Sanidad Interior

martes, 5 de septiembre de 2006
image_pdfimage_print
Oremos esta oración de curación interior, de sanidad interior, deteniéndonos frente a todo lo que haya surgido a la luz de Dios de nuestras propias heridas del pasado que repercuten desde lo emocional en nuestro presente:

“Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por tu amor nos diste a Jesús. Gracias Padre porque a la luz del Espíritu comprendemos que Él es la luz, la verdad y el Buen Pastor que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Hoy Padre me quiero presentar delante de Ti como tu hijo, Tu me conoces por mi nombre, pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida, Tu conoces mi corazón, Tu conoces las heridas de mi historia, Tu conoces todo lo que he querido hacer y lo que no he podido hacer, conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome, Tu conoces mi limitación, mi error, mi pecado, conoces los traumas y complejos de mi vida.

Hoy Padre te pido que por el amor que le tienes a tu hijo Jesucristo derrames tu Santo Espíritu sobre mí, para que el calor de tu amor sanador penetre en lo mas íntimo de mi corazón. Tu que sanas los corazones destrozados y vendas sus heridas, sáname aquí y ahora de mi alma, mi mente, mi memoria y todo lo interior.

Entra en mí Señor Jesús como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo, Tu te apareciste en medio de ellos y le dijiste: Paz a vosotros. Entra en mi corazón y dame tu paz, lléname de amor. Sabemos que el amor hecha fuera el temor, pasa por mi vida, sana mi corazón. Sabemos Señor Jesús que Tu lo haces siempre que te lo pedimos y te lo estoy pidiendo con María mi madre, la que estaba en las Bodas de Caná cuando no había vino, Tu respondiste a su deseo transformando el agua en vino. Cambia mi corazón y dame un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dame un corazón nuevo. Haz brotar en mí los frutos de tu presencia, haz brotar el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría. Haz que venga sobre mí el Espíritu de la bienaventuranza para que pueda saborear y buscar a Dios cada día, viviendo sin complejos ni traumas junto a los demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos. Te doy gracias Padre por lo que estás haciendo hoy en mi vida, te doy gracias de todo corazón porque Tu me sanas, Tu me liberas, porque Tu rompes las cadenas y me das la libertad. Gracias Señor Jesús porque soy templo de tu espíritu y ese templo no se puede destruir porque es la casa de Dios. Te doy gracias Espíritu Santo por la fe, gracias por el amor que has puesto en mi corazón. Que grande eres Señor Dios Trino y Uno, bendito y alabado seas Señor. Amén”