Venga a nosotros tu reino

lunes, 24 de septiembre de 2007
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1ra Lectura

El año primero de Cirio, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: “Ciro, rey de Persia, decreta: el Señor Dios del cielo me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Los que entre vosotros pertenezcan a ese pueblo que su Dios los acompañe y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén, y a todos los supervivientes, donde quieran que residan, la gente del lugar les proporcionará plata, oro, hacienda y ganado además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios de Israel”. Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios, cabezas de familia de Judá, y de Benjamín, sacerdotes y levitas, se pusieron en marcha y subieron a reedificar el templo de Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron de todo, plata, oro hacienda, ganado, y otros muchos regalos de las ofrendas voluntarias.

Esdra 1, 1 – 6

 

Salmo 125 1 – 6:

“Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos aparecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!

¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.

 

Evangelio

Y bien, no se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente, o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado. Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”.

Lucas 8, 16 – 18

Se imaginarán la alegría que habrán tenido los judíos cuando pudieron volver a Jerusalén a reconstruir el templo que era el lugar de la presencia de Dios. Hoy también vamos a ver acerca del Reino de Dios. El Reino de Dios que, según los santos padres, tiene tres etapas. Una en la figura, otra en el cumplimiento del tiempo, y otra el Reino de Dios es la plenitud.

La Teocracia del Antiguo Testamento,  la presencia de Dios en Jerusalén, el Dios entre su pueblo elegido, era figura de una realidad superior que nos vino a traer nuestro Señor, que es el Rey de reyes y que venció al gran enemigo. El gran enemigo no fue un rey o un gran emperador sino la muerte, dice San Pablo. El venció al último enemigo, y el último enemigo debe ser vencido luego de la resurrección universal, que es la muerte que ya venció gracias a Su Resurrección.

En lo que se refiere al Evangelio de Lucas, hay un hermoso sermón de San Agustín sobre el “escuchar”, porque el Señor dice aquí: “Presten atención y oigan bien” y en la carta del apóstol Santiago leemos: “Sed todos prontos para escuchar pero lentos para hablar”, entonces San Agustín tiene unas palabras muy hermosas dirigidas a su grey que lo escuchaba con mucha atención, porque San Agustín era un gran predicador, un gran teólogo; entonces, como abriendo su corazón, una vez dice a sus feligreses: “Si hermanos, os lo digo francamente, yo que frecuentemente os hablo a petición vuestra, mi gozo es completo sin sombra alguna cuando me encuentro en la hilera de los oyentes, mi gozo es sin sombra cuando escucho y no cuando hablo, es entonces cuando con toda certeza saboreo la Palabra, pues mi satisfacción no se ve amenazada por la vanagloria. Nunca estoy tan lleno de gozo como cuando escucho en nuestro lugar de oyentes que nos mantiene en una actitud de humildad, por el contrario, si tenemos la palabra, necesitamos una cierta contención aunque nos llena de orgullo tengo miedo de hacerlo, por el contrario, si escucho, nadie puede quitarme mi gozo”, dice San Agustín”.

Y San Pablo lo dirá en otras palabras: “No os hagáis maestros”. Es verdad, es importante hablar, es necesario, obligatorio muchas veces hablar, pero San Agustín sentía más gozo escuchando, encontrándose en la hilera de los oyentes.

 

Hoy lunes 24 de septiembre, día de la Virgen de la Merced. Quiero recordarles que Radio María es una obra consagrada a la Santísima Virgen María.

Es una inspiración de María, porque la historia de la Virgen de la Merced es tan antigua como el Evangelio, tiene 2000 años. La palabra Merced no significa otra cosa que misericordia, amor, es solicitud por el prójimo y vemos en el Evangelio que María se manifiesta como madre solícita, amante, preocupada de su prima Isabel, preocupada en las Bodas de Caná cuando le dice al Señor: “No tienen más vino” y nuestro Señor responde: “Y a ti qué mujer”, y ella que no se deja vencer y le dice a los sirvientes: “Hagan lo que El les diga” como obligando, si se quiere, a su Hijo, a hacer su primer milagro, transformando el agua en vino y manifestando su Gloria.

