Nada es inútil

lunes, 12 de mayo de 2008
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Nada es inútil

 

        Autor: Padre Phil Bosmans

 

  Mis ojos están hechos para la luz,

para el verde de la primavera

y para el blanco de la nieve,

para el gris de las nubes y el azul del cielo,

para las estrellas de la noche

y para el increíble milagro

de tantas personas maravillosas

que me rodean.

        

Mi boca está hecha para la palabra,

para cada palabra amable que otro espera.

 

Mis labios están hechos para un beso

y las manos para la ternura,

para el consuelo y la ayuda del pobre.

 

Mis pies están hechos para el camino

que conduce a los desamparados.

 

Mi corazón está hecho para el amor

y el afecto hacia los que tienen frío

y viven en soledad.

 

Mi cuerpo está hecho para la intimidad

con los demás.

 

Sin cuerpo, ¿dónde estaría?

 

Nada es inútil.

 

Todo tiene un profundo significado.

 

Entonces, ¿por qué…

 

– No soy feliz?

 

– Tengo los ojos cerrados?

 

– Mi boca está llena de amargura?

 

– Mis manos son como un dique

 

y mi corazón se ha vuelto árido?

        

 

¿Aún no he entendido

que estoy hecho para el amor?

 
 


 

        Nada ni nadie

 

        Autor: Padre Jose Luis Martín Descalzo

 

 

Nadie estuvo más solo que tus manos

perdidas entre el hierro y la madera;

mas cuando el Pan se convirtió en hoguera

nadie estuvo más lleno que tus manos.

 

Nadie estuvo más muerto que tus manos

cuando, llorando, las besó María;

mas cuando el Vino ensangrentado ardía

nada estuvo más vivo que tus manos.

 

Nada estuvo más ciego que mis ojos

cuando creí mi corazón perdido

en un ancho desierto sin hermanos.

 

Nadie estaba más ciego que mis ojos.

Grité, Señor, porque te habías ido.

Y Tú estabas latiendo entre mis manos.

 

 

Nada te pertenece

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

Libro: Momentos de paz

 

 

Cuanto tienes en este momento, lo has recibido de tus antecesores. Lo que tú has hecho – y muy bien, por cierto- es transformar cuanto has heredado. Esta es tu riqueza y tu aportación al mundo en el que te desenvuelves felizmente.

Tu generación, sea la que sea, posee una preciosa misión en la vida: cambiar y mejorar la preexistente.

 

Hace dos mil y pico de años fueron pronunciadas estas palabras:”Bienaventurados los limpios de corazón”. Te suenan y las sabes de memoria.

Pero posiblemente, con tu vida transida de mil preocupaciones, no has caído en la cuenta de su hondo significado, y sobre todo de su riqueza cuando la vives a niveles profundos en el mar de corazón.

 

Puede que hayas heredado casas, campos, dineros, coches, electrodomésticos, pisos…Sin embargo, la felicidad de tu corazón limpio es tarea tuya personal.

 

Cuando quieres mantenerte alegre, dichoso, relajado…sientes la necesidad de hacer una purificación y una obra transformadora de tu intimidad, de aquellos secretos que nadie sabe excepto tú mismo y Dios.

 

En la medida en que mantengas en tu corazón la sencillez, la transparencia y la limpieza, en esa misma medida irá naciendo cada día en ti una fuente que mana agua hasta la misma vida eterna.

 

Ser una persona de corazón limpio, te lleva a sentirte feliz ante las imágenes que estás viendo; jubiloso ante la música que escuchan tus oídos; y pensativo y dichoso interiormente ante la voz amiga que te habla a tu propia interioridad. Hay gente que tiene el corazón manchado porque todo lo ensucian. No saben emocionarse ante estas imágenes.

 


 

Nadie camina por la vida

 

Nadie camina por la vida,

sin haber pisado en falso muchas veces.

 

Nadie llega a la otra orilla,

sin haber ido haciendo puentes para pasar.

 

Nadie deja el alma lustrosa,

sin el pulimento diario de la vida.

