“Si curas la herida de tu hermano”

martes, 30 de junio de 2020
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29/06/2020 – El Padre Mateo Bautista, sacerdote camilo, presentó este fin de semana su nuevo libro: “Si curas la herida de tu hermano” -inspirado en el capítulo 58 del profeta Isaías, y concretamente en el versículo 8: “Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente”-, y el subtítulo: “La mutua ayuda en duelo”, han orientado la redacción de su contenido. Este libro contiene once relatos testimoniales de personas que transitaron el duelo por muerte de seres queridos y que son coordinadores del Grupo de Mutua Ayuda “Resurrección” de la Pastoral del Duelo. En el programa “Hoy puede ser” dialogamos con Carmen, una de sus protagonistas.

Mercedes
“Nuestra hija Mercedes pertenecía al grupo misionero del colegio. Volvió́ más que feliz de aquel primer viaje, escribiendo de él: “Fue impresionante…” Con esa misma felicidad y compromiso esperó y se preparó́ para el siguiente viaje. Después del almuerzo sonó el teléfono y la hermana de una de las chicas del grupo misionero me anunció: “¡Carmen, los chicos volcaron!”. El accidente se produjo a unos 250 kilómetros de nuestra localidad. El domingo, de mañana temprano, cuatro días después del accidente, murió Mercedes. Tenía dieciséis años. El sepelio fue ese mismo día por la tarde.”

Negación
“Había permanecido en el hospital casi los cuatro días. Cuando retorné a casa, ya sola, pensé́: “¿Me estoy preparando para el entierro de Mercedes? ¡No! ¡No puede ser!” Y entré en un estado de shock que fue muy prolongado. Pretendía negar la realidad, tal vez sin quererlo. En los primeros días, instintivamente negaba todo lo sucedido. No atendía al teléfono. El estado de shock incluyó amnesia sobre Mercedes. Me costaba visualizar su rostro. No recordaba sus gestos, su voz, nada. Por ello, no sé cómo, ni con qué fuerzas, decidí ver sola un video del viaje del grupo misionero, realizado un mes antes y que era inédito para mí. La filmación era de noche, con poca luz; yo lo veía en blanco y negro. Lo hice pasar varias veces, pero no reaccionaba”.

Me cayó la ficha
Al cabo de unos dos meses, pensando que me ayudaría, me reintegré al trabajo, en una concesionaria de autos. A la hora de salida, al medio día, le dije a uno de mis compañeros: “¡Mercedes no va a volver del colegio, no va a volver más!” De inmediato, corrí́ despavorida hasta mi casa; se me había caído la ficha: Mercedes había muerto. ¿Estaría empezando a aceptar la realidad?. Me viene a la mente estar en el salón de ventas de mi trabajo y sentir un impulso casi insoportable de querer estrellar mi computadora contra uno de aquellos impecables autos cero kilómetros. Me iba al baño y me desahogaba pateando la pared. Y no podía cambiar la realidad. ¡Qué bronca!”.

Esperanza
“Al residir los hijos en casa, y estar todos con un duelo sin elaborar, no siempre nos era fácil la convivencia, ni volver a acomodarnos hasta encontrar y afianzar cada uno sus nuevos proyectos de vida. Surgían conflictos que realmente nos hacían sufrir mucho. Ese reacomodarse ocasionaba otros duelos. Ciertamente, los duelos no trabajados dan más trabajo de duelo. Estando las cosas así, me propuse hacer una novena participando diariamente de la Santa Misa, incluyendo el ayuno. Finalizados los nueve días, en adelante no pude dejar de participar diariamente de la Eucaristía, hasta el presente. ¡Remedio santo en mis duelos! También comencé a preguntarme si en ese tiempo pasado mi fe y esperanza habrían emigrado a una isla lejana. Ahora comenzaba a ver de nuevo su pujanza.”

Propuesta
“Ocho años después del fallecimiento de Mercedes, una joven mamá, Valeria, con un duelo muy reciente por la muerte de su hijito en un accidente, le propuso al párroco formar un grupo de mutua ayuda para padres con hijos muertos, pidiéndome que la acompañase. Rehusé participar en esa actividad, porque era pública, requería conocer nuevas personas y compartir comunitariamente algo o casi todo de las intimidades de mi corazón dolorido. Lo que deseaba era quedarme en mi casa, leyendo y rezando; en otras palaras, pretendía seguir aislada de toda actividad. Ante ello, mi párroco me encaró: “Si está en el mundo, trabaje para el Señor Jesús en el mundo, si no, se hubiera hecho monja de clausura”.”

Grupos de Mutua Ayuda y nuevo duelo
“Transcurrido un año, Valeria, que guiaba el grupo, anunció muy felizmente su embarazo y me delegó para continuar. Desde ahí quedé completamente comprometida y atrapada por la llamada Pastoral del Duelo. Ahora puedo ver que todo lo aprendido, asimilado e incorporado en la coordinación de “Resurrección” repercute favorablemente en todos los órdenes de mi vida, incluyendo el ámbito familiar, ya que he podido acercarme más a nuestro hijo para romper ese pacto de silencio que duraba catorce años. Sin dudas, coordinar es un continuo aprendizaje semanal, que me ha ayudado y me ayuda a continuar mi crecimiento religioso, que tanto necesitaba, cultivando mi relación personal con Dios y reforzando mi pertenencia y misión eclesial. Todo ello ha sido un auténtico baluarte para encarar mi duelo reciente, porque hace algunas semanas que ha muerto mi esposo Hugo, en medio de la cuarentena por la pandemia del coronavirus.”

No te pierdas de escuchar el testimonio completo de Carmen en la barra de audio debajo del título.