Abrirse a la novedad de Dios

viernes, 4 de septiembre de 2015
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04/09/2015 –  En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”.

Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”.

Les hizo además esta comparación: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.  Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor”.

Lc 5,33-39

¡Ya comienza la Catequesis junto al P. Alejandro Puiggari! Hoy afinamos la mirada y te pedimos que nos ayudes a…

Posted by Radio María Argentina on Viernes, 4 de septiembre de 2015

El evangelio de hoy nos sitúa en un contexto de fiesta y de novedad. La gran novedad del evangelio es la Resurrección, que la muerte ha sido vencida. Nosotros aprendemos a celebrar el acontecimiento que nos da pertenencia e identidad, en el domingo sobretodo.

Hoy el Señor en el evangelio nos plantea que el ayuno es necesario junto con ciertas prácticas, pero los fariseos ponen el acento en su obrar, y no en la acción de Dios. Ellos estando cerca del Señor, están lejos desde el corazón. Se sienten orgullosos de sus obras, de la cantidad de mandamientos y preceptos que cumplen, poniendo yugo sobre los demás. El Señor invita a hacer fiesta, porque ya está en medio nuestro el Esposo.

El P. Ángel Rossi, en un encuentro arquidiocesano de Catequistas de Buenos Aires, decía “Si yo pudiera comunicarme con el Papa Juan Pablo II y le contara que estoy rodeado de Catequistas, y le pidiera un mensaje para ustedes, seguramente nos diría “hagan fiesta”. Y podemos pensar que eso es poco serio. Hacer fiesta es casi lo más importante, celebrar la fiesta del Señor resucitado, y así nosotros ser aquellos que armamos la fiesta aún en circunstancias difíciles”.

La fiesta se manifiesta también en la normalidad de la vida. Aún en medio de los dolores y de los dramas, celebrar la fiesta que no significa armar fuegos artificiales, sino la fiesta que proviene del gozo en el alma, porque está el Esposo, porque Dios está con nosotros.

El Papa Francisco, hace dos años comentando el evangelio de hoy, decía que el cristianismo no se opone a la ley. El problema es el lugar que ocupa la ley. Antes de que llegara la ley, dice San Pablo, todos estábamos custodiados por la ley. La fe se revela en Jesús mismo y entonces el pueblo comienza a tener la libertad del Espíritu Santo que nos va a permitir ver que así como llega la plenitud de los tiempos, llega la plenitud de la ley que es el amor. Estamos llamados a amar, esa es la ley. La plenitud de la ley son las bienaventuranzas que es mucho más que los mandamientos. Nuestra vocación de bautizados no es no hacer nada malo, sino llenar de la fragancia de Jesús el mundo prologándose en la familia, el trabajo y demñas. No somos seguidores de alguien que entregó la vida simplemente evitando hacer nada malo, sino al contrario, estamos llamados a hacer mucho y bueno.

Hay fiesta, hay alegría y hay libertad, porque hay algo nuevo. La novedad del evangelio y del Espíritu nos obliga a cambiar cosas, a una verdadera conversión personal, pastoral y comunitaria. A veces nos encontramos con resistencias en esa conversión. A veces queremos poner el vino nuevo en odres viejos. Tenemos estructuras caducas, y a veces nos resistimos porque creemos que cambiando se cae todo.

“Señor ayúdame a descubrir el valor de las cosas principales para no dejarme atrapar por la secundarias. Ayudame a descubrir y poner en el centro lo importante para vivir, porque así podré vivir con gozo este día que me regalas” Mons. Victor Manuel Fernández

Muchas veces estamos atados a cosas secundarias y nos resistimos al cambio y a la novedad que trae el Señor. “¿No se dan cuenta que algo nuevo se está gestando?” se pregunta el profeta Isaías. “No tenemos que tener miedo en cambiar y en renovar las estructuras de la Iglesia. No se va a cambiar la Iglesia ni se va a venir abajo. No es cambiar por un afán de novedad, sino por necesidad de fidelidad porque el vino nuevo es lo que nos permite decir “lo mejor está por venir”. Eso nos permite a los cristianos no ser nostálgicos sino constructores esperanzados.

El ritmo de la vida moderno, tan acelerado, a veces nos da sensación collage, pasamos de una cosa a la otra. El Espíritu Santo es quien viene a traer unidad. Cuando vivimos unificados en el Espíritu Santo podemos vivir la realidad del vino nuevo. “No se puede ser cristianos de a pedazos” dice el Papa Francisco. Una de las novedades que trae el vino nuevo es la unidad de nuestras personas, ser todo nosotros en cada cosa que hacemos. Eso nos permite vivir con alegría y en libertad, en comunión con los demás. Estamos llamados a ser ese hombre nuevo, que en el evangelio de hoy aclara Jesús “nadie corta un pedazo de lienzo nuevo para tela nueva”. No hacemos un maquillaje, como para cambiar la fachada, el odre necesita ser nuevo.

Volver a las bodas de Caná

El vino nuevo es una referencia a las bodas de Caná. Ahí hubo fiesta, hubo esposos, alegría y buen vino. María estuvo presente de un modo especial. Nuestra seguridad y confianza es que no estamos solos, que la madre Iglesia acompaña a sus hijos. María nos ayuda a no tener miedo y nos va acompañando con su protección de Madre.

En las bodas de Caná estaba Jesús, María, los novios y hasta un administrador. Allí hubo testigos privilegiados, los servidores de la mesa, que ante el “hagan todo lo que Él les diga”  llenaron las tinajas con el agua de la purificación. De allí salió el vino nuevo. Fueron los testigos del secreto: hacerle caso a la Virgen mirando con atención a Jesús. ¿Querés vivir con alegría? no lo vivas más o menos vivílo con intensidad, llená tus tinajas de agua que el Señor va a hacer el milagro de transformarlo en vino.

Padre Alejandro Puiggari