Gustavo Cerati: La música, la muerte y los ‘elegidos’

viernes, 5 de septiembre de 2014
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05/09/2014 – El sacerdote jesuita Ángel Rossi en diálogo con el periodista Fernando Bravo en Radio Continental, hizo una reflexión en torno a la muerte de Gustavo Cerati.

En primer lugar, el P. Ángel, quiso centrar la mirada en Lilian Clark, la mamá del reconocido músico: “quería hacer un homenaje a su mamá, porque la noticia que remarca y parece muy aleccionador es esta mamá que cada día durante 4 años le renovaba su amor fiel al hijo a través de su presencia en la clínica, tomándolo de la mano”. A lo que agregó que el mejor homenaje que se le puede hacer a Cerati es “agradecerle a Lilian su mamá, porque en esa mano apretada llena de esperanza, de aceptación y fe está la mano de nuestras mamás y abuelas…”.

Ahí recordó a tantas madres que permanecen junto a las cunas de sus bebés enfermos en hospitales y las que visitan a sus hijos presos: “Esta fidelidad maternal que ciertamente nos hace tanto bien y que es muy de la mujer, sin desmerecer a los papás y a los abuelos… Se suele decir que frente al dolor el hombre entra y sale, en cambio la mujer está y es la que normalmente permanece”.

 

Destino del canto (Atahualpa Yupanqui)

En cuanto al músico, el sacerdote prefirió homenajearlo con la letra que el gran Atahualpa Yupanqui hizo sobre el “destino del canto” y los “elegidos”.

 

Nada resulta superior al destino del canto.
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
Porque ellos se nutren con su propia luz.
Se alimentan de su propia pasión.
Renacen cada día, para ser.
Sí, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres
indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,
en la soledad.

Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
si comprendes su sombra, te espera
una tremenda responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad,
aquejarte el mal físico,
empobrecerte el medio, desconocerte el mundo.
Pueden burlarse y negarte los otros,
pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
porque no es sólo tuya.
Es de la tierra, que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.

La luz que alumbra el corazón del artista
es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
para encontrar la belleza en el camino,
la soledad, el miedo, el amor y la muerte.

Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas,
ni sufres, ni gozas con tu pueblo,
no alcanzarás a traducirlo nunca.
Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
solo sin soledad…
Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.

Sí, la tierra señala a sus elegidos.
Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará,
serán lo “anónimo”,
Pero ninguna tumba guardará su canto…

“Éste final de Yupanqui describe lo que estamos viviendo, es decir, cuando el canto ha callado, la voz del canto sigue atesorándose en el corazón de su pueblo. A su modo y a su estílo, Gustavo (Cerati) lo hizo” terminó diciendo el P. Ángel Rossi.