05/03/2014 – El Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, Cardenal Mario Aurelio Poli, pidió “enternecer el corazón” frente a numerosas situaciones de la vida cotidiana, y así, prepararse para vivir una Semana Santa en la que podamos experimentar la gracia y la salvación que Dios regala.
Asimismo, pidió una conversión personal y pastoral “para dejarse moldear ante la escucha orante de la Palabra viva de Dios”.
Mensaje del Cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, para la Cuaresma 2014
Queridos hermanos:
En la liturgia del primer domingo de Cuaresma, como Iglesia suplicante pedimos al Dios de toda misericordia: "concédenos avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en plenitud"
La Cuaresma cristiana que iniciamos con la imposición de las cenizas nos introduce cada año más intensamente en la celebración del Misterio Pascual de Cristo, participación en su muerte, resurrección y ascensión. Así aspiramos a que la victoria de Cristo, nuestra Cabeza, se cumpla en todo su pueblo santo.
Hoy la Iglesia, prolonga y perfecciona esta Pascua de Cristo, el Señor de la historia, a lo largo del tiempo, pasando continuamente de la muerte del pecado a la vida nueva y gozosa de la gracia.
Si bien todo el Año Litúrgico es una llamada a asimilar el Misterio de Cristo, durante la Cuaresma y la Pascua lo experimentamos con mayor intensidad.
Bellamente, los cinco domingos en un "in crescendo" nos "inician" en ese Misterio y nos entrenan en el paso de la muerte a la vida. Paso que expresa la liturgia cuaresmal con la palabra conversión: "cambio de mentalidad", “cambio de dirección". Que nuestra mentalidad tantas veces lejana al Evangelio, se convierta en mentalidad de Cristo. Que la vida cerrada a Dios y al prójimo se abra con docilidad a la misericordia de Dios que vivifica y al amor concreto a los hermanos que transfigura la realidad.
Rasguen los corazones, no las vestiduras, conviértanse al Señor nos pide Dios por el profeta. Rasgar el corazón es declarar su vulnerabilidad aceptando la tentación y dejándonos embriagar por la visión esperanzada de la vida futura. Rasgar el corazón es reconocer su dureza y sequedad, clamando con la Samaritana por el agua que da Vida. Rasgar el corazón es, como el ciego de nacimiento, dejar que por sus grietas pase la luz que disipa las tinieblas. Rasgar el corazón y dejar, como Lázaro, que a través de las vendas de la muerte, la voz potente del maestro contagie la vida.
Rasgar el corazón hoy, con un lenguaje iluminado desde la Pascua y heredero del magisterio del Papa Francisco que invitó e invita a la revolución de la ternura será para nosotros: “enternezcan el corazón”.
Enternezcan el corazón para que la gracia que abundantemente nos regala el Dios de la vida los empape y experimenten su salvación. Enternezcan el corazón para que ningún dolor ni aflicción de los hermanos les resulte indiferente. Enternezcan el corazón para sentir la suavidad de la ternura del Padre sobre las llagas y heridas de antaño en la humanidad. Enternezcan el corazón para experimentar la alegría del amor donado y compartido, que nunca nos deja insatisfechos.
Enternezcan el corazón para anunciar con gozo, desde la propia carne, el Evangelio de la Vida abundante. Este es signo exterior de una realidad interior de conversión y de gracia de Dios que nos renueva en cada Pascua.
Conversión personal y pastoral para una Iglesia en Cuaresma, no será solamente un pueblo que ayuna y llora, sino sobre todo la de una comunidad que se pone a la escucha orante de la Palabra viva de Dios. Una Iglesia que se deja moldear así por su Señor experimenta de modo entrañable que la inteligencia del misterio de Cristo vivido en plenitud consiste en “dejar libres a los oprimidos, partir su pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo…” Ayunar, para dar al prójimo.
Con este marco tan cargado y fortalecido por la presencia de Dios los invito, como iglesia Arquidiocesana, a reforzar sus esfuerzos y generosidad con el “gesto cuaresmal solidario”. La experiencia de estos años ha puesto de manifiesto la vitalidad de las palabras del Señor en el corazón de cada uno de ustedes, que se ha hecho gesto en el compromiso de nuestra Iglesia en Buenos Aires con sus miembros más débiles.
Que Dios les regale una profunda Cuaresma solidaria y una santa y gozosa Pascua.
Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires
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