Cada 23 de septiembre la Iglesia celebra a San Pío de Pietrelcina. El Padre Pío es el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas.
Nació en Pietrelcina, un pequeño pueblito italiano, en una familia humilde. Ya desde niño era muy fervoroso, y tenia numerosas apariciones que por su edad y las frecuencias de estos episodios las tomó como normales.
Ingresó en un convento franciscano para prepararse para el sacerdocio, su gran anhelo. Cada día pasaba muchas horas frente al Santísimo orando, y fue en una de estas ocasiones cuando recibió los estigmas, las señales de Jesús en su cuerpo, que lo acompañarían durante muchos años, siendo una gran fuente de dolor y humillación para él. Incluso motivos de persecución dentro de la misma iglesia.
Miles de peregrinos llegaban de todo el mundo para visitar al “fraile estigmatizado” quien confesaba hasta 14 horas diarias recibiendo a la gente. Confesar era un lugar de liberación de las almas del poder del mal, por eso su dedicación en administrar el sacramento y llevar el perdón de Dios.
Le pedimos al santo que interceda por cada uno de nosotros defendiéndonos del mal y que nos enseñe a identificarnos con la cruz de Jesús como él. Que podamos descubrir en la ofrenda de la vidas el sentido de nuestra existencia.
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