Dios revela su rostro

miércoles, 17 de mayo de 2017
image_pdfimage_print

camino-de-santiago
17/05/2017 – En la Catequesis de hoy, Dios que se nos revela para que lo conozcamos y nos invita a su seguimiento.

 

“Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta». Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?. El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.

Juan 14,8-11

¿Por qué tuvo Dios que mostrarse para que sepamos cómo es?

El hombre, mediante la razón, puede conocer que existe Dios, pero no cómo es Dios realmente. Pero como Dios quería ser conocido, se ha revelado a sí mismo. [50-53, 68-69]

Con la razón no nos alcanza para conocer a Dios, sólo podemos hacerlo porque Él quiere mostrarse. Dios no estaba obligado a revelarse a los hombres. Lo ha hecho por amor. Como en el amor humano podemos saber algo de la persona amada sólo cuando nos abre su corazón, cuando nos comparte sus sentimientos y sus intenciones, del mismo modo sólo sabemos algo de los más íntimos pensamientos de Dios porque el Dios eterno y misterioso se ha abierto por amor a nosotros. Desde la creación, pasando por los patriarcas y profetas hasta la REVELACIÓN definitiva en su Hijo Jesucristo, Dios hizo un proceso en el modo de ir dando a conocer su identidad.

 

¿Cómo se revela Dios en el Antiguo Testamento?

En el ANTIGUO TESTAMENTO Dios se revela como el Dios que ha hecho el mundo por amor y que es fiel al hombre incluso cuando éste se separa de él por el pecado. [54-64,70-72].

Dios se da a conocer en la historia: Sella con Noé una Alianza para salvar a todos los seres vivos. Toda la historia del pueblo de Israel será un amor de vínculo matrimonial y de alianza.

Llama a Abraham para hacer de él “padre de muchedumbre de pueblos” (Gén 17,5b) y bendecir en él a “todas las familias de la tierra” (Gén 12,3b). El pueblo de Israel, nacido de Abraham, será su propiedad personal. Dios se da a conocer como el Dios de este pueblo, y este pueblo de este Dios. A este viejo estéril que no espera más que solo la muerte, sin descendencia, Dios le promete que será padre de una multitud de pueblos. Sólo le pide que salga de su tierra y que vaya al lugar que Él le va a indicar.

Siempre la manifestación de Dios en la propia vida es una provocación a salir, y a ir hacia adelante. Todos los que hemos sido visitados por Dios, se lo ve en los textos bíblicos, al ser tocados por Dios son enviados a caminar por lugares nuevos y a ponerse en marcha. Dios no pregunta documento ni pide certificado de buena conducta. Dios libera haciéndonos salir para adelante.

Dios se da a conocer a Moisés por su nombre. Su nombre misterioso [YAHVÉ] significa “Yo soy” (Éx 3,14). Libera a Israel de la esclavitud en Egipto, sella una alianza en el Sinaí y por medio de Moisés da a su pueblo la ley. Una y otra vez envía Dios profetas a su pueblo, para llamarlo a la conversión y a la renovación de la Alianza. Dios hace un nuevo pacto donde se muestra como el Señor de la misericordia.

Los profetas anuncian que Dios establecerá una Alianza nueva y eterna, que realizará una renovación radical y la redención definitiva. Esta Alianza estará abierta a todos los hombres.

 

 

¿Qué nos muestra Dios de sí cuando nos envía a su Hijo?

En Jesucristo Dios nos muestra toda la profundidad de su amor misericordioso. [65?66,73]
Por medio de Jesucristo el Dios invisible se hace visible. Se hace hombre como nosotros. Esto nos enseña hasta dónde alcanza el amor de Dios.

Lleva toda nuestra carga. Anda todos los caminos con nosotros. Está en nuestro abandono, nuestro dolor, nuestro miedo ante la muerte. Está allí donde no podemos avanzar más, para abrirnos la puerta hacia la Vida. ?314

¿Está dicho todo con Jesucristo o continúa todavía después de él la revelación?

En Jesucristo Dios mismo ha venido al mundo. Él es la última Palabra de Dios. Oyéndole a él los hombres de todos los tiempos pueden saber quién es Dios y lo que es necesario para su salvación. [66­67]

Con el Evangelio de Jesucristo la REVELACIÓN de Dios está concluida y completa. Para que la comprendamos, el Espíritu Santo nos introduce cada vez más profundamente en la verdad. En la vida de algunas personas entra la luz de Dios de un modo tan fuerte que ven “los cielos abiertos” (Hch 7,56). Así han surgido los grandes lugares de peregrinación como Guadalupe en México y Lourdes en Francia. Las “revelaciones privadas” de los videntes no pueden mejorar el Evangelio de Cristo. Pero nos pueden ayudar a comprenderlo mejor. Estas revelaciones no son vinculantes para todos. Su veracidad es comprobada por la Iglesia.

Padre Javier Soteras