San José y su ejemplo de paternidad

miércoles, 15 de diciembre de 2021
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15/12/2021 – En el ciclo “Levántate y resplandece”, Carla Gerbino, especialista en psicogenealogía y terapia vincular, y el padre Luis Anaya, asesor nacional del programa de sanación Raquel en Grávida, enfocaron el espacio en la persona de san José. “Para empezar nos hacemos una pregunta: ¿Podemos hablar de sanación en José? Es nuestro objetivo llevar esperanza y consuelo a las personas que atraviesan estos dolores tan íntimos y delicados, como son las heridas provocadas por el drama de abusos y abortos”, afirmó el padre Anaya. “Sí, -argumentó el sacerdote- porque entendemos sus obstáculos, pruebas, dificultades. Ante ellas san José hizo un camino de discernimiento, que supone buscar, indagar, tomar contacto con la realidad, poder verla, experimentarla. Supone descalzarse para entrar en un terreno que es sagrado porque de alguna manera Dios lo ha permitido para que yo me encuentre con el misterio, con la misión. Ver la razón de mis dolores, descubrir las heridas para curarlas, descubrir los caminos de sanación”.

La licenciada Gerbino recalcó: “Me gusta decir que detrás de cada herida puede estar latiendo una misión”. Muchos quedan fijados en lo traumático, negándolo, justificando, disociando. Se hace necesario poder encarar un proceso de sanación para iluminar estas heridas tan profundas. Es necesario discernir los momentos más adecuados, las formas, los métodos. San José y María tuvieron la noticia de un embarazo inesperado, sus planes se desestructuraron “tremendamente”. Muchas veces, ante lo inesperado entra la desesperación, y se llega a decisiones traumáticas, dolorosas. Es tan grande el trauma cuando la muerte ha acontecido en el propio cuerpo, y del ser más íntimo, el hijo, que muchas personas quedan en shok, y permanecen por años en la primera fase, la negación. Es necesario atravesar la ira; muchas veces el cuerpo queda como lugar de trauma, implosionando tanta violencia y descargándola otras veces con los otros y en tantas malas decisiones. Debajo hay tristeza, muy profunda, es que ni más ni menos estamos hablando de la pérdida del ser más íntimo, el duelo por la muerte de un hijo. Es necesario pasar por varias etapas en los procesos de sanación para poder hacer el trabajo de duelo y reconciliación. Se puede aprender a vivir en paz, y lo que es muy importante aprender a tomar nuevas y buenas decisiones, para mejorar la calidad de vida.Santa Teresa hablaba tanto de la humildad, y la definía como “aprender a ver en la verdad”. Iluminar estas heridas profundas permite elaborar lo traumático para emprender nuevos caminos de restauración, nuevas decisiones, más adecuadas y buenas”.

El padre Anaya nos recordó a san José como “Padre en la valentía creativa. San José se encontró con dos grandes pruebas: Belén (no había lugar) y la persecución de un rey despiadado. Su valentía creativa venció el miedo y hizo lo que en el momento había que hacer. Salió de la parálisis del “hacer”, del “hablar”, del “pensar”, del “iniciar un camino de sanación”. En algunas personas, el miedo hace entrada a la desesperación y el aparato psíquico colapsa más fácilmente. El miedo puede dar lugar a la angustia, a ataques de pánico y diferentes tipos de ansiedad agudos y crónicos. A algunos los paraliza, a otros los lleva a atacar y a otros a esconderse. En nuestra cultura los trastornos de ansiedad están a la orden del día, y las personas que sufren trastorno por estrés post traumático debido a estos daños tan profundos se ven más vulnerabilizadas, mucho más aún en la actualidad, por la situación límite que trajo la pandemia, donde se reeditan traumas previos, no elaborados. Tantas disfunciones sexuales y confusiones en la identidad sexual tienen que ver con estos padecimientos de abusos y abortos pasados, actuales, o de otras generaciones, distintos trastornos de alimentación, en el sueño, pesadillas, insomnios, jaquecas, fibromialgias, enfermedades varias y recurrentes, circuitos de malas decisiones, trabajos abusivos y otras conductas de riesgo, depresiones e intentos de suicidio. Hay que prestar atención a los síntomas, reconocer lo que pasa es el primer paso para poder pedir ayuda, y encarar estos procesos de sanación en donde el perdón es su corazón. Este perdón va permitiendo la toma de nuevas decisiones y se va reeditando en cada etapa nueva de la vida, en cada momento particular, en cada acontecimiento; por eso Jesús le dijo a Pedro, 70 veces 7, siempre. Es posible aprender a identificar los conectores con el trauma, los influyentes, las motivaciones, y empezar procesos de reconciliación para encontrar nuevos caminos de esperanza, y nuevos vínculos de confianza”.

El padre Luis cerró diciendo que “san José fue padre de la acogida, el aceptó y confió. Mirar la realidad y aceptarla es una de las grandes sanaciones de nuestra vida. Para la valentía creativa José tuvo enorme confianza en Dios y ella lo llenó de esperanza. No se afronta ninguna dificultad si no hay esperanza. Prepararnos a la esperanza, que siempre es un regalo de Dios como virtud teologal, supone que yo me dispongo en mis esperanzas humanas: la humildad, que me lleva a buscar al otro (la esperanza siempre es expresión de comunión) y que requiere de la gradualidad: nos disponemos a la esperanza, paso a paso, con paciencia y confianza”.