Esa es la Virgen. María, estando en la gloria no se deja de ocupar de nosotros y manifestar su bondad y misericordia a través de tantos milagros, tantos santuarios, tantas apariciones que nos recuerdan las verdades eternas del evangelio que a menudo olvidamos. Es una madre solícita, es la Virgen de la Merced, de la Misericordia, por eso tenemos que invocarla.

En concreto, esta devoción a la virgen de la Merced comenzó a propagarse tal como la conocemos hoy, en la Edad Media, en una época muy difícil, gracias a la obra de un gran santo, San Pedro Nolasco, que nació a finales del siglo XII pero pertenece al siglo XIII, huérfano desde muy joven, un buen cristiano, se consagró a la Virgen de Montserrat, y gracias a esa consagración se siente inspirado a hacer el bien.

En concreto, el sufre en su corazón al ver a tantos cristianos hermanos que sufren la esclavitud en países musulmanes, en África del norte, sobretodo, y de hecho llega hasta Argelia y cae preso, después se libera, porque en ese tiempo, en España, en Italia y en toda la costa del Mediterráneo, los piratas defendían, llegaban en forma inesperada a un pueblo, desembarcaban y llevaban a los hombres, luego de destruir todas las cosa, como esclavos y pedían recompensas y cuando los cristianos pagaban las recompensas los soltaban, si no los obligaban a llevar una vida horrible en la cárcel donde morían y también lo forzaban a renunciar a su fe cristiana.

Entonces San Pedro Nolasco, Pedro Nolasco en ese tiempo, que era militar, tenía también comercio, cosa que lo ayudó después para recolectar dinero en favor de los esclavos y mejor dicho de los cristianos esclavizados, el lo que hace primero es dar todo su dinero, pero se da cuenta que no es suficiente, ¿qué puede hacer un hombre sólo?, entonces, como tantas otras personas, decide fundar una comunidad, la congregación, que se dedica a juntar dinero.

Y si no hay dinero entonces los religiosos debían cambiarse por los esclavos, sacrificarse, era una especie de vocación al martirio. Dice la tradición que en el año 1218, entonces la Santísima Virgen, que es la Virgen de la Merced, se le aparece por un lado a San Pedro Nolasco y por otro lado, en la misma noche, al rey de Aragón, que era muy amigo de Pedro, y le recomienda fundar una comunidad de religiosos dedicada a libertar a los cristianos esclavizados.

Ellos se dirigen a San Raimundo de Peñafort, que era en ese tiempo el director espiritual de ellos, van juntos a ver al obispo de Barcelona, el aprueba la iniciativa y entonces San Pedro hace sus tres votos religiosos y añade un cuarto juramento, el de dedicar toda su vida a tratar de libertar cristianos que estuvieran siendo esclavos de los mahometanos.

Se funda la congregación con el hábito que nosotros conocemos hoy de los mercedarios y empieza a viajar, a juntar dinero, realmente sus religiosos se sacrifican muchísimos, muchos mueren mártires en las cárceles, el viaja por Argelia, junta dinero y se dedica toda su vida a hacer el bien gracias a esa comunidad de los mercedarios que después se va extendiendo por todo el mundo y va reconociendo en su carisma nuevas formas de realización y es por eso que la Virgen de la Merced es también patrona de los que sufren todo tipo de esclavitud y es patrona también de los presidiarios, de aquellos que están privados justa o injustamente de su libertad.

Recordamos las palabras de Nuestro Señor: “estuve preso y me visitaste” .Eso es lo que comprendió y realizó en toda su vida San Pedro Nolasco y lo que realiza la Santísima Virgen María a través de su maternal solicitud por todos los que están privados de su libertad en el cuerpo o en el alma. Es también la Virgen de la Independencia, es la generala del ejército argentino como la proclamó Belgrano ese 24 de septiembre de 1812, el día de la Batalla de Tucumán.

Es la protectora y patrona de los presidiarios y es la madre de todos los que sufrimos algún tipo de esclavitud de tipo moral, la esclavitud que nos produce la tóxico-dependencia, la drogadicción, el alcoholismo.

