Los enfermos son nuestros amos y señores.
Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios.
Los enfermos son la herencia y el patrimonio de Cristo.
El que sirve a los enfermos, sirve y cuida a Cristo nuestro Redentor.
El hospital es el jardín perfumado y delicioso de la caridad.
Entre las obras de caridad cristiana ninguna agrada más a Dios que la del servicio a los pobres enfermos.
Bienaventurado y dichoso el servidor de los enfermos que gasta su vida en este santo oficio con las manos metidas en la pasta de la caridad.
Dichosos ustedes que tienen tan buena ocasión de servir a Dios a la cabecera de los enfermos.
Dichosos ustedes si pueden ir acompañados al tribunal de Dios por una lágrima, un suspiro o una bendición de estos pobres enfermos.
Sirvan al enfermo como una madre sirve a su único hijo enfermo.
San Camilo de Lelis,
patrono de los enfermos
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