05/07/2016 – Tomando en base un texto de Mons Víctor Manuel Fernández “Para liberarse de una espiritualidad sin vida”, el P. Javier Soteras y Verónica Laforgia reflexionaron sobre la mirada de Dios, su mirada de amor y la invitación a saberme reconocido en su mirada.
A veces cuando queremos orar tenemos que hacer el esfuerzo para descubrir a Dios para reconocer que Él está presente, pero puede ser que lo que haga falta sea exactamente lo contrario, no preocuparme tanto por reconocerlo cuanto por dejarme hallar por Él” dice Victor Manuel Fernández. En este sentido, no necesitamos tanto pensar en Él sino que nosotros en ese momento en el que vamos a entrar a nuestro cuarto y orar al Padre que ve en lo secreto, somos bien vistos y amados por Dios.
Santa Teresa dice, “mira que te está mirando” como para entrar en la cuenta de ese encuentro. Se trata de permitir que Dios con su mirada de amor bañe mi vida, inunde todo mi ser con su mirada serena. Él me llama por mi nombre, me reconoce perfectamente. No hay cosa que pueda ocultarle, no hay sentimiento ni planes que sean secretos para Él, tal como dice el Salmo “Señor, tu me penetras y me conoces. Cuando la palabra todavía no llegó a mi boca, Tú ya la conoces entera. Y si le pido a las tinieblas que me cubran y a la noche que me rodee, para Tí ninguna sombra es oscura y la noche es tan clara como el día” Salmo 139.
No hay que tenerle miedo a esta mirada de Dios, porque Él nos mira con cariño, con más cariño del que nosotros nos miramos, nos contempla con más compasión, ternura y dulzura, nos tiene más paciencia de la que nosotros tenemos con nosotros mismos. Por eso, si nos dejamos mirar por Él podemos aprender a amarnos, aceptarnos, valorarnos y respetarnos a nosotros mismos. “Miren hacia Él y quedarán resplandecientes y sus rostros no se avergonzarán” Salmo 34.
Dios personalmente y con ternura nos contempla y nos contempla, también nos corrige, pero tal vez tengamos en la consciencia de que Dios es una idea y no una persona concreta. Dios es un ser personal y su presencia es la que cobija desde la mirada.
Nos encontramos con el Señor para estar con los hermanos de una manera mejor. Dice Santo Domingo de Guzmán cuando estoy con Dios hablo con Él de los hombres y cuando estoy con mis hermanos hablo con ellos de Dios.
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