La Secuencia de hoy dice: “Canta legión de cautivos, que se alegren los cristianos y que todos los humanos entonen himnos festivos a su Madre por doquier. Saltemos todos de gozo celebrando agradecidos el haber sido escogidos para ver, con alborozo, hierros y grillos romper. Fundadora y Madre nuestra, tiende próvida tu diestra hacia el miserable arrojado y has a un tiempo, copia y muestra, del amor crucificado, la familia que has fundado. Que tu faz, Virgen María, como refulgente aurora de aquél nuevo eterno día que alcanzar por ti confía, que en su amor te rinde ahora

Particularmente ligada a la devoción de la Virgen de la Merced es la ciudad de Tucumán. Ya en el tiempo de la colonia, de la misma fundación, se encuentra hoy la imagen venerada en Tucumán de la Virgen de la Merced, y el día en que se traslada a Tucumán el 24 de septiembre de 1685 se traslada al actual emplazamiento, se realiza el operativo el día de Nuestra Señora de la Merced y ella preside la gigantesca empresa de movilizar el vecindario que hacía 120 moraba en laderas del Aconquija.

La devoción a la Virgen de la Merced está muy presente en toda la historia de la Argentina y principalmente en el Siglo XIX, en la época de la Independencia, cuando después de la Batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, el general Belgrano, en reconocimiento a la interseción de la Santísima Virgen María, que la había dado la victoria a las fuerzas de la patria le entrega su bastón de mando y la reconoce Generala y recuerda el General Paz en sus memorias: “Entregó su bastón de mando a la Virgen de las Mercedes proclamándola generala del Ejército del Norte. En el mismo campo de batalla, aún enrojecido por la sangre de sus valerosos soldados y la procesión dispuesta por el mismo general. Gran expectativa, se detuvo la procesión, se ordenó el silencio más absoluto, se produce el hecho histórico, hay lágrimas de emoción, aprobación general, aplausos y parabienes indescriptibles. Belgrano con su fe expresa ante el pueblo y las tropas el reconocimiento a la Virgen de la Merced. Ella es la Generala, a Ella se debe la victoria”.

 

Catequesis del Padrenuestro

 

Hoy nos toca reflexionar acerca de la segunda petición: “Venga a nosotros tu reino”.

 “El reino de Dios está cerca” dice San Juan el Bautista, algunos contemporáneos de Jesús esperaban que el restaurara el reino teocrático de Israel. Luego de hacer un milagro impresionante quisieron hacerlo rey y que con su poder venciera al enemigo.

En esa época el enemigo era Roma, pero Jesús va más allá, ve más profundo en el hombre. El enemigo del hombre es la muerte.

Es por eso que Nuestro Señor dice que su reino no es de este mundo y San Pablo dice que el último enemigo en ser destruido será la muerte. Cuando nosotros decimos “Venga tu reino” expresamos nuestro deseo del cumplimiento del reino de Dios, porque el reino de Dios está como latente, vivimos en las primicias del reino de Dios, “el Reino de Dios está dentro de ustedes”, todavía no ha llegado la plenitud del reino de Dios, es por eso que todavía hay tanto mal, tanta injusticia, tanto sufrimiento.

En el reino de Dios, en cambio, no habrá el mal, será Dios todo en todo, como dice también la escritura: “Dios destruirá el mal en su reino” y es por eso que debemos queridos hermanos, distinguir las etapas del reino de Dios. Hoy hemos leído las lecturas del libro de Esdras en donde se nos habla del reino de Jerusalén, Israel, cuya capital era Jerusalén, donde estaba el Señor presente en su templo, esa era una figura histórica en el Reino de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo trajo a través de su muerte y su resurrección la gracia, la vida de la gracia, la adopción divina, la filiación divina y ya tenemos en nosotros, en nuestra alma, la primicia del Reino de Dios, vivimos la vida de la gracia, hemos sido liberados del reino del pecado para pasar al reino de la gracia, de la verdad, de la justicia, a través del Bautismo, a través de la fe, a través de los sacramentos. Imagen de este paso es la pascua judía, la liberación del pueblo de Egipto y su largo y penoso camino a través del desierto durante 40 años hasta llegar a la tierra prometida.