 

Nadie puede juzgar,

sin conocer primero su propia debilidad.

 

Nadie consigue su ideal,

sin haber pensado muchas veces

que persiguía un imposible.

 

Nadie deja de llegar,

cuando se tiene la certeza de un don,

el crecimiento de su voluntad,

la abundancia de la vida,

el poder para realizarse y

el impulso de si mismo.

 


Nadie contra nosotros..

 

Cuando el caminar parezca

pedregoso y difícil,

las ofensas traten de herirte,

las palabras no salgan y no puedas hablar,

todos te condenen,

la inseguridad te agobie,

el dolor y la amargura te invadan,

parezca que te han abandonado,

la enfermedad se vuelva agresiva,

seas perseguido y humillado,

prediques la Palabra de Dios

y creas que no la han recibido,

el caminar parezca doloroso,

hablen mal de ti,

te sientas débil,

te sientas solo cuando digas:

«No puedo más…»

Sí puedes,

PORQUE DIOS ESTÁ CONTIGO,

y cuando Dios está con uno,

NADIE CONTRA NOSOTROS

 

 


Ser pan

 

Autor: Rafael Prieto Ramiro

 

 Puede que sea bonito, pero desde luego no ese nada fácil hacerse pan.

Significa que ya no puedes vivir para tí, sino para los demás.

Significa que ya no puedes poseer nada, ni cosas, ni tiempo, ni talentos, ni libertad, ni salud; todo lo tuyo ya no es tuyo, es de y para los demás.

Significa que tienes que estar enteramente disponible, a tiempo completo.

Ya no puedes protestar si te exigen mucho, si te molestan mucho, si te llaman a cualquier hora y para cualquier cosa.

Significa que debes tener paciencia y mansedumbre, como el pan, que se deja amasar, cocer y partir.

Significa que debes ser humilde, como el pan, que no figura en la lista de platos exquisitos; está ahí, siempre para acompañar.

Significa que debes cultivar la ternura y la bondad, porque así es el pan, tierno y bueno.

Significa que debes estar siempre dispuesto al sacrificio, como el pan que se deja triturar.

Significa que debes vivir siempre en el amor más grande, capaz de morir para dar vida, como el pan.

San Ignacio de Antioquía quería ser triturado por los dientes de las fieras para llegar a ser pan de Cristo.

 

Tú, no hace falta que busques a los leones para que te trituren.

 

Déjate triturar por esos cachorrillos que son los hermanos.

 

Déjate amasar por las contrariedades, los trabajos y los servicios a favor de los

hermanos.

 

Déjate cocer por el fuego del amor y del espíritu.

 

Después ya podrás ofrecerte a todos los que tengan algún hambre.

Ser como un río que fluye

 

Autor: Paulo Coelho

 

“Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”, dice un filósofo. “La vida es como un río,” dice otro filósofo, y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora más aproximada al sentido de la vida. En consecuencia, será bueno recordarlo a lo largo de todo el año que viene:

A] Siempre estamos ante la primera vez. Al recorrer el camino que va desde nuestro manantial (o nacimiento) a nuestro destino (muerte), los paisajes son siempre nuevos. Debemos encarar todas estas novedades con alegría, y no con miedo, porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río no deja nunca de correr.

B] En un valle, andamos más despacio. Cuando todo a nuestro alrededor se vuelve más fácil, las aguas se calman, nos volvemos más amplios, más largos, más generosos.

C] Nuestras márgenes son siempre fértiles. La vegetación sólo nace donde existe agua. Aquél que entra en contacto con nosotros, debe entender que estamos allí para dar de beber a quien tiene sed.

D] Hay que esquivar las piedras. Es evidente que el agua es más fuerte que el granito, pero necesita tiempo. De nada sirve dejarse dominar por obstáculos más fuertes, o intentar batirse contra ellos, pues gastaremos energía en vano. Lo mejor es saber dónde se encuentra la salida, y seguir adelante.

