28/11/2018 – Compartimos estas palabras nacidas de un alma que, en medio de su soledad, busca poner en Dios su esperanza:
“Tengo un corazón y vivo en una casa
y la puerta está abierta de par en par;
pero ¿de qué sirven corazón y casa si todo está vacío?
Detrás de mis persianas se detuvo la vida;
los días van veloces y las noches se alargan hasta siempre.
Es la hora solemne de las preguntas graves.
Sin puerta y sin caminos se ha quedado el pasado;
salvaje está el jardín, mas nos sobran sonrisas;
y si no tengo llave es porque quiero
que mi casa la sientan todos suya.
Señor, Tú eres mi puerta y Tú eres mi camino.
Se cansa de latir mi corazón,
pero el alma está alerta.”
(Antonio Alonso – Bienaventuranzas del atardecer – Ediciones Paulinas)
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