Ya fueron ellos liberados de Egipto pero todavía no han ellos llegado a la tierra prometida. Es así que nosotros vivimos en ese estado, ya hemos sido liberados, todavía en cambio no hemos llegado y sobretodo no hemos llegado a la resurrección, es por eso que sufrimos la muerte como esencia o como expectativa, la muerte que nos separa de nuestros seres queridos, que nos separa de nuestras cosas, y es por eso que el reino de Dios está latente. Nuestro Señor, cuando nos invita a decir: “Venga tu reino” nos invita a tener esperanza como la tuvieron los primeros cristianos que estaban siempre esperando la segunda venida. Para ellos el reino de Dios era una realidad escatológica, una realidad que ya tenía que hacerse presente: “Venga a nosotros tu reino”. “Maranatha”, “ven Señor no tardes”. Sobretodo, rodeados de tanto sufrimiento, los primeros cristianos ven la liberación total en la venida de Cristo. San Pablo les dirá a los primeros cristianos, sobretodo en sus cartas a los Tesalonicenses que nadie sabe ni el día ni la hora, como dice el Señor, y que debemos vivir y trabajar en esta tierra en la cuál hay tanto mal, tanto sufrimiento, y es por eso que paradójicamente Nuestro Señor llama al enemigo de la naturaleza humana, al diablo, “príncipe de este mundo”.

Siempre el cristianismo ha rechazado toda utopía, pensando que es posible fundar en la tierra el reino de Dios; todo mesianismo terreno como es el caso por ejemplo del comunismo, pensando que suprimiendo la propiedad privada y organizando la sociedad de un modo justo podía llegar el hombre a la felicidad, no, ¿por qué? y, porque el último enemigo puede ser destruido solamente por Dios, y el último enemigo es la muerte. Y es por eso que la utopía del superhombre que se predicaba en el siglo XIX y en el XX es realmente una utopía porque el superhombre es aquél que puede vencer al último enemigo y el último enemigo es la muerte.

Un filósofo ruso dice que la función de la sociedad y del estado no es la de crear el paraíso en la tierra sino en evitar que la tierra se transforme en un infierno, es precisamente cuando cedemos a la utopía, buscando el transformar la tierra en un paraíso, cuando la transformamos en un infierno.

Históricamente ese es el resultado siempre de la utopía y es por eso que el cristiano, buscando de construir, de progresar, de civilizar, ya que lo mencionamos hoy, pensaba Belgrano, teniendo una gran esperanza de civilizar a través de la escuela, de la educación, de la Iglesia, del cristianismo, de los valores, etc. sabemos los cristianos que debe “venir” el reino porque en la Tierra es imposible destruir totalmente el mal. Jesucristo nos da la posibilidad de luchar con gran esfuerzo contra el mal, algunas veces somos vencidos en esa batalla, otras veces vencemos, caemos, nos levantamos. Dice un santo que el cristiano no es el que no cae sino el que cayendo se levanta, esa es la vida acá en la Tierra, pero tenemos la esperanza que el mal será vencido, que el pecado será vencido y que la muerte, consecuencia del pecado, también será vencida.

Hablamos entonces del reino futuro, la resurrección de los muertos, hablamos de la muerte no como enemigo en el sentido de que es la condición necesaria para llegar a contemplar el rostro de Dios sino de la muerte como fruto del pecado.

El hombre desea ser inmortal porque poseyendo un alma inmortal, espiritual, desea, tiene el deseo de la inmortalidad y ese deseo se ve truncado por la muerte que apareció en la tierra luego del pecado original, es por eso que el reino de Dios será el reino futuro, “el nuevo cielo y la nueva tierra” dice también la escritura. Es por eso que no tenemos que ceder a las utopías, a la ansiedad de querer cambiarlo todo a través de la violencia, porque no es posible cambiarlo todo.

Al facilismo o a la felicidad química que nos proporcionan las drogas, el alcohol o alguna otra cosa. Estamos aquí en la tierra y vivimos, experimentamos las primicias del reino de Dios. Quizás tendríamos que hablar un poco también sobre el problema del mal que existe en la tierra y que muchas veces es como un escándalo para las personas que sufren el mal, por ejemplo la muerte de un ser querido, sobretodo si se trata de la muerte de un niño, los sufrimientos de las personas inocentes.

Es verdad, en la Tierra hay mal y muchas personas se preguntan donde está Dios, por qué el mal existe, por qué Dios no lo evita. Otras personas en cambio, consideran que porque hay mal en la Tierra Dios existe, en el sentido de que vivimos una realidad imperfecta, somos infelices en ese sentido, “como un rey destronado” dice Pascal, “el hombre es infeliz como un rey destronado y es infeliz porque es grande.