E] Las depresiones necesitan de paciencia. De repente el río entra en una especie de hoyo, y deja de correr con la alegría de antes. En esos momentos, la única manera de salir es contar con la ayuda del tiempo. En el momento preciso, la depresión se llena, y el agua puede seguir adelante. En lugar del hoyo feo y sin vida, existe ahora un lago que los demás pueden contemplar con alegría.

F] Somos únicos. Nacemos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que nos mantendrá siempre alimentados de agua de modo que, frente a obstáculos o depresiones, podamos tener la paciencia o la fuerza necesarias para seguir adelante. Comenzamos nuestro curso de manera suave, frágil, hasta tal punto que una simple hoja puede detenernos. Sin embargo, como respetamos el misterio del manantial que nos engendró, y confiamos en su Eterna sabiduría, poco a poco vamos ganando todo lo necesario para recorrer nuestro camino.

G] Aunque seamos únicos, pronto seremos muchos. A medida que caminamos, las aguas de otros manantiales se acercan, porque aquél es el mejor camino a seguir. Entonces ya no somos uno solo, sino muchos, y hay un momento en que nos sentimos perdidos. Sin embargo, como dice la Biblia, “todos los ríos van al mar.” Es imposible permanecer en nuestra soledad, por muy romántica que esta pueda parecer. Cuando aceptamos el inevitable encuentro con el agua de otro manantial, al final entendemos que eso nos hace mucho más fuertes, esquivamos los obstáculos u ocupamos las depresiones en mucho menos tiempo, y con mucha más facilidad.

H] Somos un medio de transporte. De hojas, de barcos, de ideas. Que nuestras aguas sean siempre generosas, que podamos siempre llevar hacia adelante a todas las personas o cosas que pudieran necesitar de nuestra ayuda.

I] Somos una fuente de inspiración. Y por lo tanto, dejemos a un poeta brasileño, Manuel Bandeira, las palabras finales:

Ser como el río que fluye

Silencioso dentro de la noche.

No temer las tinieblas de la noche.

Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.

Y si los cielos se cubren de nubes,

Como el río, las nubes son agua,

Reflejarlas también sin amargura

En las profundidades tranquilas.

 


 

Sencillez

 

Del pensador Edgar Fauré es el siguiente dicho, que ojalá, se pusiera en un lugar bien visible en esas empresas o instituciones en las que los de arriba tienen "complejo de dios".

"No es suficiente combatir la ignorancia de los ignorantes. Es preciso también y en primer lugar, combatir la ignorancia de los que saben muchas cosas, y en especial de los que creen saberlo todo".

Frase muy apropiada para tantos que se creen intocables por sus títulos, por un cargo o por su experiencia en un puesto.

Personas arrogantes, con un ego faraónico y que, como canta Alberto Cortez, se creen "pluscuanperfectos sobre todos los demás".

Personas que se hacen odiosas y al final acaban siempre mal. Víctimas de su soberbia y su intransigencia.

Cuanta falta les hace aprender de líderes que se hacen querer y que logran lo mejor con el encanto de su sencillez.

Si tú estás en un pedestal con "complejo de dios", lee la Biblia y haz un curso intensivo de humildad antes de caer.

Recuerda que ante "Dios hay muchos últimos que serán primeros y hay muchos primeros que serán últimos".


Sin prisas

 

Autor: Javier Menéndez Ros

 

 

De vez en cuando me sorprendo a mí mismo preguntándome por qué voy apresurado a todos lados y por qué a menudo meto tanta prisa a la gente que me rodea. Desde que me levanto hasta que vuelvo a casa después del trabajo parece que todo ha de ser una carrera contra reloj. El tiempo lo tengo ya calculado para que no sobre ni un minuto, y si, por el contrario, se produce algún retraso, entonces más prisa aún hay que darse.

