El abrazo entre Francisco y el niño curado por intercesión de los papás de santa Teresita

lunes, 9 de marzo de 2015
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Pietro

09/03/2015 – Pietro Schilirò nació en mayo de 2002 en Milán, y es el menor de los cinco hijo de Walter y Adela. Su vida está atrevesada por un milagro que fue el que posibilitó la beatificación de los esposos Martín, padres de Santa Teresita del niño Jesús, que se efectuó el pasado 19 de octubre del 2009.

Al nacer Pietro los médicos constataron que sufría una malformación pulmonar y que su vida corría un riesgo apremiante. Ante una fuerte crisis respiratoria, “los médicos nos dijeron que era cuestión de pocas horas o de cualquier día pero que de todas maneras para Pietro no había esperanza”, comenta Adele, mamá del niño.

Sus padres buscaron a un sacerdote, el carmelita Antonio Sangalli, para que lo bautizara. En ese crítico instante, el sacerdote les pasó una imagen de los esposos Martín, padres de Santa Teresita de Lisieux, quienes perdieron a cuatro de sus hijos.

Tras rezar varias veces la novena a los esposos Martin, el 29 de junio, día en que la Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y San Pablo, Pietro comenzó a dar señales de mejoría. Dos semanas después el pequeño ya respiraba sin oxígeno y los médicos aseguraron que su curación era “un hecho sorprendente”. Los padres se lo comunicaron al padre Antonio y fue así como el sacerdote se convirtió en el vicepostulador de la causa de beatificación de Zélie y Louis.

“Yo nací enfermo y cuando estaba enfermo los esposos Martin le pidieron a Jesús que me curara y Él me curó”. Así explicaba el pequeño Pietro Schilirò, a los seis años, el milagro de su recuperación, unas horas antes de encontrarse con el Papa Benedicto XVI.

 

El encuentro con el Papa Francisco

Hace casi un año, el 29 de marzo del 2014 Pietro tuvo la posibilidad de encontrarse con el Papa Francisco, reconocido devoto de Santa Teresita del niño Jesús, en una audiencia con sordos y ciegos (Pietro es sordo desde los 3 años).

Pietro cuenta ese inolvidable encuentro con sus propias palabras:

“Cuando me enteré de que el Papa se encontraría con los sordos y sus familias, le pedí a mamá si podíamos ir nosotros también. Decidimos escribir al Papa para decirle que estaríamos muy contentos si le pudiéramos saludar personalmente, pero que si no era posible, estaría contentos de recibir su bendición también desde lejos.

En la plaza de San Pedro, nos colocamos con los demás sordos y sus familias. Me conmovió ver a otros sordos como yo que tenían problemas para hablar, me impresionó y tuve el deseo de aprender el lenguaje de los signos para acercarme más a ellos.

De repente, el teléfono de papá empezó a sonar: se nos anunciaba que el Papa se reuniría con nosotros al final de la audiencia. ¡Estábamos muy emocionados!

Después, en torno a la una y media, llegó el Papa entre los cantos de alegría y las manos levantadas como signo de saludo (así es como aplauden los sordos). Tras algunos testimonios, el Papa tomó la palabra. Después, descendió hacia la multitud para saludar a las personas que estaban delante, ¡nosotros entre ellas! Yo estaba muy emocionado y les pregunté a papá y a mamá qué debía decir porque no encontraba palabras.

El Papa se acercó ¡y estaba muy cerca de mí! Papá y mamá le saludaron y mamá le dijo que rezamos por él, después él me abrazó y me eché a llorar. Me apretó contra él y mi audífono se cayó al suelo ¡y el Papa se agachó para recogerlo!

Papá explicó al Papa que yo había sido curado por un milagro concedido por el Señor por la intercesión de los esposos Martín y él estaba muy contento. Sonrió y dijo: “Sé que hay otro milagro que está en estudio, ¡estoy muy contento!”. Y con una gran sonrisa, me dijo: “¡Va, no llores más!” y con un gran abrazo le dijimos adiós.

¡Después de saludar a todo el mundo y de salir de la sala, me miró, me apuntó con el dedo y me hizo el signo “Ok”! Todavía me dan ganas de llorar, pero estoy muy contento por el abrazo del Papa, ¡porque para mí ha sido como encontrarme con Jesús! Nunca lo olvidaré”.

Louis Martin (1823-1894) y su esposa Zélie Guérin (1831-1877), padres de nueve hijos, cuatro de ellos fallecidos en tierna edad, es el segundo matrimonio beatificado simultáneamente después de los italianos Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi (fallecidos en 1951 y 1965 y beatificados en 2001 por Juan Pablo II).