La causa de su infelicidad está en su grandeza como la de un rey destronado, que teniendo la vocación a reinar de hecho no lo hace y Jesucristo nos hace partícipes de su reino a través del Bautismo, de la Gracia y nos promete el reino futuro, la plenitud, cuando Dios será todo en todos, cuando será destronado el mal, cuando vencerá la Gloria, la Gracia, la Resurrección, y es por eso que las palabras “venga a nosotros tu reino” se refieren evidentemente al presente, en el sentido de que a través de la Gracia y de las buenas obras nosotros construimos el reino de Dios acá en la tierra, participamos ya de los frutos del reino de Dios que es el reino de la Gracia, de la Verdad, de la Justicia y del Amor y a su vez pedimos que venga el reino futuro de Dios.

Nuestro Señor promete el reino, está escrito en el evangelio de San Mateo, capítulo 25. Aquellos que a semejanza de la Virgen de la Merced y a semejanza de San Pedro Nolasco, hayan visitado a los presos: “Venid a mí benditos de mi Padre y heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, estuve en la cárcel y viniste a verme.

Hoy entonces es la fiesta de la Virgen de la Merced que es la patrona de los presidiarios y queremos también hacer extensivo este saludo a todos los que escuchan Radio María estando en la cárcel, que ojala sean muchos de los presos los que la escuchen porque Radio María sería una particular ayuda para los presidiarios. En muchos países hay experiencias muy enriquecedoras. En RM Italia por ejemplo hay un programa dedicado especialmente a los presidiarios.

Las familias de los presos, durante las Catequesis y el Rosario, pueden llamar y enviar los saludos a los familiares presos. En Rusia también tenemos una estrecha colaboración con  muchas cárceles en las que son realmente muy duras las condiciones en las que viven los presidiarios. Debemos pensar entonces en esta obra buscar de propagar Radio María en lugares de sufrimiento y verdaderamente la cárcel es uno de ellos. Por eso hoy es un día para reflexionar “venga a nosotros tu reino”, “venid benditos de mi Padre, heredad el reino”.

El reino entonces ya está presente en la Tierra a través de la Gracia de Dios y se hará pleno y total cuando sea la resurrección universal de los muertos. El reino de Dios es un Don de Dios. Dios nos llama y nos invita, como está expresado en las parábolas de las Bodas del hijo del rey que envió a sus siervos a invitar, simplemente a invitar, y Dios no excluye a nadie en su reino, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, independientemente de la hora en que hayan llegado los trabajadores, a la hora primera, a la hora tercera o a la undécima, todos recibirán su denario, es decir, la vida eterna.

Terminamos hoy la catequesis recordando las palabras de nuestro Señor: “Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se dará por añadidura”. El gran problema de la humanidad, dice un Santo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, no está en la ausencia de grandes obras buenas sino de pequeñas. Lo que falta hoy en día no son las utopías, las declaraciones rimbombantes, grandes acerca del futuro, del presente, con un optimismo increíble, etc., de eso estamos hasta la coronilla, lo que falta hoy en día no es la información porque sabemos todo acerca de todo, tenemos la televisión, Internet, etc. y participamos, de algún modo, en lo que pasa en todo el mundo, en Irak, en Tierra Santa, en el Líbano, en nuestra patria y en todo el mundo.

Lo que realmente está faltando es el compromiso personal de la persona, son las pequeñas obras de cada uno de nosotros. No falta el conocimiento, no faltan las ideas abstractas, no faltan las teorías que son extraordinarias, igualdad, libertad, fraternidad, no faltan las grandes palabras, falto yo, mi persona, la persona de cada uno de nosotros que debe reflexionar y realizar en la medida de su vocación, de sus posibilidades, el reino de Dios, en su casa, en su vida, en su trabajo, entre sus amigos, y es por eso que quiero dejarles esta reflexión a modo de pregunta ¿que hago yo hoy 24 de septiembre?,¿ qué voy a hacer yo hoy día de la Virgen de la Merced?,¿ qué voy a hacer yo para que venga el reino, para ser real?, al menos en modo imperfecto pero real, el reino de Dios, con mis obras, con mis palabras, visitando a un preso, a un enfermo, dando de comer al que tiene hambre, etc.