Una mirada cristiana del trabajo

martes, 1 de mayo de 2007
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Al irse, Jesús de allí, volvió a su tierra, y sus discípulos se fueron con él. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor. Se preguntaban: “¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos? Pero no es mas que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de Joset, de Judas y de Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?” Se escandalizaban y no lo reconocían.

Jesús les dijo: “Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre sus parientes y en su propia familia.” Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer.

Marcos 6, 1 – 5

La vida oculta de Nazaret permite entrar en comunión con Jesús a través de los caminos mas ordinarios de la vida humana. El Papa Pablo VI dijo en un discurso: “Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús, la escuela del Evangelio, una lección del silencio ante todo, que nazca en nosotros la estima del silencio, esta condición del espíritu admirable e inestimable, una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su carácter sagrado e inviolable, una lección de trabajo. Nazaret o casa del hijo del carpintero aquí es donde querríamos comprender y celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano. Cómo querríamos aquí saludar a todos los trabajadores del mundo entero y enseñarles su gran modelo, su hermano divino.” Pablo VI, discurso del 5 de Enero de 1964.

Sabemos que el mundo del trabajo es la gran importante tarea mas que del mundo del trabajo tendríamos que hablar de la persona humana en esa gran misión en la que nunca ha de renunciar porque toda la tarea que el hombre desarrolla hacia fuera de alguna manera es la gran tarea que la persona que tiene consigo misma, de construirse así misma, de tal manera que con todo lo que el hombre hace en el hacer, en el transformar la realidad esta manifestando esta necesidad de construirse así misma.

El trabajo afecta a toda la persona, cuando habamos del trabajo no es simplemente cumplir una tarea, un oficio sino que estamos hablando también de aquel proyecto de Dios, en el Génesis dice: “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza” y le dio un dominio, lo invitó a un señorío sobre el orden creado, lo invitó a que le ponga el nombre a las cosas y poner el nombre indica esa misión señorial que tiene la persona humana al modo de Dios, partícipe de la creación de Dios el hombre tiene una vocación profunda a la transformación, a la utilización del mundo, y a la transformación, pero esa utilidad y transformación que la va desarrollando a través de su tarea es una transformación que se realiza siempre como un modo de relación con las demás personas, no se trabaja para sí mismo aunque también se trabaja para sí mismo porque uno tiene que buscar su propio sustento, lo dice la Palabra de Dios: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” y ya con la presencia de Jesús obrero en medio de nosotros, trabajador del Padre en medio de la viña del Padre podemos decir hoy también “Danos hoy nuestro pan de cada día” este es el aporte que hacemos desde el enfoque cristiano, la tarea que realizo la realizo también pidiéndosela a Dios, la realizo en comunión con Dios y trae una misión importante para el mundo cristiano que ocupa una franja muy grande de la humanidad que son todos los creyentes que se levantan todos los días para realizar su tarea, de qué manera realizamos esa tarea, cuántas veces ese mundo del trabajo en el que nos vamos desarrollando en el que debiéramos desarrollarnos está herido profundamente por el egoísmo, por el individualismo, por la búsqueda de sí mismo, por un aspecto solamente subjetivo y hemos perdido esa dimensión comunitaria de la tarea, eso que nos pone en comunión, eso que hace que lo que yo hago tenga que ver con mi hermano, el trabajo tiene que ser hecho a partir de la experiencia del amor, el amor es la gran tarea de la persona, el hombre trabaja mas con el corazón que con todo su cuerpo, el ser humano se define por su corazón, es decir, la dimensión del amor en las personas porque hay personas que pueden trabajar mucho y pasarse toda la vida trabajando, pero van descuidando los amigos, su descanso, la vida espiritual, su familia, se van olvidando de todo, el eje, el gran amor de su corazón es cumplir con el trabajo y tal vez es todo un habito de vida, toda una dependencia por la cual van dañando todas las otras dimensiones que son fundamentales de su persona, se van olvidando del mundo y muchos dicen: yo cuando me jubile voy a viajar, etc, etc.

