Viejas heridas: cuando las heridas que arrastramos influyen en el matrimonio

miércoles, 2 de mayo de 2018
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Novios parque

2/05/2018 – El Padre Javier Soteras, director de Radio María Argentina, invitó desde su reflexión de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, a conectar con la vida. Meditó sobre las viejas heridas y su implicancia en el vínculo matrimonial, relacionándolo con el Evangelio de la Vid verdadera, donde Jesús se define a sí mismo como la vid y a nosotros como los sarmientos. “Para que nosotros produzcamos más frutos es necesario la poda”, indicó”.

“Y cuando se hace una poda, queda una herida en la planta. La herida llama a la vida, es un lugar donde nosotros podemos fructificar”, indicó el Padre Javier. Y agregó que “En esto de encontrarnos en la historia con las heridas, no es para revolcarnos en las heridas, sino para conectarnos con la vida que necesita ser compartida”.

¿Cómo vincularnos con la herida?

“Por eso hablamos de vincularnos con la herida en cualquier instancia en la que se haya dado en nuestra vida, en la infancia, en la adolescencia”. “Y desde ese lugar revisar si hemos hecho el proceso justo de transformación desde la herida, en un diálogo sincero con lo que esconde la herida en sí misma, y si hemos logrado elaborar desde la misma o hemos quedado anclados en una instancia no superada, como insiste el Papa Francisco, expresó.

“La propia infancia o la propia adolescencia mal vividas son caldo de cultivo para crisis personales que terminan afectando al matrimonio. Si todos fueran personas que han madurado normalmente, las crisis serían menos frecuentes o menos dolorosas”.

A veces se ama con un amor egocéntrico propio del niño, fijado en una etapa donde la realidad se distorsiona y se vive el capricho de que todo gire en torno al propio yo. Es un amor insaciable, que grita o llora cuando no tiene lo que desea”.

Otras veces se ama con un amor fijado en una etapa adolescente, marcado por la confrontación, la crítica ácida, el hábito de culpar a los otros, la lógica del sentimiento y de la fantasía, donde los demás deben llenar los propios vacíos o seguir los propios caprichos”.

“Muchos terminan su niñez sin haber sentido jamás que son amados incondicionalmente, y eso lastima su capacidad de confiar y de entregarse”.

Una relación mal vivida con los propios padres y hermanos, que nunca ha sido sanada, reaparece y daña la vida conyugal. Entonces hay que hacer un proceso de liberación que jamás se enfrentó”, (Amoris Laetitia 239).