“Que los años que me quedan por vivir, sean generosos, felices y una donación”

martes, 12 de junio de 2018
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11/06/2018 – Todos los lunes estamos invitados a un nuevo ciclo: “Te cuento un cuento para sanar” junto al Padre Mateo Bautista, sacerdote Camilo, Master en pastoral de la salud y Licenciado en teología moral y espiritual.

Sobre la base de un cuento el Padre Mateo abordará diversas temáticas. En esta oportunidad trató el tema del don de la vida y la aceptación de los años vividos, mediante el cuento “No digas los años que cumplo”. La pregunta disparadora al inicio del programa fue: ¿Te animás a decir los años que tenés?; Sí, no ¿por qué?
El cuento se puede leer a continuación:

Filomena es una vieja de una parroquia del interior de la provincia bonaerense, simpática, activa, piadosa, de ágil conversación, con buenos vínculos comunitarios, comprometida, de buen humor y muy familiera. En fin, una vieja como Dios manda. Eso sí, le cuesta aceptar a sus 80 años que es vieja. Disimula sus bien llevadas 8 décadas diciendo eufemísticamente que es de la tercera edad, adulta mayor, de la juventud acumulada… Tal es así que ayudando a su biznieta en las tareas escolares para completar una frase de un refrán que decía: “más sabe el diablo por… que por diablo”, la buena Filomena expresó: “más sabe el diablo por adulto mayor que por diablo”. En fin, no quiere oír que le digan vieja.

¡Qué se creen que soy de esas que si no se mojaron en el diluvio pisaron el charco! A mí no me va a dar el “viejazo”.

En la celebración de su 80º cumpleaños, Filomena estaba radiante de alegría, tal que ese día ni se acordó de los achaques propios de su edad. Festejó con sus viejas amigas viejas y con su familia, acudiendo a la Santa Misa en acción de gracias por el don de la vida. Eso sí, advirtió al señor párroco, natural del pueblo, a quien conocía de bebé, con tono severo:

Mira, mi padrecito querido, no vayas a decir que cumplo 80 años; ¡por favor, te lo pido!

A lo cual asintió gravemente el sacerdote.

El templo estaba muy concurrido. Filomena participó devotamente de la Eucaristía. Al final de la celebración, con aire más distendido, el sacerdote improvisó:

¿Por qué no le cantamos el cumpleaños feliz a nuestra querida Filomena?

Y cantos y aplausos se unieron festivamente al unísono en el templo. Filomena estaba radiante.

¡Y qué decir de la fidelidad a la Iglesia y de la participación tan activa en la comunidad de esta hermana nuestra! – prosiguió el celebrante.

Cantos y aplausos de nuevo resonaron con mayor énfasis. Filomena estaba entusiasmada.

Y bueno, muchos se preguntarán cuántos años cumple esta santa mujer, – añadió el presbítero.

Filomena se puso un poco seria.

Pero no crean que voy a decir la edad que cumple.

Filomena se relajó.

Pero voy a dar una pista – agregó el sacerdote.

Filomena se tensionó.

No cumple ni 70 ni 90 años y los que cumple terminan en cero.

¡Pobre Filomena!

 

El Padre Mateo nos dijo que este cuento nos hace reflexionar sobre el verdadero sentido de todas las etapas de la vida. “Es muy importante que observemos cómo vamos viviendo cada etapa de la vida; y recordar que lo que no se asume no se supera”.

Para interpretar en cuento, el sacerdote camilo nos regaló una clave: “los años que tenemos no son los que hemos vivido, sino los que estamos por vivir”. “Los años que hemos vivido ya no los tenemos, los años que tenemos son los que nos faltan por vivir”. Esto nos permite vernos como un proyecto de Dios y no vivir del pasado.

La protagonista del cuento estaba en un duelo. “Cuando no elaboramos los duelos caemos en las redes de la falta de libertad”. Los duelos los vivimos por perdidas, carencias u omisiones. “No sirve quedarnos mirando hacia atrás, es muy importante caminar en línea ascendente, mirando hacia adelante”.

Como tarea para trabajar en esta semana el Padre Mateo nos invitó a que le demos gracias a Dios por el don de la vida :“Que en el examen de conciencia de cada noche le demos gracias a Dios por el don y la gratuidad de la vida, y que hagamos una ofrenda: todo los que hemos vivido, los años que hemos recibido como don se los entreguemos al Padre. Y que le hagamos una promesa: que los años que realmente tengo, (los que me faltan por vivir), sean generosos, felices y sean una donación,” finalizó.

 

+ ¿Qué enseñanzas te ha dejado este cuento para tu vida?

 

Te invitamos a escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.