Primero enseño…

jueves, 15 de febrero de 2007
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El buen pastor -dice Jesús- soy Yo.  Y el buen pastor da la vida por las ovejas. El asalariado que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye. Y al lobo hace presa en ellas y las dispersa. Porque es asalariado no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí. Como me conoce el Padre, yo conozco a mi Padre, y doy mi vida por mis ovejas. También tengo otras, que no son de este redil. A esas las tengo que conducir, escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

Juan 10, 11 – 16
De todos los evangelios, se le dedica una parte importante a la actividad magisterial de Jesús. Si nos fijamos en las veces que el verbo enseñar aparece en los evangelios, en griego dydasko: Marcos la emplea 17 veces, Mateo 9, Lucas 15, no aparece tantas veces en San Juan. El verbo enseñar tiene este sentido de “Jesús pastor que se detiene frente a los hermanos que lo buscan y tienen hambre de Dios, para enseñarles.

Hay un modo preferido por Jesús para enseñar y hay un estilo de Jesús en la enseñanza. El modo de enseñar de Jesús es, como dice la Palabra, desde el conocimiento que tiene de sus ovejas, “Yo las conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a Mi”. El estilo de enseñanza que Jesús establece con los que va sumando a su tarea pastoral es desde el conocimiento que tiene de las personas. No es un maestro que baja líneas, no es uno que pone condiciones, es uno que conoce por dentro y sabe qué es lo que necesitan de alimento, qué de bebida, de aliento en sus vidas, qué de consuelo, de alegría, qué de gozo, qué de fortaleza frente al sufrimiento de sus ovejas; Yo las conozco, dice Jesús. Este conocimiento que Jesús tiene de ellas les da, a las ovejas, también a las que siguen a Jesús Pastor, la posibilidad de conocerlo a Él. Es un vínculo que se establece bajo un lugar común.

El verbo conocer bíblicamente, tiene un sentido que no es aquel que nosotros, desde la cultura racional le damos al conocimiento. No es un conocimiento cerrado sólo en el ámbito intelectual, es un conocimiento que toma a la persona toda, es un conocimiento sabio y que brota del Amor. La enseñanza que Jesús da sobre el Reino, sobre el misterio sobre el Padre, supone el conocimiento que nace del Amor.

Hay un modo de expresarse por parte de Jesús que muestra esta pedagogía del amor, que utiliza con los que se van sumando a su pastoreo. El estilo parabólico con el que Jesús habla. Jesús habla en parábolas. Habla de cosas intangibles, difíciles de una rápida aceptación y entendimiento. De hecho, va a decir “tienen oídos y no oyen, tienen ojos y no ven porque el misterio se escapa, el que Jesús trae a simple vista. Hasta que aparece este modo tan particular de enseñar de Jesús, desde el amor, que hace que lo complicado, lo difícil se traduzca en una enseñanza accesible a todos. Es hablar del misterio en forma cotidiana, de forma simple, comprensible. Estas son las parábolas.

¿La parábola qué es? Es un género literario, es decir una forma de expresarse por escrito y también hablada, que permite al que recibe el mensaje entender que lo que se está dejando como enseñanza, es en términos comparativos, y que la comparación que utiliza lleva un sentido que está más allá de que literalmente se está diciendo. Jesús por ejemplo habla de la misericordia de Dios utilizando la parábola del padre que tiene 2 hijos. Uno de ellos se va de la casa con su herencia, pierde todo lo que tiene, malgasta, termina en las últimas, come de las bellotas que le dan a los cerdos, hasta que se dice a sí mismo: -Voy a pegar la vuelta para la casa de mi padre.

A partir de esta historia familiar Jesús nos ofrece su enseñanza de cómo es la misericordia de Dios, el Padre recibe al hijo antes de que el hijo llegue a la casa. Sale a buscarlo para abrazarlo en el amor y no le deja que arme su discurso de justificación: “Padre, pequé contra ti, contra el cielo, ya no merezco ser llamado hijo tuyo…”

El Padre organiza la fiesta. No es que desconozca las motivaciones y las decisiones del hijo de reparar, las incluye, pero es más importante, o en todo caso, esto sólo es posible si el hijo se deja abrazar por el amor misericordioso del Padre.

