La Pastoral Social llamó a un diálogo responsable y creativo, en el marco de la Semana Social

sábado, 29 de junio de 2019
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01/07/2019 – Los obispos que integran la Comisión Episcopal de Pastoral Social llamaron a todos los actores sociales a comprometerse con un diálogo “responsable y creativo” pensando en el bien común de la patria y con el objetivo puesto en revertir la “difícil situación social” en el país.

Lo hicieron en el mensaje final de la Semana Social, que se desarrolló el fin de semana en la ciudad de Mar del Plata con el lema: “Trabajo: Clave para el desarrollo humano integral”, y de la que participaron dirigentes políticos, sindicales, empresariales, sociales y laicales.

“Como pastores a los que se nos confió la tarea de animar la Pastoral Social del episcopado argentino es que humildemente les pedimos a todos los actores sociales: al Estado, los empresarios, los sindicalistas, los movimientos populares, la dirigencia política, las universidades y organismos de ciencia y técnica, etc. que nos comprometamos en un diálogo responsable y creativo, pensando fundamentalmente en el bien común de la patria, donde no dejemos de poner los mejores esfuerzos personales e institucionales para revertir esta difícil situación social de presente y de futuro en la que nos encontramos”, sostuvieron.

“Todos estamos llamados, todos somos necesarios para construir una patria de hermanas y hermanos, nadie puede quedar afuera de la mesa de la vida”, recordaron y pidieron: ¡No nos dejemos robar la alegría del trabajo! San Cayetano, ruega por nosotros!”.

Entre los disertantes principales se destacaron el obispo de Lomas de Zamora y presidente del Cepas, monseñor Jorge Lugones SJ; el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia; el obispo auxiliar de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, el catedrático Jorge Benedetti, entre otros. Además, estuvo presente el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre.

El obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas), monseñor Jorge Lugones, pronunció el sábado la conferencia central sobre “La persona humana y el trabajo”.

En su intervención, el prelado expresó que cuando el modelo de desarrollo económico se basa “solamente en el aspecto material de la persona, termina beneficiando sólo a algunos, y daña el medio ambiente”.

El obispo sostuvo que esto “genera un clamor -tanto de los pobres como de la tierra-, que nos reclama otro rumbo, un rumbo que, para ser sostenible, necesita colocar en el centro del sistema económico a la persona humana -que siempre es un trabajador y una trabajadora-, integrando la problemática laboral con la ambiental”.

Asimismo, destacó la necesidad de políticas públicas para promover el empleo al señalar que “la cuestión laboral reclama la responsabilidad del Estado, al cual compete la función de promover las condiciones para la creación de oportunidades de trabajo, incentivando para ello tanto al mundo productivo y de la economía social, como al científico-tecnológico y cultural”.

Monseñor Lugones convocó a la práctica del encuentro como comunidad de cristianos, es decir como Iglesia, ante “los graves problemas actuales de nuestro pueblo, que exigen para su resolución solidaridad entre todos los sectores sociales, especialmente de parte de quienes están en posiciones ventajosas -incluso legalmente adquiridas-, para con aquellos que menos, o nada tienen, a saber: los pobres y empobrecidos, los desocupados y descartados, los excluidos y desconocidos por la sociedad”.

El presidente de la Cepas citó al papa Francisco al afirmar que “cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico: arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común”.

Ante esta situación, el obispo consideró necesario que el trabajo se coloque en el centro de la problemática, dado que “la falta de trabajo destruye el tejido social que permite a la persona humana expresar su dignidad”.

“Cuando en un sistema social las relaciones del trabajo no son de solidaridad sino de egoísmo, la persona poco a poco es excluida, entrando en procesos de despersonalización que matan; y cuando la desocupación llega a ser estructural, las personas excluidas dejan de estar explotadas y pasan a estar descartadas, como advierte el papa Francisco”, agregó.

También dedicó parte de su conferencia al papel de la mujer en el trabajo y convocó a “garantizar la presencia y el protagonismo de las mujeres también en el ámbito laboral”.

“La persistencia de muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad de la mujer en la esfera del trabajo se debe a una larga serie de condicionamientos perniciosos por los cuales son todavía hoy ‘olvidadas en sus prerrogativas, marginadas frecuentemente, e incluso reducida a esclavitud’”.