San Alberto Hurtado, movido por un vivo sentido de justicia social cristiana, dedica su vida entera a pobres y desamparados. Se cuenta que en medio de los grandes dolores, San Alberto decía “Contento Señor, contento“. Tuvo una gran influencia entre los jóvenes chilenos a partir de su trabajo como asesor de la Acción católica juvenil de la arquidiócesis de Santiago.
Nació en Viña del Mar (Chile), fue sacerdote de la Compañía de Jesús y fundador del Hogar de Cristo. Su sonrisa aún hoy nos sigue acompañando y alentando a luchar por un mundo más justo y solidario. Siguiendo su ejemplo, te pedimos Señor, la gracia de vivir con alegría y con esperanza nuestra propia misión.
Dice San Alberto Hurtado: “Cristo vaga por nuestras calles, en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños. Cristo no tiene hogar. ¿No queremos dárselo nosotros? Recuerden: ‘Lo que hagan al menor de los pequeños, a mí me lo hacen’, ha dicho Jesús.”
(…) “Grandes de esta Tierra, revístanse con sentimientos cristianos y miren con respeto a los pobres. Repito: ‘Lo que hagan al menos de los pequeños, a mí me lo hacen’, ha dicho Jesús. Que los detalles para dignificar al pobre sean lo más importante, que Cristo tenga menos hambre, menos sed, que esté más cubierto gracias a nosotros. Sí, éste es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre. Porque el pobre es Cristo. Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado.”