Jesús, entonces, tiene un estilo. Un modo, es el modo del que se vincula enseñando, al conocer donde es otro puede estar necesitando de un determinado alimento y no de otro, una determinada bebida y no de otra, un determinado remedio, no de otro.

Esto lo da aquello que el evangelio de Juan hoy nos lo dice, “Yo conozco y ellas me conocen”. Este conocimiento es un conocimiento en el corazón, un conocimiento en el Amor. El Señor viene a renovar en nosotros este vínculo de Amor, para que en él podamos recibir lo que nos quiere enseñar con este modo de hablar de él de cosas que no son tan fáciles de entender, de una manera simple como lo hace en las parábolas.

Es un maestro Jesús, no es un título que le damos nosotros, en sus tiempos se le daba este título a esta nueva manera de enseñar. De hecho, cuando unos fariseos y escribas quieren confrontar con Jesús, le preguntan bajo este título; “Maestro”. También lo hace el joven rico que “¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?, Maestro le dicen. Es un maestro muy particular Jesús y él marca las diferencias de su magisterio respecto del de los escribas y fariseos.

Critica aquel estilo de los que detentan el poder religioso de su tiempo, diciendo; “ustedes ponen cargas demasiado pesadas sobre los demás, y no mueven siquiera un dedo para hacer lo que ustedes mismos dicen” Por eso, dice Jesús, hagan lo que ellos dicen, pero no vivan como ellos.

En Jesús, el ejercicio magisterial, el ser maestro, su enseñanza, tiene autoridad, dice el evangelio. Porque hay coherencia, hay consistencia en la vida de Jesús, entre lo que él dice y cómo vive Jesús. Lo que él trae no es una doctrina, sino un modo de vivir, y esto es lo que atrae particularmente a los que se acercan a Él. Y Jesús busca a personas a las que llama para ir detrás de si que se animen a tener ese estilo de vida. De hecho, el estilo de vida, es exigente y abandonado. No lleven nada para el camino, dice Jesús, ni 2 túnicas, ni alforja, sólo vayan con sus sandalias; vayan por el camino y anuncien la paz. Donde entren, donde haya paz, esa paz quedará…

Lo que está relatando el evangelio, más allá de la literalidad de lo que Jesús dejó como indicación, para la misión de los discípulos, es el carácter absolutamente de primacía que tiene la persona de Jesús, como maestro para con el discípulo.

Por eso le va a decir al joven que se acerca para seguirlo, “anda y vende todo”. Es decir, cualquier cosa a la que permanezcas atado, va a ser un impedimento para que nuestro vínculo sea un estilo en que yo propongo. Un camino nuevo.

Es un Maestro exigente Jesús. Pero no con la exigencia de quien exige imponiendo condiciones, sino con la exigencia que pone en el corazón que da el testimonio de un nuevo estilo de vida. No exige desde afuera, Jesús exige desde adentro. Bajo aquella categoría del Amor, que exige, que purifica por dentro.

El evangelio de San Lucas pone en boca de los discípulos de Emaús cuál es el estilo de Jesús. Es un profeta, grande en obras y palabras. Esto tal vez sea lo que caracteriza el modo de ser de este maestro. Es un hombre que en su decir lleva implícito siempre un hacer. Porque es la Palabra hecha carne. Y la Palabra con mayúscula, lo que dice, lo hace.

Ya desde la Creación. También en el tiempo de la nueva Creación cuando la Palabra se hace carne y se queda entre nosotros. Esto es la coherencia entre vida y palabra en Jesús, no es un voluntarismo por parte del maestro de Galilea, que busca ser coherente tratando de “moralmente” no dejar lugar descubierto frente a su modo de presentarse a los demás. No, no. Ni es un voluntarismo, ni busca justificarse delante de los otros. Brota de la naturaleza del Hijo de Dios hecho hombre.