Y en realidad lo que no se va haciendo todos los días, después no se hace nunca, el que es un esclavo del trabajo, el que no sabe dar lugar a las otras dimensiones de la vida y hace una absolutización de su tarea y consagra todo su tiempo sacrificando valores fundamentales y obligaciones fundamentales de su deber de estado esa persona lo que no cultiva ahora no lo va a poder cultivar el día de mañana, hay que ser realista, Jesús dice “El que es fiel en lo poco podrá ser fiel en lo mucho”, la pequeña fidelidad en lo de hoy, no existe la fidelidad en lo mucho, existe en lo pequeño, en lo permanente, existe la fidelidad que hoy tengo que tener en mi tarea, hoy tengo que estar abierto a ver en qué tengo que dedicar mi vida al trabajo, cuánto tiempo tengo que dedicarle, cuánto tiempo tengo que descansar, cuánto tiempo tengo que dar a mi recreación, cuánto tiempo reclaman mis afectos, mi familia, la enfermedad de mis hijos, la tarea no es solo el trabajo en cuanto ganar dinero, no podemos vivir para ganar dinero, hay gente que vive para el trabajo y es tan absolutista el trabajo que los desgasta, la absolutización de la vida en el trabajo les hace perder el sentido del humor, el sentido del compartir, se olvidan de los afectos, su afecto esta en su trabajo y el día en que esa persona se jubila, en esta cultura de la muerte en la que vivimos donde la persona no vale por lo que es sino por lo que tiene, por lo que puede hacer, el deja el trabajo y no hizo otra cosa qué va a hacer, no sabe hacer otra cosa.

Mucha gente pierde el sentido de la realidad absolutizando el trabajo, las personas tenemos que darnos el valor a nosotros mismos, la tarea que realizamos tiene que ser una tarea que nos edifique no que nos someta y nos esclavice, somos nosotros la persona humana la que tiene la misión de hacer un sometimiento de las cosas y transformación de la creación, pero no al revés, el que vive para trabajar no vive, se transforma en un esclavo, en un ser dependiente y los valores que va a ir emergiendo en su mundo exterior, en su mente y en su corazón no son los valores de vivir, de disfrutar, de compartir con la familia, de buscar el bienestar de los que me rodean, de sentirme cómodo, de pensar en unas buenas vacaciones, porque no pensar que los míos van a estar mejor atendidos, mejor servidos, hasta eso se pierde cuando se absolutiza la dedicación de la vida al trabajo, el trabajo tiene que ser un medio para que la persona se logre como persona en todas sus dimensiones y para que la persona se sienta dignificada y se vea mas preparada y capacitada para vincularse con los que lo rodean, así debe el trabajo, este es el ejercicio del señorío, la atención del señorío esta sobre la persona, yo tengo que ser señor y el que es señor está llamado a tener un manejo y una administración de los elementos que necesita para ser persona, ese es el objetivo.

El primer trabajador es Dios, el primer trabajo de Dios es la creación, en el relato de la creación se ve cómo Dios realizó todas las cosas con justicia y equidad, y cuánta sabiduría y amor, todo lo creó de la nada y solo Él pude crear de la nada y dar el origen y la existencia a toda realidad, particularmente expresada la delicadeza de la creación en la persona humana, Dios nos como Él a su imagen y semejanza, con inteligencia y con corazón, con el don maravilloso de la libertad, con las facultades que adornan ese mundo interior de la persona, su capacidad de imaginación, su creatividad, su espíritu de servicio, su saberse parte de un todo, su saber convivir y compartir, ser como Dios, una experiencia de existir para la comunión, una experiencia de haber sido creado de la nada.

Cuando nosotros pensamos en el mundo del trabajo como cristiano primero miramos a Dios que es el origen, Dios creó todo de la nada, lo hizo con su amor y creatividad. Nosotros no somos solo producto del trabajo y de la tarea de Dios sino que además nos hizo para que estuviéramos con Él, nos hizo y nos invitó a ser partícipes de su obra, pero no partícipes pasivos sino activos, vinculados a la obra de Dios, por eso la misión que Dios da aunque el hombre le haya dado la espalda a Dios por el pecado la misión que Dios le da es la de transformar el mundo. Mi existencia de humano y de cristiano tiene que ser una existencia para la transformación, soy co creador con Dios, soy partícipe de la obra de la creación, por eso toda mi tarea humana tiene que tener este sentido de transformación y con agradecimiento, cómo es el modo en que desarrolla el ser humano la tarea en cuanto animado por el Espíritu de Dios.

Con gratitud, cuántas veces nos encontramos haciendo nuestra tarea rezongando, llenos de disconformidades e insatisfacciones, siempre vamos a tener elementos para quejarnos por eso que necesidad de que haya una transformación en nuestro ánimo, cuando trabajamos lo de afuera hemos de aprender a hacerlo con agradecimiento, solo el trabajo que se hace con alegría y con agradecimiento es un trabajo que haciéndose por fuera también se proyecta en el interior de la persona.