El Cardenal Angelo Amato destacó la caridad para con los pobres y la humildad de la religiosa cordobesa que fue laica, esposa, madre y fundadora de la congregación de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús.
25/11/2017 – En la homilía de la misa de beatificación de la Madre Catalina de María Rodríguez, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, dijo que la nueva beata argentina fue “una piedra viva de la Iglesia y la sociedad”.
Ante más de 20 mil personas, llegadas desde distintas provincias y de los otros tres países donde las Esclavas del Corazón de Jesús desarrollan su apostolado (Chile, España y Benín), el representante papal señaló: “Los santos no son cuerpos extraños a la sociedad. Formados por Jesús, son piedras vivas de la Iglesia y la sociedad, ellos beatifican la humanidad (…), difunden el bien y buscan detener el mal. Esto hicieron en sus vidas el Cura Brochero y la Madre Catalina, inspirados por el Evangelio y sostenidos por la gracia divina y hoy, justamente, glorificados por la Iglesia”.
Para el cardenal italiano, la nueva beatificación “es un acontecimiento histórico para la Arquidiócesis de Córdoba ya que es la primera que tiene lugar en la ciudad de Córdoba”.
“La Madre Catalina es una figura de relevancia eclesial y social”, afirmó Amato. Y añadió: “Como señaló monseñor Carlos Ñáñez, la patria, y nosotros añadimos la Iglesia, se construyen con mujeres como la beata Catalina y con hombres como José Gabriel Brochero”.
El enviado papal, que ya ha visitado Córdoba y varias provincias argentinas para presidir otras beatificaciones, afirmó que Catalina, fue una mujer “fuerte y emprendedora en su servicio al Señor y sus hermanos”. También destacó su “creatividad” evangélica y su múltiple modo de responder a la llamada de Dios.
“El papa Francisco –agregó– ha dicho que en la Iglesia cada vocación, matrimonio, vida consagrada, se inicia en un encuentro con Jesús que nos dona una esperanza nueva. Es Jesús el que se hace presente en nuestro camino y nos pregunta ‘¿qué buscas?’. Y corresponde a nuestro discernimiento darle la respuesta correcta para experimentar alegría y esperanza nuevas. La beata Catalina –añadió Amato–, al encontrarse con el Señor Jesús, le dio una doble respuesta: convertirse en una esposa ejemplar y, luego, al enviudar, coronar su sueño juvenil de fundar la congregación de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús”.
Subrayó un rasgo singular de la flamante beata: la “dulzura”. El Cardenal dijo que “a lo largo de su vida como casada y como religiosa” siempre se expresó con dulzura. También destacó de ella “un profundo espíritu de fe, en la oración, en la participación de la misa, en la devoción a la Virgen, en la obediencia al Papa”.
Agregó que Catalina “vivía en la presencia de Dios como un pez en el agua”. Destacó la devoción particular “hecha de sacrificio”, que Catalina le dedicaba al Sagrado Corazón de Jesús, “el Señor de su Vida”, dijo Amato. Y recordó que en su lecho de muerte, la Madre Catalina exclamó: “¡Qué dicha morir esclava del Corazón de Jesús!”
El Cardenal indicó que “como no puede haber perfección sin la caridad, que es la reina de la virtudes”, enumeró gestos de caridad y de perdón de la nueva beata, y le adjudicó un testimonio permanente que “se manifestaba en el amor al prójimo y en la práctica de las obras espirituales y corporales”.
Enumeró casos concretos, y añadió: “Los pobres eran sus preferidos; los humildes y los pobres. Sus actitudes de caridad se manifestaban con todos. Testigos dicen que la Madre les daba la merienda a los que trabajaban para las hermanas”.
Según Amato, la caridad de Catalina “se evidenciaba en el perdón de las ofensas, devolvía bien por mal”; y resumió el caso de la familia de una alumna enferma de un colegio de Santiago del Estero que respondió con ingratitud un gran gesto de la Madre fundadora, quien, no obstante, dispuso que se siguiera atendiendo a la pequeña.
El cardenal destacó también que Catalina “mantuvo siempre una actitud modesta y humilde. Una monja soberbia era, para ella, una monstruosidad”, dijo Amato.
Al final de su homilía, el representante papal invitó a todos a rezar con él: “Beata Madre Catalina, ruega por nosotros”.
A partir de hoy, con esta beatificación, la Iglesia que peregrina en Argentina ofrece, para la veneración e intercesión, a dos santos (Brochero y Valdivielso Sáez), a 10 beatos (las religiosas Tránsito Cabanillas, Ludovica de Angelis, Crescencia Pérez, Nazaria March y Catalina de María Rodríguez; Mama Antula, el padre Martos Muñoz, Ceferino Namuncurá, Laura Vicuña y Artémides Zatti), y a cinco venerables. Otras 42 personas de vida ejemplar ya son reconocidos como “siervos de Dios, y hay 14 causas más en preparación.
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