La Palabra toma carne del vientre inmaculado de María, donde no hay pecado, es decir, donde no hay posibilidad de que algo se pierda. Entonces, la Palabra encuentra el lugar propicio donde hacerse eco y donde llegar con todo cu poder transformador.

La enseñanza de Jesús, no sólo son palabras que obran con poder, sino obras que despiertan el corazón. Tomemos, sencillamente, el ministerio de Jesús entre los pobres, que lleva el 80% del evangelio. Ese porcentaje lo muestra a Jesús estando entre los más pobres y particularmente tomemos la presencia de Jesús entre los pobres obrando milagros. Ahí es claro que el Señor deja una enseñanza contundente. Atrae es doctrina que cambia, que transforma la vida. No es una doctrina que introduce un nuevo conocimiento sobre algo, sí, también, Jesús viene a enseñar la novedad del Reino. Pero la novedad del Reino es lo que nos permite cambiar la vida, transformar la vida.

Jesús tiene un único cometido en su ejercicio magisterial: que las personas podamos entender el misterio de la vida. Es no un Maestro que nos lleva al cumplimiento de algo, sino que TRAE VIDA!!!!!!!!!!!!!!!!!

 Este conocimiento del que habla el evangelio de San Juan, tiene por parte de él un único sentido: llegar a dar la Vida. Es decir, este amor del Pastor por los discípulos, por las ovejas, hasta dar la vida. Y en esto se diferencia el Buen Pastor del que es asalariado.

El Señor nos invita a poner atención en las cosas que nos dice, pero como quien atiende con amor.

Los fariseos son los representantes de los jefes de Jerusalén y ofrecen el pan de las leyes de Moisés. Pero sobre todas las tradiciones que Jesús va a denunciar, ellos se han construido con el correr del tiempo los ha formado en maestros. Pero no con la fidelidad que tenían éstos en tiempos pasados. Jesús denuncia que ellos atan pesadas e insoportables cargas sobre el pueblo, que ellos no mueven ni un dedo para elevarlas. SE HAN TRANSFORMADO EN PASTORES HIPÓCRITAS Y CIEGOS (como denuncia Jesús)

Es decir, tienen la apariencia de ser pastores pero no lo son de verdad.

Otro Pastor, Jesús, ofrece el pan de la sabiduría, enseñanzas de forma auténtica, de manera autorizada, el misterio de Dios Padre, su proyecto de nueva humanidad. Jesús, a diferencia de los pastores que han venido antes que Él (ladrones y bandidos, Jn. 10, 11) , es sencillo, es recto de corazón y su yugo, la carga que es exigente en cuento que pide todo, de hace liviana porque Él, como dice el apóstol. Ha cargado con lo que nos pesa: nuestra iniquidad, las fuerzas destructoras.

Se cumple la profecía de Amós en Jesús, aquella que va contra los dirigentes de malos pastores que oprimen al pueblo. En Amós 4, 8, aparece esta denuncia. El profeta anuncia que llegarán días- Oráculo del Señor- en que yo enviaré el hambre a este país, no hambre de pan y de agua sino de escuchar la Palabra del Señor. El hambre que Jesús sacia es ése el de la escucha de la Palabra, en la enseñanza.

A partir de esta experiencia transforma la vida de las personas y hace que éstas busquen mayor dignidad. Las personas buscan que en su Palabra, Jesús que es su Presencia de Vida, traiga el Señor sanidad, y a partir de ahí un nuevo camino.

LO UNICO QUE PIDE PARA ENTRAR EN VINCULO CON ESTO ES LA FE. No solamente creer en Dios, sino creerle a Dios en la persona de Jesús.

Si te acordás el evangelio de ayer (miércoles 14 de febrero), nos mostraba a Jesús enseñando entre una multitud que tenía hambre. Después les dio de comer, pero primero les enseñó. Llama la atención que el evangelio ponga este orden, primero enseño….es que iba todo junto en Jesús.