vaivén… uno de ellos recibió órdenes de subir a un mástil, y a medida que subía se sentía peor … el capitán de aquel barco le gritó: SI NO QUIERES SENTIRTE MAL, MIRA HACIA ARRIBA…

 

        Que bien nos viene esta pequeña anécdota a todos los seres humanos: si no queremos marearnos con las cosas atractivas de éste mundo, debemos mirar hacia arriba, implorar al cielo que nos llene de deseos espirituales, que veamos claro que en la vida no sólo se vive para comprar cosas y satisfacernos en todo, para así estar contentos y felices; que muy por el contrario, las cosas que llenan plenamente la vida no se pueden comprar… porque no tienen precio.

 

        Que bien nos haría en nuestra vida MIRAR HACIA ARRIBA y pedirle a Dios:

 

        – Humildad para aceptar nuestra vida como es y conformarnos con lo que tenemos y con lo que somos, sin desear tener mucho…

 

        – Que nos llene el alma de amor para poder vivir una vida digna, para poder darle momentos bellos a los demás…

 

        – Ayuda para ser mejores, sencillos de corazón y vivir con alegría

 

        – Aprender a dar amor y a darnos a los demás con verdadera entrega y desprendimiento, sin esperar recibir todo de ellos.

 

        – Generosidad para compartir todo lo que El nos ha dado, como nuestros talentos y virtudes.

 

        – Fortaleza para no apegarnos a las cosas materiales… a nada ni a nadie, porque:

 

        Todo lo que tenemos en esta vida es prestado por Dios, porque al final nada nos llevaremos, solo las obras buenas y la alegría de haber vivido una vida llena de Dios. Eso es lo único que podemos llevarnos de este mundo.

 

        Levanta la vista y con la mirada puesta en Dios, haz el bien, que es camino de la felicidad eterna.

 

        Mirar hacia arriba, Dios nos busca, Dios nos espera

 


 

Mis palabras

 

Como quisiera que mis palabras

fueran mágicas y que al pronunciarlas

fueran como un conjuro que obrara

maravillas.

 

Que borrara, por ejemplo, esa tristeza

de tu rostro , que restituyeran todas tus

ilusiones perdidas durante el camino.

 

Que sanaran todos los arañazos de

tu corazón , que las garras de la ingratitud

y la desilusión le han dejado marcados.

 

Que restablecieran tu valor, menguado

por las cotidianas batallas por preservar

tu fe y tu autosuficiencia interior.

 

Que fueran como caricias y risas

de tus ya lejanos niños, honestas

cariñosas y completamente sanas.

 

Como deseo que mis palabras

fueran como la mejor canción de amor

que tus oídos hayan escuchado y se

hiciera tu favorita, pues esta sería

la historia de tu vida.

 

Que fueran como el eco de los recuerdos

de tus mejores momentos,y que trajeran

a tu memoria, besos, rostros y te quieros,

que tu alma guarda como tesoros.

 

Que el sonido de ellas, fueran como pañuelos

que enjugaran tus lagrimas y que después

un espeso velo del olvido cayera sobre la

causa de ellas.

 

Como amaría que mis palabras fueran

como promesas cumplidas, para que

gozaras de la sensación que da con su

presencia el Creador.

 

! Y fueras feliz eternamente !

 

! Pero lástima !

 

Mis palabras son solo palabras,

palabras sentidas, palabras amorosas,

palabras de fe, palabras buenas y

fraternales, palabras dulces y

armoniosas.

 

Así que no les prestes tus oídos

para escucharlas, no las comprenderías,

déjalas llegar y siéntelas,

solo entonces

te darás cuenta: Que solo tu interior las comprenderá,

porque es el idioma que maneja… Mi corazón hacia tu propio corazón.