Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios.
Mientras me acuerdo de ti en mi lecho y en las horas de la noche medito en ti,
veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.
Salmo 63