Hay que conducir de prisa; el tren, el metro o el autobús no van todo lo rápido que me gustaría; ando por la calle dando pasos rápidos y miro con desagrado a quien osa adelantarme. Cuando vivía en Holanda eso me pasaba más a menudo pues especialmente las holandesas de tamaño ciclópeo me pasaban andando con sus grandes zancadas sin despeinarse ni un pelo, y cuando iba en bici era mucho peor, pues hasta las abuelitas holandesas me adelantaban como si nada, con su ritmo cadencioso, pese a mis intentos de acelerar. ¡Aquello era intolerable!

 

Por la calle tengo que ir rápido, no importa si voy o vuelvo del trabajo, si mi jefe es o no uno de esos que continuamente demanda mi presencia; pero da igual, ahí estoy yo, viendo cómo la vida, los escaparates de las tiendas, los árboles y las personas pasan a toda velocidad.

En la oficina estás perdido si eres lento y no andas por el medio de los pasillos, con paso firme y con cara de estresado. La empresa busca gente de acción; si piensas, parece que estás perdiendo el tiempo.

Pues yo me he hartado ya de tanto correr y decidí el otro día pararme de golpe en la calle, aunque lamentablemente no se me encendieron las luces del freno y una señora casi se estampa conmigo.

Después de eso, me eché a un lado para no entorpecer el ritmo de los apresurados y llegué la sabia conclusión de que algo estaba fallando en mi forma de vida. Y así, fruto de aquel instante y tras unas tranquilas meditaciones, me he puesto unos firmes propósitos que aquí relaciono, por si a alguno le fuesen de utilidad:

 

– Me levantaré unos minutos antes para no ir con el tiempo justo desde el principio.

– Desayunaré con tranquilidad, disfrutando de un buen café y de lo que caiga.

– Me tomaré el mejor momento del día para hacer silencio en mi interior y escuchar la voz de Dios.

– Conduciré despacio, no porque me vayan a quitar puntos del carnet o porque me pilla el radar sino porque es más seguro y porque, sencillamente, no tengo prisa.

– Aceptaré sin quejarme el ritmo del transporte público, sea el que sea ese día.

– Andaré tranquilamente, aunque me piten con sus miradas otros viandantes; me fijaré en lo que vea y en lo que no vea a mi alrededor, disfrutaré de lo que oiga y de lo que sienta. Notaré el sol cuando me ilumine, el viento cuando pase a mi lado o la lluvia cuando me moje.

– Intentaré leer los correos electrónicos todos enteros, queriendo entender al que escribe y poniéndome en sus circustancias.

– Abriré el libro que estoy leyendo (los libros también existen para algo más que decorar en una librería) y saborearé las palabras del escritor sin querer consumirlas en una lectura rápida.

– Escucharé a quien me hable, dedicándole toda mi atención, desterrando otros pensamientos paralelos.

– Miraré a los ojos sin juzgar, sin presionar, sin violentar, simplemente queriendo que la comunicación fluya sin prisas

– Hablaré despacio, habiendo pensado antes lo que voy a decir.

 


 

Sin quejas

 

¿Serías capaz de pasar un día sin quejarte, ni de ti mismo ni de los demás? ¿Sin mezquinas insinuaciones o chismorreos? ¿Cómo sería un día libre de quejas?

 

¿Qué tal si reemplazaras cada una de las quejas, por una sugerencia? Piensa en la influencia productiva y positiva que tendría en tu trabajo y en tus relaciones personales. Considera cómo podría reducir tus niveles de estrés. ¿Qué pasaría si reemplazaras cada queja que aparece en tu mente, por una acción en positivo? Imagina toda la energía que podrías reencauzar hacia propósitos creativos y productivos, sólo por haber desechado pensamientos dirigidos a culpar y criticar a otros. Sólo piensa en todas las oportunidades que antes no pudiste ver y que ahora descubrirías.

 

No, no es que desees que la gente te pase por encima. En cambio, espera lo mejor y niégate a malgastar tu tiempo y energía en quejas inútiles. Cada vez que tengas la apremiante necesidad de quejarte, desafíate a ti mismo a encontrar una alternativa positiva. Cosecha los enormes beneficios de mirar siempre hacia adelante en lugar de hacerlo hacia el pasado.