Bebés genéticamente modificados en China

martes, 4 de diciembre de 2018
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04/12/2018 – La reciente modificación genética de embriones humanos volvió a poner sobre la mesa el debate ético sobre los límites de la ingeniería genética.

El 25 de noviembre pasado varios medios periodísticos informaron que un equipo de biotecnológos liderado por el científico He Jiankui modificó genéticamente embriones concebidos in vitro para que fueran resistentes al HIV, al cólera y a la viruela.

La novedad, si es que el anuncio es cierto es que estos embriones hoy son dos niñitas, a quienes llaman Lulu y Nana, genéticamente modificadas.

Esta noticia vuelve a generar un debate y una justificada inquietud por los alcances y límites de las intervenciones biotecnológicas, y la discusión sobre el carácter de estos avances ya que no está claro aún si son benéficos o si, en realidad, constituyen amenazas a la dignidad de las personas y a la humanidad.

Al respecto el director del “Centro de Bioética” Nicolás Lafferriere dijo a Radio María Argentina: “Traer a alguien a la vida es algo más que fabricar un cuerpo. No podemos banalizar la transmisión de la vida”.

El especialista explicó que “la edición genética implica cortar y pegar segmentos del ADN de una manera precisa. En el caso chino hubo un repudio generalizado porque no respetó procesos previos”.

Por su parte, y en diálogo con nuestra emisora, Monseñor Alberto Bochatey, Obispo Auxiliar de La Plata y profesor de Bioética en la Universidad Católica de La Plata aseguró que “no todo lo que es genéticamente posible es éticamente correcto. Hay corrientes utilitaristas que justifican todo según su utilidad, la nuestra es una corriente personalista, centrada en la persona”.