Bendición recitada del P. Zini en la apertura de la Fiesta Nacional del Chamamé

miércoles, 25 de enero de 2017

Padre Julian Zini

25/01/2017 – Entre el 20 y el 29 de enero se está desarrollando en Corrientes la Fiesta Nacional del Chamamé. El P. Julián Zini, el sacerdote chamamecero,  dejó inaugurada la 27ª Fiesta Nacional del Chamamé con su habitual oración recitada a modo de bendición.

En diálogo con Radio María, el P. Julián dijo que “pensábamos en algo con nuestras raíces guaraníes que tienen la fiesta grande con todo un sentido cultural profundo, donde la alegría y el compartir es fundamental. En eso la gente se vuelve importante, en dar y compartir y no en guardar y acaparar. Para nosotros era muy importante que esta fiesta nos recuerde nuestros valores fundamentales, esas normas que nos dieron nuestros primeros padres como valores que sirven para vivir. Todos los años trato de recordar un poquito de eso sobretodo en la oración del comienzo de la fiesta”.

“Tenemos una cultura de vida, de sueños, de esperanzas, de ganas de compartir, todavía esta eso, por eso la misión de esta presencia mía y de otros es soplar estas llamitas de fuego. Son los valores que vive nuestra gente sencilla y humildemente en lo de todos los días. El pueblo sencillo tiene todavía, y a pesar de todo, estos valores” comentó el P. Zini.

 

 

Oración de bendición para el comienzo del Festival del Chamamé

– Por el P. Juliám Zini

 

 

Con permiso que traigo pueblo mío

en un verso sencillo mi oración

una conversación chamamesera

con Ñandeyara, nuestro Padre Dios.

Dos Padre, Dios creador

Dios hijo, papá querido,

Padre nuestro, Padre Dios.

Aquí estoy,

porque aquí estamos

comenzando esta reunión,

este encuentro y este espejo

de todita la región.

Fue grande la pulseada

y muchito me forzó

luchar contra la corriente

todo el año, Padre Dios.

Si no fuera porque a algunos

muy dentro se nos grabó

lo dicho por nuestros padres,

su ejemplo

ya hace rato sería

como uno más del montón

que sólo piensa en sí mismo

y ya no tiene corazón.

Recuerdo que era una ley

cuidar tu hermano menor,

echar de ver qué le pasa,

reparar por mi otro yo.

Da la impresión que hemos perdido

o estamos perdiendo ese antiguo modo

llamado Ñanderekó.

Por eso, por todo esto

necesito, Padre Dios

con urgencia reencontrarme con mi gente

y frente a Vos.

Yo se bien que en esta fiesta me siento tal como soy,

mi corazón se reanima y es como una tranfusión

porque abrazar a un amigo mientras llora el acordeón,

o compartir unos tragos recordando una ocasión,

tiene magia y es remedio,

cura el alma, es bendición.

Ya don Pingo decía, empacheza la razón.

Como entonces no decirte,

muchas gracias Padre Dios,

por este Aretegua su que es nuestra celebración.

Muchas gracias por los sueños que se están cumpliendo hoy

porque ha mejorado el clima y se fue la inundación.

Gracias porque todavía seguimos creyendo en Vos

y en María y en nuestros santos,

como se nos enseñó.

Gracias por amar la vida,

ser grande de corazón,

apreciar al semejante y compartir lo mejor.

Gracias porque todavía creemos en la oración,

y la usamos para hablarte de nuestra preocupación:

la familia, la pareja, la juventud, su adicción,

la pobreza, el desempleo, el narco, la corrupción.

No hace bien acostumbrarse a la desinformación

cuando parece que sobra tanta comunicación.

¿Qué pasó con nuestra tierra, con el agua, qué pasó?

¿Qué nos dirán nuestros nietos de lo que se les dejó?

Sin duda, necesitamos sí o sí una conversión,

que nos ayude a aceptar nuestro error, nuestra omisión.

Vos sos misericordioso,

queremos ser como Vos.

Enseñanos los caminos de una justa corrección

y por favor, no nos dejes caer en la tentación

de los pecados que hoy en día están haciendo furor.

Liberanos de la codicia que corrompe tu intención,

con tus ojos y por tu oído se te mete en el corazón.

Liberanos del consumismos que carcome tu razón

que te exige y que te obliga: si no consumís no sos.

Liberanos de la violencia que mata y que va contra Vos.

Queremos ser no violentos, como Jesús, Padre Dios.

Vos le diste a nuestro padres este jardín que hasta  hoy sigue siendo un paraíso,

reino del agua y del sol.

Verde azul Mesopotamia, codiciada al por mayor,

agua dulce, agua termal,

oro azul, nuestra región.

Necesitamos urgente descubrir todo el valor de nuestra Casa común,

y asumir de corazón el cuidarla con esmero,

porque somos Padre Dios, nos guste o no,

responsables de lo que tu amor nos dió.

Como una lluvia descienda tu bendición

sobre el sagrado Adn chamamé de esta Nación.

Y nos vista de alegría, de hermandad y de emoción,

santificando esta fiesta de tu pueblo, Padre Dios.

Amén

Foto: El Litoral.com.ar