La entrevista de Francisco a la revista Civiltá Cattolica

viernes, 20 de septiembre de 2013
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En una extensa entrevista con la revista italiana Civilitá Cattolica realizada por el sacerdote jesuita Antonio Spadaro, el Papa Francisco confesó ser "bastante ingenuo", un "indisciplinado nato" y se retrató como "un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos". Francisco destacó que "la esperanza" es la clave para ser feliz. Como Papa, pidió tiempo para hacer diversas reformas y contó que sueña con una Iglesia capaz "de curar heridas y consolar corazones", y con una presencia mayor de las mujeres en los puestos de autoridad.

También aseguró que lo que tiene que hacer la Iglesia Católica con los homosexuales es "acompañarlos con misericordia" y subrayó que "no podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos". "En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos sociales', porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso", sostuvo.

Al respecto, Francisco recordó lo que dijo sobre el tema en el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro: "Expresé que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal"

E ilustró su pensamiento con una anécdota: "Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna".

Por otra parte, el Papa señaló que "es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas', porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista". A su juicio, "las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad".

Y agregó: “Hay que profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia". Eso sí, avanza también que desea que la mujer pueda estar presente en los puestos de responsabilidad y de autoridad eclesiales. "En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.

En otro sentido, dijo: "No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar".

Más aún, Francisco apuntó a una especie de revolución moral: "Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales".

Asimismo, el Papa arremetió contra el sector de los católicos "restauracionistas" obsesionados con la moral sexual. "Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la ‘seguridad' doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras".

A su juicio, de lo que se trata es de prescindir de nuestra seguridades y buscar humildemente a Dios, en medio de las dudas y las incertidumbres. "Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. Los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda", manifestó el Santo Padre.

Invitado a verbalizar la Iglesia con la que sueña, el Papa habló de una Iglesia "casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad. Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Y hay que comenzar por lo más elemental".

También dijo: "El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho'. Los obispos, especialmente, han de ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, de modo que nadie quede atrás, así como de acompañar al rebaño, con su olfato para encontrar veredas nuevas".

Y en esa clave se dispuso a abordar la reforma de la Curia: "Los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: tienen que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura. Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores".

En otro orden, Francisco reconoció que, con su renuncia, "el Papa Benedicto XVI realizó un acto de santidad, de grandeza y de humildad. Es un hombre de Dios". Y, a continuación, aseguró que quiere "proseguir la reflexión sobre cómo ejercer el primado petrino que inició ya en 2007 la Comisión Mixta y que condujo a la firma del Documento de Rávena. Hay que seguir esta vía" de Benedicto XVI.

Francisco reiteró que apuesta por una Iglesia que salga a las periferias existenciales y que se encarne con el pueblo, pero de verdad. "Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo".

Y, para explicarlo recurrió a uno de sus referentes, el Padre Arrupe. "Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigación y Acción Social sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza. La palabra ‘inserción' es peligrosa, porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento. Pero es verdaderamente importante".

Francisco se confesó profundamente jesuita, una orden en la que decidió entrar por tres cosas: "Su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato. Pero su disciplina, su modo de ordenar el tiempo, me ha impresionado mucho".

Reconoció que llegó demasiado pronto (a los 36 años) a provincial de la Compañía en Argentina y no dudó en reconocer sus errores: "Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me llevaron a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derecha", recordó.

También dijo que siempre fue un hombre orante: "Rezo el Oficio todas las mañanas. Me gusta rezar con los Salmos. Después, inmediatamente, celebro la misa. Rezo el Rosario. Lo que verdaderamente prefiero es la Adoración vespertina, incluso cuando me distraigo pensando en otras cosas o cuando llego a dormirme rezando. Por la tarde, por tanto, entre las siete y las ocho, estoy ante el Santísimo en una hora de adoración. Pero rezo también en mis esperas al dentista y en otros momentos de la jornada".

Porque su gusto por la oración le viene de niño, enseñado por su abuela. "En el breviario llevo el testamento de mi abuela Rosa, y lo leo a menudo: porque para mí es como una oración. Es una santa que ha sufrido mucho, incluso moralmente, y ha seguido valerosamente siempre hacia adelante".

Entre sus autores de cabecera, dijo que se encuentran Dostoyevski y Hölderlin. "En pintura admiro a Caravaggio: sus lienzos me hablan. Pero también Chagall con su Crucifixión blanca ", subrayó, mientras que en la música se entrega a Mozart, a Beethoven "prometéicamente" y a Bach. En el cine, se mueve entre "La Strada" de Fellini, además de Anna Magnani y Aldo Fabrizi. Según el entrevistador, el Padre Antonio Spadaro, este encuentro con Francisco "ha sido más una conversación que una entrevista. En ella, el Papa habló de sí mismo, de sus experiencias personales, sus preferencias literarias y cinematográficas, y su modo preferido de orar”

Aquí puedes leer la entrevista completa al Papa Francisco.